(435.6) 39:4.13 Para los mundos
habitados los estimuladores de la moralidad ilustran la vida mortal como una
cadena ininterrumpida de muchos eslabones. Tu corta estadía en Urantia, en esta
esfera de infancia mortal, es tan sólo un eslabón, el primero en la larga
cadena que ha de extenderse a través de los universos y a través de las edades
eternas. No es tanto lo que aprendes en esta primera vida; es la experiencia de vivir esta
vida lo que es importante. Aun
el trabajo en
este mundo, aunque importantísimo, no lo es tanto como la manera en la cual cumples ese trabajo. No
existe recompensa material para la vida recta, pero hay una profunda
satisfacción —conciencia de logro— y ésta trasciende toda recompensa material
concebible. - Urantia Book
No es tanto lo que
aprendes en esta primera vida; es la experiencia de vivir esta vida lo que es
importante.
Aun el trabajo en este mundo, aunque importantísimo,
no lo es tanto como la manera en la cual cumples ese trabajo.
No estamos aquí solamente para aprender. Es más
importante como vivimos la experiencia de esta vida, la forma y el espíritu con
la cual la vivimos. Juan José Benítez en su libro Al Fin Libre lo comenta:
El
Padre te ha colocado en lo más bajo, en lo más imperfecto. Pues bien, no es
casualidad. Experimenta las mil sensaciones de esta primera etapa
(con integridad, responsabilidad y sentido común). Las buenas y las
desagradables. Todo obedece a un «por qué» divino. No lo dudes nunca. VIVE al
día. No hagas planes. Al menos, como tú dices, no más allá de treinta segundos.
Saborea lo grande y lo pequeño. Déjate llevar por el «ángel-mujer» de la intuición.
¿Crees que está ahí por azar?
REFLEXIONES
«VIVIR por VIVIR.»
Así de sencillo y sublime.
Así de sencillo y sublime.
Y yo, ¿qué hago?
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo entre las prisas, esa
Jauría siempre en
celo.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo al son del «qué
Dirán», el viejo
«tamtan» de los necios.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo en la tiranía del
dinero, marcando el
paso a las órdenes de unos pocos.
Siempre los mismos.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo en el desierto
sofocante de un
trabajo al que yo mismo desertizo con
más y más horas de
trabajo.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo con un «yo» que no escucha,
un eficaz extintor
contra los sentimientos de los demás.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo con la mentira al
hombro, dispuesto
siempre para abrir fuego.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo sin preguntas, no sea
que Dios exista.
¿VIVO por VIVIR? No,
yo malvivo en la calle de los
indiferentes. Tocar,
sentir, saborear, VIVIR, queda más
abajo, en la calle de los «perdedores».
¡VIVIR por VIVIR!
¡Quien fuera otro,
para experimentarlo!