Es indispensable leer todas las entradas anteriores para tener un cuadro completo:
El Nombre del Padre
(22.4) 1:1.1 A
través de los universos, de todos los nombres por los que se conoce a Dios el
Padre, los que se encuentran más frecuentemente son los que le designan como la
Primera Fuente y Centro Universal. El Primer Padre se conoce por varios nombres
en diferentes universos y en diferentes sectores del mismo universo. Los
nombres que la criatura asigna al Creador dependen en gran medida del concepto
que tiene la criatura acerca del Creador. La Primera Fuente y Centro Universal no se ha revelado nunca por su nombre, sólo
por su naturaleza. Si creemos que somos los hijos de este Creador, sólo es natural que lleguemos a llamarle Padre.
Pero éste es un nombre de nuestra propia elección, y parte del reconocimiento
de nuestra relación personal con la Primera Fuente y Centro.
En los Documentos comentan
que Dios nunca se ha revelado con un nombre de etiqueta, tal como solemos
entender actualmente la palabra “nombre”. Más bien, solo mediante su naturaleza, o
cualidades, mediante su personalidad, armonizando con los apuntes de las
entradas anteriores. Y es interesante la vinculación con la expresión Padre.
(22.5) 1:1.2 El
Padre Universal nunca impone ninguna forma de reconocimiento arbitrario, de
adoración formal, ni de servicio servil a las criaturas volitivas inteligentes
de los universos. Los habitantes evolucionarios de los mundos del tiempo y el
espacio deben por sí mismos —en su corazón— reconocerle, amarle, y
voluntariamente adorarle. El Creador rehusa ejercer coerción o imponer la
sumisión al libre albedrío espiritual de sus criaturas materiales. La afectuosa dedicación de la voluntad
humana a hacer la voluntad del Padre es el regalo más selecto que el hombre
puede hacer a Dios; en efecto, tal consagración de la voluntad de la
criatura constituye la única dádiva posible de verdadero valor que puede hacer
el hombre al Padre Paradisiaco. En Dios, el hombre vive, se mueve, y tiene su
ser; no hay nada que el hombre pueda dar a Dios excepto esta elección de atenerse
a la voluntad del Padre, y estas decisiones, efectuadas por las criaturas
volitivas inteligentes de los universos, constituyen la realidad de esa
adoración auténtica que es tan satisfactoria para la naturaleza del Padre
Creador dominada por el amor.
(22.6) 1:1.3 Cuando hayáis obtenido verdaderamente
conciencia de Dios, luego de descubrir realmente al Creador majestuoso y
cuando comencéis a experimentar la comprensión de la presencia del controlador
divino que en vosotros reside, entonces,
según vuestro esclarecimiento y de acuerdo con la manera y método mediante los
cuales revelan a Dios los Hijos divinos, encontraréis un nombre para el Padre
Universal, que expresará adecuadamente vuestro concepto de la Primera
Fuente y Centro. Así pues, en diferentes mundos y en varios universos, el
Creador se reconoce por numerosos apelativos, que en espíritu de relación significan todos lo mismo, pero, en
palabras y símbolos, cada nombre responde al grado, la profundidad, de su
entronización en el corazón de sus criaturas de determinado dominio.
Notamos que cuando experimentemos
el Nuevo Nacimiento, ocurre una forma espontánea de llamar a Dios en nuestra intimidad
con él.
(23.2) 1:1.5 En
aquellos mundos en los que ha vivido una vida de otorgamiento un Hijo
Paradisiaco, a Dios generalmente se le conoce por algún nombre indicativo de
relación personal, afecto tierno, y devoción paterna. En la sede central de
vuestra constelación se refieren a Dios como el Padre Universal y en diferentes
planetas de vuestro sistema local de mundos habitados, es conocido
alternativamente como el Padre de Padres, el Padre Paradisiaco, el Padre de
Havona, y el Padre Espíritu. Los que conocen a Dios a través de las
revelaciones de los otorgamientos de los Hijos Paradisiacos, ceden con el
tiempo a la atracción sentimental de la relación conmovedora de la asociación
de Creador—criatura, y se refieren a Dios como «nuestro Padre».
(23.3) 1:1.6 En
un planeta de criaturas con sexo, en un mundo en el cual los impulsos de la
emoción paternal son intrínsecos en el corazón de sus seres inteligentes, el
término Padre se vuelve un nombre muy expresivo y apropiado para el Dios eterno.
Y ahora notemos la
vinculación con Yahvé:
(1054.5)
96:1.15 La idea de Yahvé ha sufrido el desarrollo más profundo de todas las
teorías mortales de Dios. Su evolución progresiva tan sólo puede ser comparada
con la metamorfosis del concepto de Buda en Asia, que finalmente llevó al
concepto del Absoluto Universal justo cuando
el concepto de Yahvé finalmente condujo a la idea del Padre Universal.
La próxima entrada
presentará una conclusión asombrosa sobre este asunto.