viernes, 13 de junio de 2014

La Torre de Siloé

En los días de Jesús un acontecimiento noticioso estaba en la memoria de los judíos. La Torre de Siloam o Siloé probablemente estaba en las inmediaciones del estanque de Siloam, ubicado en el sector S.E. de Jerusalén. Jesús comentó que esta torre se derrumbó y causó la muerte de dieciocho hombres, un acontecimiento que debía estar fresco en la memoria de su auditorio.

Lo interesante del relato de Siloé en el Evangelio es que nos arroja luz sobre una distorsión de los dichos de Jesús por parte del redactor, compilador o traductor. Notemos:

En aquel mismo tiempo estaban presentes algunos que le informaron acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.  Y en respuesta les dijo él: “¿Se imaginan ustedes que porque estos galileos han sufrido estas cosas eso prueba que ellos eran peores pecadores que todos los demás galileos?  No, les digo en verdad; más bien, a menos que ustedes se arrepientan, todos ustedes igualmente serán destruidos.  O aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre de Siloam, matándolos, ¿se imaginan ustedes que con eso se probó que fueran mayores deudores que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén?  No, les digo en verdad; más bien, a menos que ustedes se arrepientan, todos ustedes serán destruidos de la misma manera”.- Lucas 13:1-5

Es interesante que en este pasaje se nos declara que ciertas muertes trágicas o accidentes no son castigos divinos por los pecados. 

¿Se imaginan ustedes que porque estos galileos han sufrido estas cosas eso prueba que ellos eran peores pecadores que todos los demás galileos?  No

 O aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre de Siloam, matándolos, ¿se imaginan ustedes que con eso se probó que fueran mayores deudores que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén?  No

Sin embargo, parece un contrasentido que Jesús utilizara inmediatamente una frase dando a entender un castigo por no arrepentirse después de citar los ejemplos. Lea con atención:

“¿Se imaginan ustedes que porque estos galileos han sufrido estas cosas eso prueba que ellos eran peores pecadores que todos los demás galileos?  No, les digo en verdad; más bien, a menos que ustedes se arrepientan, todos ustedes igualmente serán destruidos.  O aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre de Siloam, matándolos, ¿se imaginan ustedes que con eso se probó que fueran mayores deudores que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén?  No, les digo en verdad; más bien, a menos que ustedes se arrepientan, todos ustedes serán destruidos de la misma manera”

¿Igualmente? ¿De la misma manera? 

Con claridad notamos que aquí hay algo que no encaja. ¿Como es posible que Jesús estuviese enseñando que los accidentes no son castigos divinos y a la vez diga que "igualmente" y "de la misma manera serán destruidos" aquellos que no se arrepienten?

Pocas personas reflexivas han meditado en estos versículos. Las posibles explicaciones son las siguientes:

1- Jesús quiso decir que la "destrucción" aludida realmente significa una muerte provocada por medios de accidentes o terceras personas. El que "no se arrepientan" significaba un curso de acción que los lleva por sus propias obras a una muerte violenta provocada por revueltas debido a cosechar sus frutos. 

2- El traductor o redactor forzó la explicación anterior dando a entender un castigo divino por el no arrepentimiento.

Esto nos hace ver que la llamada "destrucción" descrita en muchas partes de la Biblia significa sencillamente una muerte no causada por medios divinos, sino por la propia cosecha humana, aunque en el futuro muchos han intentado darle una aplicación de castigo divino. ¿Cuantos otros pasajes habrán sufrido una suerte similar?

Ciertamente esto sería coherente con el mismo contexto inmediato en la cual se está hablando de un accidente o una revuelta sangrienta en la que Dios no tuvo nada que ver.

Los Documentos de Urantia precisamente nos cuentan que Jesús estaba hablando aquí sobre los accidentes o desgracias:
(1830.3) 166:4.3 «Demasiado tiempo creyeron vuestros antepasados que la prosperidad era un signo de aprobación divina; las adversidades, manifestaciones de la ira de Dios. Yo declaro que estas creencias son supersticiones. ¿Acaso no observáis que los pobres reciben con regocijo y en mucho mayor número el evangelio y entran inmediatamente al reino? Si la riqueza es prueba del poder divino ¿por qué se niegan los ricos tan frecuentemente a creer en esta buena nueva del cielo?
(1830.4) 166:4.4 «El Padre hace caer su lluvia sobre el justo y el injusto; el sol del mismo modo brilla sobre el recto y el que no lo es. Vosotros sabéis de aquellos galileos cuya sangre Pilato mezcló con los sacrificios, pero yo os digo que esos galileos no eran de ninguna manera más pecadores que sus semejantes sólo porque les sucedió esto. También sabéis de los dieciocho hombres sobre los que cayó la torre de Siloé, matándolos a todos. No penséis que estos hombres así destruidos eran más pecadores que todos sus hermanos en Jerusalén. Estos seres fueron simplemente víctimas inocentes de uno de los accidentes temporales.
(1830.5) 166:4.5 «Existen tres tipos de acontecimientos que pueden ocurrir en vuestras vidas:
(1830.6) 166:4.6 «1. Podéis compartir de aquellos acontecimientos normales que son parte de la vida que vivís vosotros y vuestros semejantes en la tierra.
(1830.7) 166:4.7 «2. Podéis por casualidad caer víctimas de uno de los accidentes de la naturaleza, o de uno de los infortunios de los hombres, sabiendo plenamente que estos sucesos no están de ninguna manera predeterminados ni son por otra parte producidos por fuerzas espirituales.
(1830.8) 166:4.8 «3. Podéis cosechar los frutos de vuestros esfuerzos directos por cumplir con las leyes naturales que gobiernan el mundo.»
(1830.9) 166:4.9 «Hubo cierto hombre que plantó una higuera en su patio, y después de ir muchas veces a la higuera buscando frutos y al no haber encontrado ninguno, llamó a los viñateros ante su presencia y dijo: ‘He aquí que he venido por estas tres temporadas buscando frutos en esta higuera y no he encontrado ninguno. Derribad este árbol estéril; ¿por qué tiene que estar aquí ocupando lugar?’ El jardinero en jefe respondió a su amo: ‘Déjalo tranquilo por un año más para que yo pueda cavar alrededor de él y darle fertilizante, y luego el año que viene, si no produce frutos, lo cortaremos'. Así pues, cuando cumplieron ellos con las leyes de la fecundidad, puesto que el árbol estaba vivo y en buen estado, fueron recompensados con una cosecha abundante.
Es interesante que también Lucas 13 cita de esa parábola a continuación de hablar sobre el asunto de los rebeldes asesinados por Pilatos y la Torre de Siloam, pero no hace ninguna introducción para aclarar que esa parábola era parte de la misma instrucción que hace ver que muchas desgracias son causadas por la siembra de las malas acciones humanas o privación de cosechar buenos frutos.

Todo parece indicar que el evangelista recogió al bruto aquellos asuntos como de forma suelta, sin ordenarlos ni explicarlos, simplemente como una plasmación de algunos recuerdos con muchas lagunas . Este patrón parece repetirse en toda la estructura evangelística de los los cuatro libros.