Cuando un mundo llega a la etapa de "luz y vida" sucede
este acontecimiento:
(622.1) 55:1.1 La presencia del
templo morontial en la capital de un mundo habitado es el certificado de
admisión de dicha esfera a las edades establecidas de luz y vida. Antes de que
los Hijos Instructores abandonen un mundo, cuando concluye su misión terminal, inauguran
esta época final de logro evolucionario; presiden ese día en que «el templo sagrado desciende a la
tierra». Este acontecimiento, que señala los albores de la era de luz y
vida, se ve siempre honrado con la presencia personal del Hijo Paradisiaco
autootorgador en ese planeta, que concurre para presenciar este gran día. Ahí,
en este templo de belleza incomparable, este Hijo autootorgador Paradisiaco
proclama al antiguo Príncipe Planetario como el nuevo Soberano Planetario,
otorgando a ese fiel Hijo Lanonandek nuevos poderes y mayor autoridad sobre los
asuntos planetarios. El Soberano del Sistema también está presente y confirma
estas declaraciones.
(622.3) 55:1.3 Aunque se dice que los templos planetarios «descienden de los cielos», en
realidad no se transporta material real desde la sede central del sistema. La
arquitectura de cada uno de ellos se prepara en miniatura en la capital del
sistema, y los Supervisores del Poder Morontial posteriormente traen al planeta
esos planes aprobados. Ahí, en asociación con los Controladores Físicos
Decanos, se procede con la construcción del templo morontial, de acuerdo con
las especificaciones.
(622.4) 55:1.4 El templo morontial promedio tiene una capacidad de
alrededor de trescientos mil asientos. Estos edificios no se utilizan para la
adoración, ni para la recreación ni para recibir transmisiones; están dedicados
a las ceremonias especiales del planeta tales como: comunicaciones con el
Soberano del Sistema o con los Altísimos, ceremonias especiales de
visualización diseñadas para revelar la presencia personal de seres
espirituales, y contemplación cósmica silenciosa. Las facultades de filosofía
cósmica aquí celebran las ceremonias de graduación, y aquí también reciben los
mortales del reino reconocimiento planetario de sus logros de elevado servicio
social y otros logros destacados.
(622.5) 55:1.5 Estos templos morontiales también sirven como sitios de
congregación para presenciar el traslado de los mortales vivientes a la
existencia morontial. Precisamente debido al hecho de que el templo de traslado
está compuesto de material morontial, no se desintegra en la gloria flameante
del fuego devorador que oblitera tan completamente los cuerpos físicos de
aquellos mortales que ahí experimentan la fusión final con sus Ajustadores
divinos. En un mundo grande, estas llamas de traslado son casi continuas, y a
medida que aumenta el número de traslados, se proveen santuarios subsidiarios
de vida morontial en diferentes zonas del planeta. No hace mucho tiempo estuve
en un mundo en el lejano norte en el cual funcionaban veinticinco santuarios
morontiales.
(623.4) 55:2.4 Una vez que la familia, los amigos y el grupo de trabajo de
dicho candidato para la fusión se han congregado en el templo morontial, se los
distribuye alrededor del escenario central en el que descansan los candidatos
para la fusión, quienes departen libremente con sus amigos reunidos. Se forma
un círculo intermedio de personalidades celestiales para proteger a los
mortales materiales de la acción de las energías que se manifiestan en el
instante del «destello de vida» que libera al candidato para la ascensión de
las cadenas de la carne material, haciendo de este modo para dicho mortal
evolucionario todo lo que la muerte natural hace para los que así son liberados
de la carne.
(623.5) 55:2.5 Se pueden congregar al mismo tiempo muchos candidatos para
la fusión en el espacioso templo. ¡Qué bella ocasión cuando los mortales se
reúnen así para presenciar la ascensión en llamas espirituales de sus seres
queridos!, y ¡qué contraste con aquellas edades previas en las que los mortales
deben entregar sus muertos al abrazo de los elementos terrestres! Las escenas de llantos y lamentos
características de las épocas más primitivas de la evolución humana son
reemplazadas ahora por la felicidad estática y el más sublime entusiasmo,
mientras estos mortales que conocen a Dios se despiden temporalmente de sus
seres queridos que al liberarse de sus asociaciones materiales mediante los
fuegos espirituales de consumidora grandeza y gloria ascendente. En los mundos
establecidos en luz y vida, «los funerales» son ocasiones de felicidad suprema,
satisfacción profunda, y esperanza inexpresable.
(623.6) 55:2.6 Las almas de estos mortales en progreso están cada vez
más pletóricas de fe, esperanza y certidumbre. El estado de ánimo que impregna
a los que han reunido alrededor del santuario de traslado se asemeja al de los
amigos y familiares regocijados que se congregan para la ceremonia de
graduación de un integrante de su grupo, o que se congregan para presenciar el
otorgamiento de un gran honor a uno de ellos. Y sería muy útil que los mortales
menos avanzados pudieran aprender a visualizar la muerte natural con un poco de
esta misma alegría y regocijo.
Juan
el Revelador pudo observar esta etapa avanzada cuando escribió:
2 Y yo
Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
3 Y oí
una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo
estará con ellos como su Dios.
4 Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto,
ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. – Apocalipsis 21