sábado, 5 de julio de 2014

Lo que la Biblia enseña: La misión de Jesús de Nazaret

Las Escrituras señalan que Jesús tuvo una existencia prehumana en los cielos. El colaboró en crear el inmenso universo y a los seres vivos.

“Porque por medio de él todas las [otras] cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles, no importa que sean tronos, o señoríos, o gobiernos, o autoridades. Todas las [otras] cosas han sido creadas mediante él y para él” – Colosenses 1:16.

Debido a esa singular relación que él tiene como constructor de nuestro universo y de los seres humanos, era esencial que él mismo viniese a restaurar la relación de los hombres con Dios. Jesús lo hizo de dos formas:

1-     Al proclamar su mensaje que puede transformar el mundo.
2-     Al vivir una vida inspiradora para todos nosotros.

Jesús vivió la experiencia humana de forma sublime. El conoció cada etapa humana desde la niñez a la adultez,  y experimentó cada prueba que tenemos que soportar y puede entendernos a la perfección (Hebreos 4:15). Esta experiencia humana lo capacitó para ser el gobernante y rey  perfecto de su universo, ya que entiende el punto de vista personal de sus criaturas y se vuelve un ejemplo inspirador para nuestra salvación (Hebreos 5:8,9).

Cuando Jesús nació en la Tierra, la humanidad adoraba a miles de dioses caprichosos y egoístas. El pueblo de Israel era el único que había podido mantener el concepto de un único Dios verdadero. Pero los fariseos y saduceos de los días Cristo habían creado la imagen de un monarca severo y distante.

Sin embargo, Jesús magistralmente enseñó que Dios es un Padre amoroso que se interesa personalmente en cada ser humano, y a la vez que nos da un ejemplo a todos las personas:

 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo’. Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen;  para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.  Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones? Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto”. – Mateo 5:43-48

Notamos como él recalca que tenemos un Padre amoroso, y que nosotros como sus hijos debemos imitarle. Jesús también enseñó algo inédito. Podemos orar personalmente a Dios como nuestro propio Padre (Mateo 6:9-10).

En todas las enseñanzas de Jesús y parábolas notamos que él nos enseña el carácter amoroso de Dios como Padre, y como nosotros debemos amarnos unos a otros como hermanos, hijos de ese mismo Dios:

1-     El Sermón del Monte contiene el secreto de las relaciones humanas felices y como podemos tener una relación con Dios. (Mateo capítulo 5 al 7).
2-     La Parábola del Buen Samaritano nos enseña que debemos amar de forma práctica y altruista a quiénes son de otra raza, nacionalidad y religión (Lucas 10:29, 33-37). La Parábola del Deudor nos enseña como perdonarnos unos a otros (Mateo 18:23-35.), etc.
3-     La Parábola del Hijo Pródigo nos enseña como podemos recobrar nuestra relación con el Padre Universal y como él nos ama (Lucas 15:11-32). La Ilustración de la oveja perdida y la moneda de dracma nos ayuda a entender como cada persona, incluso los pecadores, son buscados por el Padre Celestial a nivel individual  (Lucas 15: 1-10). También nos enseña que como Hijos de Dios poseemos la capacidad de tener Fe y confianza en Dios, y lograr cosas imposibles para los hombres, superar problemas como montañas (Marcos 11:22-25), etc.

Las Escrituras dicen que Jesús predicó “las buenas nuevas del reino” (Mateo 5:23). Solo cuando consideramos todas sus enseñanzas en conjunto comprendemos en que consistía esa predicación del Reino de Dios, el cual está realmente ligado a la Paternidad de Dios y la hermandad entre los hombres. En un capítulo posterior ahondaremos en esa enseñanza.

Pero hemos dicho que Jesús mismo también vivió como ser humano las mismas enseñanzas que él nos dejó. El es un ejemplo inspirador que nos demuestra que es posible hacer la voluntad de Dios y practicar de forma viviente la Paternidad de Dios, hacer brillar nuestra condición de poder y Fe como Hijos de Dios, y demostrar que todos los hombres son nuestros hermanos, transformando el mundo mediante practicar el amor.

Jesús oraba a su Padre y tenía una estrecha relación con él (Lucas 6:12), demostraba una Fe poderosa para superar las adversidades o situaciones imposibles (Juan 11:41,42). Y era alguien que amaba a todos los seres humanos, sin importar su condición o como eran juzgados por la sociedad de sus días (Lucas 19:1-10; Mateo 21:31-32; Mateo 8:5-13; Lucas 7:36).

Notamos como Jesús vivía sus enseñanzas. Cristo se ha convertido en la figura más influyente de la Historia de la humanidad, pero aún hoy día muchas personas no practican lo que él enseñó,  a pesar de llamarse "cristianos". Con respecto al poder de la vida y las enseñanzas de Jesús y la forma como puede influir en la humanidad, el famoso líder Mahatma Gandhi dijo a Lord Irwin:

 “Cuando el país suyo y el país mío obren a una en conformidad con las enseñanzas que Cristo estableció en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros países, sino los del mundo entero.”

Ese es el poder de las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Cristo mismo dijo sobre quiénes desean practicar y dar a conocer sus enseñanzas:

“Muy verdaderamente les digo: El que ejerce fe en mí, ese también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que estas” – Juan 14:12

La Biblia indica que Jesús dio su vida por la humanidad (Romanos 3:25,26; 5:10,11). Pero su trágica muerte en la cual derramó su sangre, en realidad representa la entrega de toda su vida, de todo lo que hemos comentado antes. Ejercemos fe en él realmente como la "Masa Rocosa" cuando vivimos sus enseñanzas:

”Por lo tanto, a todo el que oye estos dichos míos y los hace se le asemejará a un varón discreto, que edificó su casa sobre la masa rocosa.  Y descendió la lluvia y vinieron las inundaciones y soplaron los vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa, pero no se hundió, porque había sido fundada sobre la masa rocosa.  Además, a todo el que oye estos dichos míos y no los hace se le asemejará a un varón necio, que edificó su casa sobre la arena.  Y descendió la lluvia y vinieron las inundaciones y soplaron los vientos y dieron contra aquella casa, y se hundió, y fue grande su desplome”. – Mateo 7:24-27

Actualmente la gente recuerda a Jesús solo como un bebé en un pesebre o un hombre muerto en la cruz. Otros hablan de él como un rey celestial, y otros como un Dios al cual debe adorársele centrándose en su figura. Aunque esas pueden ser imágenes de las distintas facetas de Cristo, para el Padre Celestial y para su Hijo, centrarse exclusivamente en esas facetas no es indicativo de hacer la voluntad de Dios (Mateo 7:21-23).  Lo que Jesús quería realmente era que practicáramos sus enseñanzas, que viviéramos su mensaje.  De ésta forma hacemos de su vida un ejemplo inspirador, y realmente estamos honrando al Hijo de Dios.

Vivir sus enseñanzas y transmitirlas contiene el secreto de una civilización verdadera, y la clave para resolver todos los problemas del mundo.


Preguntas del capítulo: ¿De que dos formas Jesús cumplió su misión en la Tierra? ¿Que dos elementos importantes contienen las enseñanzas de Jesús de Nazaret? ¿Qué es lo que desea Jesús en relación a su persona?