sábado, 28 de junio de 2014

El sentido de la vida

(435.6) 39:4.13 Para los mundos habitados los estimuladores de la moralidad ilustran la vida mortal como una cadena ininterrumpida de muchos eslabones. Tu corta estadía en Urantia, en esta esfera de infancia mortal, es tan sólo un eslabón, el primero en la larga cadena que ha de extenderse a través de los universos y a través de las edades eternas. No es tanto lo que aprendes en esta primera vida; es la experiencia de vivir esta vida lo que es importante. Aun el trabajo en este mundo, aunque importantísimo, no lo es tanto como la manera en la cual cumples ese trabajo. No existe recompensa material para la vida recta, pero hay una profunda satisfacción —conciencia de logro— y ésta trasciende toda recompensa material concebible. - Urantia Book
No es tanto lo que aprendes en esta primera vida; es la experiencia de vivir esta vida lo que es importante.
 Aun el trabajo en este mundo, aunque importantísimo, no lo es tanto como la manera en la cual cumples ese trabajo. 
No estamos aquí solamente para aprender. Es más importante como vivimos la experiencia de esta vida, la forma y el espíritu con la cual la vivimos. Juan José Benítez en su libro Al Fin Libre lo comenta:
 El Padre te ha colocado en lo más bajo, en lo más imperfecto. Pues bien, no es casualidad. Experimenta las mil sensaciones de esta primera etapa (con integridad, responsabilidad y sentido común). Las buenas y las desagradables. Todo obedece a un «por qué» divino. No lo dudes nunca. VIVE al día. No hagas planes. Al menos, como tú dices, no más allá de treinta segundos. Saborea lo grande y lo pequeño. Déjate llevar por el «ángel-mujer» de la intuición. ¿Crees que está ahí por azar?
REFLEXIONES

«VIVIR por VIVIR.»

Así de sencillo y sublime.

 Y yo, ¿qué hago?

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo entre las prisas, esa
Jauría siempre en celo.

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo al son del «qué
Dirán», el viejo «tamtan» de los necios.

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo en la tiranía del
dinero, marcando el paso a las órdenes de unos pocos.
Siempre los mismos.

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo en el desierto
sofocante de un trabajo al que yo mismo desertizo con
más y más horas de trabajo.

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo con un «yo» que no escucha,
un eficaz extintor contra los sentimientos de los demás.
¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo con la mentira al
hombro, dispuesto siempre para abrir fuego.

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo sin preguntas, no sea
que Dios exista.

¿VIVO por VIVIR? No, yo malvivo en la calle de los
indiferentes. Tocar, sentir, saborear, VIVIR, queda más
                      abajo, en la calle de los «perdedores».

¡VIVIR por VIVIR!

¡Quien fuera otro, para experimentarlo!