jueves, 4 de febrero de 2016

Los supuestos exorcismos

Los Documentos narran algunas ocasiones en que Jesús expulsó demonios auténticos, en otras también curó a personas que estaban enfermas mentalmente, y en otros casos había una mezcla de ambas situaciones. El Libro de Urantia dice:

(863.7) 77:7.6 No es mera figura retórica cuando los registros manifiestan: «Y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados y lunáticos». Jesús sabía y reconocía la diferencia entre la demencia y la posesión demoníaca, aunque estos estados se confundían mucho en la mente de los que vivieron en su época y generación.

Podríamos resumir:

1-    Enfermedades nerviosas confundidas con posesiones.
2-    Posesiones demonicas auténticas.
3-    Mezcla de posesiones y enfermedades.

Los apóstoles no podían diferenciar estas situaciones, pero Jesús perfectamente lo hacía. 

Científicamente la posesión demoníaca se considera una de las formas del trastorno disociativo (de conversión) que antiguamente se denominaba histeria. Se codifica en la clasificación internacional de enfermedades mentales (CIE) de la Organización Mundial de la Salud como F-44.3 como trastorno de trance o posesión o como F-44.81 trastorno de personalidad múltiple.

Notemos un caso narrado en los Documentos de Urantia de verdadera posesión:

(1755.8) 158:4.2 Aunque la muchedumbre sostenía discusiones diversas, la controversia principal estaba centrada en cierto ciudadano de Tiberiades que había llegado el día anterior en busca de Jesús. Este hombre, Santiago de Safed, tenía un hijo único de unos catorce años de edad, que estaba gravemente afligido de epilepsia. Además de esta enfermedad nerviosa, el muchacho había sido poseído por uno de esos intermedios errantes, malévolos y rebeldes, que entonces estaban presentes y sin control en la Tierra, de manera que el joven era epiléptico y a la vez estaba poseído por un demonio.

Lo notable es que Jesús al expulsar al ser intermedio rebelde que poseía la mente del joven, no usó cánticos, conjuros ni hizo ritos en latín tal como hacen sus supuestos representantes sacerdotales católicos hoy en día. Jesús simplemente ordenó retirarse a esta criatura rebelde. No hizo ninguna pose ni "puesta en escena".

El que posteriormente se haya desarrollado un engorroso sistema de exorcismos parece ser más bien un aprovechamiento del clero hacia la histeria religiosa y los trastornos psicológicos excitados en un ambiente de temor aumentado por los Clérigos que hacen los exorcismos, para de esta formar perpetuar el poder clerical. En la antiguedad los chamanes o sacerdotes mantenían su poder sobre las masas mediante la capacidad del líder espiritual de doblegar al mal. Muchas veces se usaban trucos burdos para hacerlo. Por ejemplo, una versión alterna del Libro de Daniel cuenta como este desenmascaró a unos sacerdotes.

El profeta demuestra que Bel, patrono y protector de Babilonia, no es un dios verdadero. Un rey de Babilonia ofrendaba diariamente delante de su estatua enormes cantidades de alimentos, que eran "devorados" por la estatua de Bel. Daniel demuestra al rey que todos los manjares y alimentos ofrendados al dios, eran, en realidad, consumidos por los sacerdotes de dicho ídolo, sus niños y mujeres, ya que "debajo de la mesa donde se ponía la comida para Bel, habían hecho un túnel secreto, y por allí entraban a comerse la comida del ídolo". Pues bien, Daniel desenmascaró a estos sacerdotes que exaltaban el temor al misticismo y mantenían la esclavitud mental.

El que actualmente miembros de varias religiones ajenas al catolicismo no experimenten estos episodios de exorcismos, y que en realidad no veamos a las personas masivamente poseídas lanzando espuma por la boca, nos hace reflexionar en que esa Era efectivamente ya es cosa del pasado, salvo por el aprovechamiento del Cine ficción de terror y la Iglesia Católica.