La Biblia está llena de
asuntos relativos a dejar simientes, procrear descendencias, lanzar prole, etc.
Es tan imperativo hacerlo que ocurren
muchas situaciones “chocantes” para el hombre moderno. Onán por ejemplo es
ejecutado por interrumpir su coito. Las hijas de Lot emborrachan a su padre y
tienen relaciones con él para dejar descendencia, Abrahán se acuesta con Agar
su esclava, pese a que amaba a Sara, pero el deber era la procreación. Hay
varios casos de matrimonios por deber, como el de Rut, Ester, y sin olvidar las
cientos de concubinas de David o Salomón.
Es irrisorio que hoy
muchos digan que “Dios permitió” tales asuntos para salvaguardar la
descendencia prometida. Esto es extraño, por que da a entender que dicha
simiente dependía de una línea de sangre, y sin embargo, los mismos creyentes
en esta idea afirman que la misma Biblia dice que Jesús fue engendrado por Espíritu
Santo.
En realidad, la existencia
de la poligamia reflejaba que existía un deseo por esparcir simiente, una
cultura ancestral previa que se había traslapado a otra cultura impuesta que
era el arreglo de familia. Es extraño, por lo tanto, que el Dios de Israel
permitiese un asunto incluso en la misma nación Israelita si la historia prácticamente
empezaba con ellos. ¿Por qué no dio un mandato específico como lo fue lo de “no
comer sangre”? Esta reflexión permite comprender que hay raíces mucho más
antiguas para algunos asuntos sociales.
Dios o las leyes divinas no castigan a Abrahán, a las hijas de Lot y Salomón como adúlteros, porque los parámetros mentales con que ellos efectuaron esos asuntos eran diferentes al hombre de la Era cristiana.
Cuando leemos el Libro de Urantia y nos topamos con la historia de Adán y Eva hace 37.000 años aparece algo “chocante” para los lectores modernos (pero que no debería serlo tanto dado lo mencionado incluso en la Biblia).
Dios o las leyes divinas no castigan a Abrahán, a las hijas de Lot y Salomón como adúlteros, porque los parámetros mentales con que ellos efectuaron esos asuntos eran diferentes al hombre de la Era cristiana.
Cuando leemos el Libro de Urantia y nos topamos con la historia de Adán y Eva hace 37.000 años aparece algo “chocante” para los lectores modernos (pero que no debería serlo tanto dado lo mencionado incluso en la Biblia).
Se nos muestra que la
falta de Eva tuvo que ver con procrear descendencia con Cano, un nativo autóctono
del planeta. Los Hijos Materiales eran unos verdaderos sementales. Su trabajo
era procrear entre los dos casi un millón de adanitas de línea pura. Luego,
estos hijos de Adán y Eva partirían como emisarios a elevar las razas biológicas
de la Tierra. Las intrigas de Caligastia llevaron a Eva a precipitarse para
esparcir más rápidamente sus genes entre los nativos. Esto violaba una regla
hacia los Hijos Materiales. Pero la falta no fue realmente la relación sexual
(como muchos teólogos han interpretado mal, aunque han percibido algo
relacionado entre líneas), sino saltarse el procedimiento planetario. Y también
Eva y Adán se amaban profundamente. Esto es difícil de entender para nosotros
los contemporáneos, ya que para los Hijos Materiales las relaciones sexuales
procreativas eran vistas como un trabajo, estaban desprovistas de toda
connotación erótica y pornográfica de los pueblos modernos, también estaban
desvinculadas de cuestiones románticas, aunque tampoco Eva era fría (como se
imagina a las prostitutas de hoy), sino que al ser seres de una naturaleza
extraterrestre, el asunto más bien lo veían como un trabajo científico de
procreación de una raza mejorada. La caída de Eva no fue el deseo de la carne (como
se entiende hoy), no fue el deseo sexual tal como hoy la humanidad lo
experimenta, sino que intencionadamente se saltó un procedimiento relacionado con
la procreación, el dejar buena simiente y descendencia en la Tierra (aunque
evidentemente Cano era un buen ejemplar biológico para recombinar genes).
Cuando Adán y Eva mismo fueron privados del árbol de la vida por saltarse el procedimiento, y sabiendo que morirían en poco tiempo en relación a los miles de años proyectados, Adán mismo tuvo varias mujeres:
Cuando Adán y Eva mismo fueron privados del árbol de la vida por saltarse el procedimiento, y sabiendo que morirían en poco tiempo en relación a los miles de años proyectados, Adán mismo tuvo varias mujeres:
(851.6) 76:4.8 Tras
haberse establecido en el segundo jardín junto al Eufrates, Adán optó por dejar
atrás tanto plasma vital como le fuera posible para beneficiar el mundo después
de su muerte. Como corresponde, se convirtió Eva en jefa de la comisión de doce
miembros sobre el perfeccionamiento de las razas; antes de morir Adán, esta
comisión había seleccionado a 1.682 mujeres del tipo superior en Urantia, y
éstas fueron impregnadas con el plasma vital de Adán. Todos sus hijos llegaron
a la madurez excepto 112, de modo que el mundo, de esta forma, fue beneficiado
por la adición de 1.570 hombres y mujeres superiores. Si bien estas madres
candidatas fueron seleccionadas de todas las tribus circundantes y
representaban la mayoría de las razas de la tierra, fue escogida la mayoría de
los elementos superiores de los noditas, y constituyeron las semillas de la
poderosa raza andita. Estos hijos nacieron y se criaron en el contorno tribal
de su madre respectiva.
A pesar de que la poligamia se practicaba fuera del Jardín y tenía un origen evolutivo social, lo que ocurre con Adán y Eva nos explica como en esas culturas más próximas al Edén, se recurre a métodos semejantes a fin de a toda costa procrear simiente. No olvidemos que los hebreos eran descendientes de las razas adanitas.
A pesar que Abrahán amaba a Sara, ámbos consienten en que Abrahán procree con Agar su esclava un hijo. Onán es castigado por no levantar simiente, y ocurren todos los ejemplos bíblicos mencionados en dónde los antiguos desvinculaban el sexo del asunto emocional. No lo hacían como el hombre moderno lo ejecuta, con miras al placer y al hedonismo, sino que lo efectuaban (al igual que los Adán y Eva fracasados) con el imperativo de dejar simiente a toda costa. Y esto se traslapa con el ejemplo de núcleo familiar. Miles de años despúes aparecen los concubinatos, se combina desafotunadamente con abuso y sometimiento a la mujer, tal como ocurre en algunas culturas Islamicas, en donde muchos factores se mezclan (pero permanece ese eco divino lejano de la misión adánica de "hagánse muchos").
Originalmente Adán y Eva eran monógamos, y jamás tendrían que ámbos haber recurrido a precipitar los planes biológicos, si no hubiese sido por el engaño del Príncipe Planetario. Al ocurrir esto, el plasma vital de Adán fué muy inferior a lo proyectado y comenzó a diluirse por el mundo. Esto, sin embargo, tal como hemos comentado, logró el ascenso de fascinantes pero efímeras civilizaciones como los Egipcios, Griegos, etc.
Durante y después del cristianismo y durante la Edad Media, el romanticismo surge de forma muy asociada a la fidelidad sexual. Los pueblos modernos son más sensibles a este asunto, con patrones mentales muy diferentes a los antiguos cercanos a Adán (que en realidad no eran primitivos sino diferentes). Los pueblos modernos basan el amor romántico en el desarrollo Medieval, en la inspiración de Shakespeare con la idealización de Romeo y Julieta. Pero la búsqueda tonta del placer también reaparece con fenómenos como el erotismo, la pornografía degradante que desvinculan al sexo de la parte afectiva y reproductiva base. La razón de los problemas sexuales de los hombres radica en la prematura mezcla de la sangre adánica (que estaba desprovista de estos desórdenes) con los genes de las tribus nativas:
(942.4) 84:8.3 La raza violeta introdujo una característica nueva y tan sólo imperfectamente comprendida en la experiencia de la humanidad: el instinto del esparcimiento combinado con el sentido del humor. Ya existía éste entre los sangik y los andonitas, pero la raza adánica elevó esta propensidad primitiva a un potencial de placer, una forma nueva y glorificada de la autogratificación. El tipo básico de autogratificación, aparte del satisfacer el hambre de alimento, es la gratificación sexual, y esta forma de placer sensual fue enormemente aumentada por la combinación de los sangik y los anditas.
Recordemos que los adanitas eran los impulsores del arte e imaginación creativa. En cambio para los primitivos el instinto animal primaba y su apareamiento era puramente biológico como en las especies animales. La combinación prematura entre adanitas (que podían controlar y dirigir el impulso sexual de forma casi cientifica), y pueblos más salvajes provoca la aparición del impulso sexual mezclado con la imaginación artística, la búsqueda del placer y la relación del sexo vinculado a la gratificación. La sensualidad, el erotismo e incluso las formas degradantes de sexualidad surgen de esta combinación negativa ya que el plasma de las tribus nativas era mayor, por lo que el impulso sexual se descontrolaría con más frecuencia. Esto hace que los pueblos modernos sean soñadores y tengan fantasías sexuales, que buscan constantemente la autogratificación, la cual es finalmente negativa.
(942.5) 84:8.4 Existe un
verdadero peligro en la combinación de la inquietud, curiosidad, aventura y
abandono al placer característica de las razas postanditas. El hambre del alma
no puede ser satisfecha por los placeres físicos; el amor del hogar y de los
hijos no se aumenta con la búsqueda tonta del placer. Aunque agotéis los
recursos del arte, el color, el sonido, el ritmo, la música y el adorno de la
persona, no podréis esperar elevar de ese modo el alma ni alimentar el
espíritu. La vanidad y la moda no pueden ministrar al establecimiento del hogar
y a la puericultura; el orgullo y la rivalidad no tienen poder alguno para
elevar las calidades de sobrevivencia de las generaciones venideras.
Finalmente, este desequilibrio ha provocado hasta el colapso de civilizaciones.
(943.1) 84:8.6 Los
placeres son en verdad un suicidio si destruyen la propiedad privada, que se ha
tornado la institución del automantenimiento; y las autogratificaciones por
cierto han costado un precio fatal si traen aparejado el colapso del matrimonio,
la decadencia de la vida familiar y la destrucción del hogar —la adquisición
evolucionaria suprema del hombre y la única esperanza de la civilización por la
supervivencia.
Realmente hay una lucha interior, a la cual Pablo se refería, la cual involucraba la naturaleza de la sangre adánica que era más sensible al Espíritu, que la naturaleza carnal más desordenada y asociada al animal.
(382.4) 34:7.4 Los pueblos de Urantia están sufriendo las consecuencias de una
doble privación de ayuda en esta tarea de progresivo logro espiritual
planetario. La sublevación de Caligastia precipitó una confusión mundial y robó
a todas las generaciones subsiguientes de la asistencia moral que una sociedad
bien ordenada hubiera provisto. Pero aun más desastrosa fue la falta de Adán
que privó a las razas de un tipo superior de naturaleza física que habría sido
más armoniosa con las aspiraciones espirituales.
(382.5) 34:7.5
Los mortales de Urantia están forzados a someterse a tan profunda lucha entre
el espíritu y la carne debido a que sus ancestros remotos no estuvieron más
plenamente imbuídos y adanizados por el otorgamiento edénico. Según el plan
divino, las razas mortales de Urantia deberían haber contado con naturalezas
físicas más naturalmente sensibles al espíritu.
(382.2) 34:7.2 Los
mortales evolucionarios que habitan mundos normales de progreso espiritual no
experimentan los agudos conflictos entre el espíritu y la carne que
caracterizan a las razas de hoy en día en Urantia. Pero aun en los planetas más
ideales, el hombre preadánico debe esforzarse positivamente para ascender desde
el plano puramente animal de la existencia por los sucesivos niveles de significados
cada vez más intelectuales y valores espirituales más elevados.
(382.3) 34:7.3 Los
mortales de un mundo normal no experimentan una constante lucha entre sus
naturalezas material y espiritual. Se enfrentan a la necesidad de subir desde
los niveles animales existentes hasta planos más altos de vida espiritual, pero
este ascenso más se parece a un curso de capacitación si se lo compara con los
intensos conflictos de los mortales urantianos en este reino de divergentes
naturalezas material y espiritual.
(382.6) 34:7.6 A pesar de
este doble desastre para la naturaleza del hombre y su medio ambiente, los
mortales de hoy en día experimentarían menos de este aparente conflicto entre
la carne y el espíritu si quisieran entrar en el reino del espíritu, donde los
hijos de Dios por la fe disfrutan relativa redención de la servidumbre
esclavizadora de la carne en el servicio iluminado y liberador de la devoción
sincera al cumplimiento de la voluntad del Padre en el cielo. Jesús le mostró a
la humanidad el camino nuevo de la vida mortal por donde los seres humanos
pueden escapar de la mayor parte de las espantosas consecuencias de la rebelión
de Caligastia y compensar más eficientemente las privaciones resultantes de la
falta de Adán. «El espíritu de vida de Cristo Jesús nos ha liberado de la ley
de la vida animal y de las tentaciones del mal y el pecado». «Ésta es la
victoria que supera la carne, y aun vuestra fe».
(383.1) 34:7.7 Aquellos
hombres y mujeres que conocen a Dios y que han nacido de la experiencia de
Espíritu, no experimentan conflicto con sus naturalezas mortales más de lo que
lo hacen los habitantes de los mundos y planetas más normales, que nunca han
sido manchados por el pecado ni tocados por la rebelión. Los hijos de fe
trabajan en niveles intelectuales y viven en planos espirituales muy por encima
de los conflictos producidos por desenfrenados o desnaturalizados deseos
físicos. Los estímulos nor-males de los seres animales y los apetitos e
impulsos naturales de la naturaleza física no están en conflicto siquiera con
los más altos logros espirituales excepto en la mente de las personas
ignorantes, mal instruidas, o desafortunadamente, en extremo escrupulosas.
(383.2) 34:7.8 Habiendo
comenzado el camino de la vida eterna, habiendo aceptado el deber y recibido
tus órdenes de avanzar, no temas los peligros del olvido humano e inestabilidad
mortal, no te preocupes por el temor al fracaso, o por la confusión que te deja
perplejo, no vaciles ni interrogues tu estado y situación porque en las horas
sombrías, en cada encrucijada de la lucha por progresar, el Espíritu de la
Verdad siempre hablará, diciendo: «Éste es el camino».