viernes, 6 de junio de 2014

Unidad con el Padre


(1205.3) 110:2.5 Tú, como criatura personal, tienes mente y voluntad. El Ajustador, como criatura prepersonal, tiene premente y prevoluntad. Si te conformas tan plenamente con la mente del Ajustador, como veis con los mismos ojos, entonces vuestras mentes se vuelven una sola, y tú recibes el refuerzo de la mente del Ajustador. Posteriormente, si tu voluntad ordena y obliga a la ejecución de las decisiones de esta nueva mente combinada, la voluntad prepersonal del Ajustador obtiene expresión de personalidad a través de tu decisión, y en cuanto se refiera a ese proyecto en particular, tú y el Ajustador seréis uno. Tu mente ha alcanzado la sincronización divina, y la voluntad del Ajustador ha logrado expresión de personalidad.

Jesús en la Tierra nos habló de esta experiencia de unidad con el Padre que podemos lograr. Y se refería a ese contacto con el Dios que nos habita. Y esta experiencia en la carne es la más sublime que podemos obtener. Encontrar al Padre nos catapulta "hasta las estrellas" y una seguridad y paz difícil de explicar nos invade cuando logramos entrar en unidad con Dios. Esta unidad con el Creador ilumina nuestra vida actual y la libera del temor, y todo a nuestro alrededor se contagia con nuestro poder transformador. La vida adquiere un significado maravilloso. Esta experiencia sumamente personal y trascendental para el hombre constituye la única religión verdadera.

Pero esa unidad no se logra de un día para otro. Requiere varios pasos, pero aquello debe ser nuestra gran meta para nosotros que buscamos al Padre, mientras estamos en la Tierra.
(1206.4) 110:3.6 No debes considerar la cooperación con tu Ajustador como un proceso particularmente consciente, porque no lo es; pero tus motivos y tus decisiones, tus determinaciones fieles y tus deseos supremos, constituyen la cooperación real y eficaz. Puedes aumentar conscientemente la armonía Ajustadora al:
(1206.5) 110:3.7 1. Elegir responder a la guía divina; basar sinceramente la vida humana en la conciencia más alta de la verdad, la belleza y la bondad, y luego coordinar estas cualidades divinas a través de la sabiduría, la adoración, la fe y el amor.
(1206.6) 110:3.8 2. Amar a Dios y desear ser como él —reconocimiento genuino de la paternidad divina y adoración amante del Padre celeste.
(1206.7) 110:3.9 3. Amar al hombre y sinceramente desear servirle —reconocimiento sincero de la hermandad de los hombres acoplado con un afecto inteligente y sabio por cada uno de tus semejantes mortales.
(1206.8) 110:3.10 4. Aceptación regocijada de la ciudadanía cósmica —reconocimiento honesto de tus obligaciones progresivas al Ser Supremo, conciencia de la interdependencia del hombre evolucionario y de la Deidad evolutiva. Éste es el nacimiento de la moralidad cósmica y el alba de la comprensión del deber universal.