¿Qué es la Biblia? La verdad en torno a ella
Por lo general solemos
afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios. Esa afirmación a simple vista es
correcta. No obstante, debemos tener claridad de lo que realmente significa.
El Corán, el Libro del
Mormón e incluso el Bhágavad-guitá tienen una particularidad: Son un solo libro
escrito por un autor. La Biblia en cambio es muy diferente. Es una colección de
varios libros, redactados por diferentes
autores, y recopilados durante varios siglos. Cómo se analizó anteriormente,
aunque los libros internamente pueden ser obras inspiradas, el compendio o
recolección de dichos libros no es un fenómeno inspirado. La expresión
"Biblia" hace alusión a esa reunión de libros. Y desde cierta
perspectiva, esa reunión de libros no
está inspirada. En este capítulo analiceremos objetivamente esta afirmación.
Si hubiésemos vivido en el
siglo I habríamos observado una multitud de libros sagrados circulando. No existía
una "Biblia" que reuniera de forma oficial y dijera cuales libros
eran sagrados o no. Los rollos circulaban independientes unos de otros, y cada
Sinagoga contaba con los que podía tener. Algunas Sinagogas incluso tenían
libros como el de Enoc y otras escrituras que hoy son llamadas apócrifas. Sin
embargo, las comunidades judías y cristianas no hacían distinción entre libros
"apócrifos" y "canónicos". Judas cita en su carta un
fragmento del libro de Enoc. En realidad la canonicidad de cada libro varía
dependiendo de la tradición adoptada. Cómo se vislumbró anteriormente, los
judíos tenían una multiplicidad de libros "sagrados", algunos de los
cuales han desaparecido.
Si hubiésemos sido
cristianos del siglo I, solo una gran parte de los libros del Antiguo
Testamento hubiesen sido considerados "sagrados" e
"inspirados" por nosotros. E incluso estos libros eran considerados
independientes unos de otros, sin formar una biblioteca en forma de una Biblia
compacta. No existía tal cosa.
Para nosotros como
cristianos del siglo I, las cartas apostólicas e incluso los Evangelios aún no
tenían carácter de sagrado en inspirado. No se había desarrollado una tradición
cultural para elevar a la misma categoría las cartas de Pablo que las
Escrituras Hebreas. Por eso Pablo en sus cartas muestra que muchos cristianos
no tomaban en serio sus cartas y otros preferían seguir fuertemente atados a la
Ley de Moisés debido a su tradición histórica y cultural. Esto nos muestra que
NUNCA en el primer siglo las epístolas apostólicas fueron llamadas "La
Palabra de Dios" ni se logró generar hacia ellas un sentimiento de
tradición. Solo eran consideradas recomendaciones espirituales internas de la
Iglesia. Tuvieron que pasar siglos para ese cambio de mentalidad.
Por lo tanto, la Biblia,
para los cristianos del Siglo I, era en realidad las Escrituras Hebreas. Solo a modo de recordatorios y sin el mismo
nivel eran vistas las cartas apostólicas. Muchas cartas apostólicas, y muchos
evangelios estarían en un limbo de aprobación a medida que pasaran los siglos.
Por lo tanto, como muchos
cristianos del siglo I, las instrucciones de Pablo habrían sido colocadas por
nuestra mente en un nivel secundario en relación a la tradición ya establecida.
Y eso el mismo Pablo lo comenta, por que algunos no aceptaban sus
recomendaciones.
Pero así ocurrió desde
tiempos remotos. Incluso en la época de
David, la Biblia prácticamente era los
libros de Moisés. Y tuvieron que pasar generaciones para que los libros de
los "profetas" fueran considerados como "sagrados".
Entonces al comenzar el siglo I, los escritos de los profetas eran vistos como “sagrados”
(con cierta discusión en algunos círculos judíos).
El fenómeno de incluir
libros a la Biblia, por lo tanto ha durado siglos y siglos (desde el último
libro de las Escrituras Hebreas al salto oficial de catálogo de las Escrituras
Griegas hay siglos de separación), y no hay nada que indique que aún ese
fenómeno haya concluido.
Cómo se analizó antes,
libros como el Apocalipsis, la Carta a
los Hebreos y muchos otros, fueron cuestionados en su veracidad durante
siglos. Pero en los siglos posteriores la Iglesia Católica comenzó a elaborar
un catálogo y darle forma a la "Biblia" tal como la conocemos hoy.
De hecho, los libros de la
Biblia nunca tuvieron capítulos o versículos. Fue Esteban Langton,
futuro arzobispo de Canterbury (Inglaterra) quién decidió crear una división en
capítulos, más o menos iguales. Su éxito fue tan resonante que la adoptaron
todos los doctores de la Universidad de París, con lo que quedó consagrado su
valor ante la Iglesia. Sin embargo, era necesario todavía subdividirlos en
partes más pequeñas con numeraciones propias, a fin de ubicar con mayor rapidez
y exactitud las frases y palabras deseadas.
Uno de los primeros
intentos fue el del dominico italiano Santos Pagnino, el cual en 1528 publicó
en Lyon una Biblia toda entera subdividida en frases más cortas, que tenían un
sentido más o menos completo: los actuales versículos.
Sin embargo no le
correspondería a él la gloria de ser el autor de nuestro actual sistema de
clasificación de versículos, sino a Roberto Stefano, un editor protestante.
Éste aceptó, para los libros del Antiguo Testamento, la división hecha por
Santos Pagnino, y resolvió adoptarla con pequeños retoques.
Aunque la arbitraria
división de capítulos y versículos favorecía el estudio y ubicar más rápidamente
los pasajes, en mi opinión trajo una consecuencia nefasta: Se comenzaron a
utilizar los versículos de forma aislada, sectaria, como si el versículo
separado tuviese casi fuerza propia inspirada independiente, dejando de lado
los contextos. Esto ha provocado la manipulación bíblica, el uso y abuso de
ciertas frases dejando de lados el cuadro completo contextual. Debido a esta
separación de versículos se han creado dogmas falsos, interpretaciones
equivocadas, y miles de sectas religiosas.
El Futuro de los Nuevos Libros Revelados
En el presente no hay
tradiciones sociales vinculadas con nuevos libros "revelados". Muchas
veces la gente (en ignorancia) usa el criterio de la simple tradición social y
herencia religiosa para cuestionar libros que afirman traer nueva luz. Pero
esas mismas personas también hubiesen rechazado por la misma regla varios
"libros" que aún no eran reconocidos socialmente como sagrados en los
siglos pasados.
Esta misma apertura mental
debe ser considerada por aquellos nuevos lectores del Libro de Urantia, y que tienen cierta formación bíblica anterior.
Por lo tanto, nuestro
criterio para evaluar una publicación religiosa debe ser el fruto espiritual que produce, su mensaje y contenido, y no una
mera afirmación de tradición social y cultural o el decreto de una autoridad
eclesiástica. Quizás en los siglos posteriores, la sociedad cultural humana en
conjunto añada más libros a las Escrituras Sagradas. No obstante, nuestro
criterio como buscadores de la verdad no debe basarse en la opinión popular o
la tradición social religiosa.
Cómo conclusión entonces
los libros individuales que componen la Biblia pueden tener la inspiración de
la Deidad, pero la colección o el catálogo es otra cosa. Desde ese ángulo la
Biblia como compendio no es inspirada.
¿Hechos exactos?
Los Evangelios son obras
maravillosas que han cambiado el mundo. Cada redactor aportó sus recuerdos
personales y comentarios de otros testigos oculares. En esencia lo narrado en
los Evangelios es correcto. Sin embargo, éstos no son obras que narren detalles exactos. Por esa razón hay
supuestas contradicciones entre éstos. Esto nos enseña la gran lección de que
no podemos tomarlos como obras con hechos que al pie de la letra así
ocurrieron. Para sorpresa de muchos, aporto la investigación honesta de una
obra de la misma sociedad bíblica Watchtower que ha comentado sobre éste punto:
“Cuando dos o más
escritores consideran el mismo suceso, uno de ellos pudiera dar detalles que
otro omitiera. También, diferentes escritores tratan de diversa manera el
asunto que consideran. Un escritor pudiera considerar el asunto
cronológicamente, mientras que otro pudiera optar por un orden diferente.
Testigos independientes
Surgen “contradicciones”
cuando se dan dos o más relatos del mismo incidente. Por ejemplo, en Mateo 8:5
leemos que cuando Jesús vino a Capernaum “se le acercó un oficial del ejército,
y le suplicó” que curara a su criado. Pero en Lucas 7:3 leemos que aquel
oficial del ejército “envió a él algunos ancianos de los judíos a pedirle que
viniera a sacar de peligro a su esclavo”. ¿Habló a Jesús el oficial del
ejército, o envió a los ancianos a hacerlo?
Considere otro ejemplo
similar. Mateo 20:20, 21 dice: “Se le acercó [a Jesús] la madre de los hijos de
Zebedeo con sus hijos, rindiéndole homenaje y pidiéndole algo”. Ella pidió que
sus hijos recibieran la posición más favorecida cuando Jesús entrara en su
Reino. El relato de Marcos dice lo siguiente sobre este mismo suceso: “Santiago
y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: ‘Maestro,
queremos que hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos’”. (Marcos
10:35-37.) ¿Quién presentó la solicitud a Jesús?, ¿los dos hijos de Zebedeo, o
la madre de ellos?
Es obvio que los dos hijos
de Zebedeo hicieron la solicitud, como declara Marcos. Pero la hicieron
mediante su madre. Ella fue su portavoz.
¿Ha oído usted a dos
personas describir un suceso que ambas han visto? Si así es, ¿ha notado que
cada una enfatiza los detalles que le han causado impresión? Una quizás omite
cosas que la otra menciona. Sin embargo, ambas personas dicen la verdad. Lo
mismo pasa en los cuatro relatos evangélicos del ministerio de Jesús, y en el
caso de otros sucesos históricos informados por más de un escritor bíblico.
Cada escritor ha presentado información exacta aunque alguno haya registrado
detalles que otro haya omitido. Al considerar todos los relatos se puede
obtener mejor entendimiento de lo que ha sucedido. Esas variaciones prueban que
los relatos bíblicos son independientes. Y su armonía esencial prueba que son
verídicos.
Con exageración
justificable, el apóstol Juan escribió lo siguiente acerca del ministerio de
Jesús: “Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se
escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría
contener los rollos que se escribieran”. (Juan 21:25.)
En realidad, la Biblia es
un milagro de condensación. Contiene suficiente información como para que
podamos reconocer en ella más que simplemente una obra humana. Las variaciones
que contiene prueban que los escritores eran en verdad testigos independientes.
- ¿Se contradice la Biblia? - La
Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?
Comparto totalmente el
punto de vista de los redactores de esta publicación. A menudo, somos nosotros
los que tenemos que llegar a alguna conclusión externa como lectores para saber
como fueron realmente los hechos (por ejemplo si Judas murió ahorcado o se
lanzó a un precipicio). El punto es que la investigación reconoce que los Evangelios por sí solos no pueden darnos detalles
cien por ciento exactos y perfectos, e incluso omitir algunos hechos.
Este razonamiento maduro
muchas veces no es apreciado y se suele lanzar a la hoguera cualesquier otra
información que pueda aportar detalles más exactos o ampliar un cuadro completo
de los hechos. Se necesita mucha madurez y sabiduría para lograr esta visión de
la Biblia que combina el valorarla como una obra inspirada en ciertos puntos
pero que a la vez no contiene todos los detalles exactos.
Inspiración no significa que algo sea "perfecto" en sentido estricto.
Una obra artística puede ser producto de la "inspiración" del pintor,
pero difícilmente puede ser algo perfecto, mecanizado u robótico. En esencia yo
veo la mano de Dios combinada con la mano humana, hecha a su imagen, y
aceptando su imperfección. Esa es la grandeza de Dios.
Creo firmemente que la
esencia general de la Biblia está inspirada por Dios, pero esa misma visión
permite la combinación de lo humano y lo divino para producir una obra
magnífica.
Sin embargo, esa visión
también nos demuestra que lo imperfecto e inexacto también está presente. Por
lo tanto, la sabiduría nos debe empujar a rescatar lo ESENCIAL, el
"espíritu" tras la letra y no la letra misma.
La misma organización Watchtower
reconoce sabiamente que cada palabra y letra de la Biblia no está inspirada. Es
su
mensaje general el inspirado en cada libro. Por lo tanto, el extremismo
de los judíos para otorgarle una especie de misticismo a cada frase no es real
y es una exageración irracional e infantil.
"Dios ha conservado
su mensaje en la Biblia, pero no ha
conservado intacta cada letra, como si estuviera obsesionado con cosas tan
triviales como las variaciones ortográficas que se han producido con el paso de
los siglos"- The Watchtower 1 de abril de 2000, págs. 29-31.
Esta forma de considerar
los asuntos es esencial para comprender el Canon. Como comentamos antes, el
fragmento muratoriano, o fragmento de Muratori, también llamado canon
muratoriano es la lista más antigua conocida de libros considerados canónicos
del Nuevo Testamento.
Aunque el manuscrito en
que figura el Fragmento Muratoriano data del siglo VII, la lista se ha fechado
en torno al año 170, ya que se refiere como reciente al papado de Pío I, muerto
en 157. ¡Estamos hablando de la época en que la llamada gran apostasía estaba
en pleno desarrollo!
Es un error dar a entender
que el Cannon corresponde en la época final del cristianismo verdadero. ¡Ya
había pasado mucha agua bajo el río!
El Fragmento acepta cuatro
evangelios, dos de ellos son Lucas y Juan -falta el principio del manuscrito,
donde estarían los nombres de los dos primeros (se supone que son Mateo y Marcos)-, los Hechos de los Apóstoles, y
13 epístolas de Pablo (no se menciona la Epístola a los Hebreos).
Si fuera por guiarnos por
esa lista Eclesiástica la carta los Hebreos sería un libro Apócrifo. También la
carta de Santiago.
Creo que en honor a la
verdad hay que puntualizar estas cosas:
“Alrededor
del año 230 E.C. Orígenes aceptó entre las Escrituras inspiradas los libros de
Hebreos y Santiago, que faltan en el Fragmento Muratoriano. Aunque él indica
que algunos dudaban de su canonicidad, esto también muestra que para ese tiempo
se aceptaba la canonicidad de la mayor parte de las Escrituras Griegas, y solo
unos cuantos dudaban de algunas de las epístolas menos conocidas”.- Toda Escritura es Inspirada de Dios.
Cómo observamos, es la
opinión cambiante de los hombres las que aceptaban o quitaban libros de la
compilación llamada Biblia. Esto no
es una crítica la inspiración interna de la Biblia. Es ver las cosas de forma
objetiva, madura, y sin disfrazarlas de un halo romántico infantil. Sé que hay
personas que no quieren escuchar o leer estas cosas y buscan gente que les
regale los oídos. Pero la verdad es simplemente la verdad.
El Apocalipsis es
considerado uno de los libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por
la multiplicidad de posibles interpretaciones en los significados de nombres,
eventos y símbolos que se narran. La admisión de este texto en el canon bíblico
del Nuevo Testamento no fue nada fácil, la polémica entre los Padres de la
Iglesia respecto a la canonicidad del Apocalipsis duró varios siglos.
Algunos, como el romano
Cayo, a principios del siglo III rechazaron el Apocalipsis por fomentar el
milenarismo. El antagonista más importante de la autoridad del Apocalipsis fue
Dionisio, obispo de Alejandría, discípulo de Orígenes. Él no se oponía a la
idea de que Cerinto fuese el autor del Apocalipsis como se puede leer en su
obra Sobre las promesas:
"El
Apocalipsis es aceptado por algunos entre los libros canónicos, pero otros lo
rechazan." (Historia Eclesiástica, III, 25).
En el siglo IV, san Juan
Crisóstomo y otros obispos argumentaban contra la inclusión de este libro en el
canon del Nuevo Testamento, sobre todo debido a las dificultades que planteaba
su interpretación y el peligro latente que podía entrañar. Los cristianos de
Siria también lo rechazaron debido a que los montanistas se apoyaban mucho en
él.
En el siglo IX, fue
incluido junto con el Apocalipsis de
Pedro entre los libros "discutidos" de la Stichometría de san
Nicéforo, patriarca de Constantinopla.
Martín Lutero consideraba
que el Apocalipsis "no es ni apostólico ni profético", y decía que
"Cristo no se enseña ni se sabe de él aquí" - Tratado de Lutero de libros discutidos del Nuevo Testamento”.
Muchos siglos anteriores, en
el Concilio de Cartago (397 E.C.), donde se formuló un catálogo oficial de algunos
libros. Jerónimo inició una traducción latina de la Biblia, completada en el
año 405, llamada la Vulgata y considerada desde entonces la Biblia canónica u
oficial de la Iglesia Católica. El investigador Pepe Rodriguez nos comenta:
“Los textos
fueron declarados "inspirados" y fueron seleccionados entre 60
evangelios diferentes. Se descartaron textos de los Apóstoles Tomás, Pedro,
Andrés, Tadeo, Bartolomé, Pablo, o Santiago y fueron declarados apócrifos
(llamados así al principio los textos ocultos para uso privado, pero con las
primeras luchas para lograr el control de la ortodoxia cristiana, apócrifo pasó
a designar primero textos de dudosa autenticidad y después, escritos nada
recomendables). Si una idea ganaba quedaba establecida como ortodoxa, pero si
perdía se convertía en herejía.
Los
evangelios seleccionados citan a menudo textos apócrifos y de los primeros
padres de la Iglesia, de hecho los textos canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y
Juan fueron rechazados por los primeros apologistas cristianos hasta San
Justino (100-165 d.C.).
La selección
de los textos se realizó por medio de la "elección milagrosa" y se
han conservado cuatro versiones para explicar cómo sucedió:
1- Después
de rezar mucho los cuatro textos volaron hasta posarse sobre un altar.
2- Se
colocaron todos los textos sobre un altar y los apócrifos cayeron al suelo.
3- Elegidos
los cuatro se conminó a Dios para que si hubiera alguna palabra falsa cayeran
al suelo, cosa que no pasó.
4- Penetró
el Espíritu Santo en forma de paloma y posándose en el hombro de cada obispo
les susurró qué evangelios eran los auténticos.
Y eso que
hubo una ajustada votación, mayoritaria, que no unánime, para su elección”.
Y durante siglos, existiría
la duda o sospecha hacia libros como el Apocalipsis o Revelación de Juan.
¿Imposible recibir nuevas revelaciones de ángeles?
Sin embargo, tal como
indica el Prólogo de ésta publicación, algunos citan de una carta apostólica de
Pablo para rechazar nuevos libros, como lo son los Documentos de Urantia:
“Me
maravillo de que tan pronto se les remueva de Aquel que los llamó con la bondad
inmerecida de Cristo [y se les pase] a otra clase de buenas nuevas. Pero no son otras; solo que hay algunos que
les están causando dificultades y que quieren pervertir las buenas nuevas
acerca del Cristo. Sin embargo, aunque
nosotros o un ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo [que fuera]
más allá de lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito. Como
hemos dicho más arriba, también vuelvo a decirlo ahora: Sea quien sea que les
esté declarando como buenas nuevas algo más allá de lo que aceptaron, sea
maldito”. - Gálatas 1:6-9
Es interesante esta parte
de Gálatas, puesto que a menudo se
utiliza como objeción para descartar a priori todo posterior mensaje de un
ángel a un ser humano. De hecho, hasta la misma Watchtower la ha usado para
llegar a una conclusión forzosa de que un demonio o algo parecido tiene que haberse aparecido a José Smith
(fundador de la Iglesia Mormona) y para juzagar cualquier posible nueva
revelación.
"Aunque
nosotros o un ángel del cielo".
A simple vista, ésta sería la prueba de que toda aparición
contemporánea de un ángel habría que desecharla.
Pero analicemos bien lo
que dice Pablo. ¿Está diciendo que hay que descartar la aparición futura de
algún ángel celestial? NO. Esa no es la cuestión del asunto, puesto que de lo
contrario, también habría que llegar a la conclusión de que hay que descartar a
los misioneros y predicadores futuros cristianos humanos, ya que Pablo dice:
"Aunque nosotros o un ángel del cielo..."
Pablo no está hablando de
la imposibilidad de que ellos como ministros o un ángel se puedan aparecer en
el futuro. No. Lo que está diciendo es que ellos mismos como ministros o un
ángel digan cosas que no corresponden con las Buenas Nuevas de Cristo Jesús.
Por eso el contexto es
claro. Una traducción lo vierte así:
“[y se les
pase] a otra clase de buenas nuevas”
Notemos ahora de qué
buenas nuevas habla Pablo:
"Porque les hago
saber, hermanos, que las buenas nuevas declaradas por mí como buenas nuevas no
son cosa humana" -ver. 11
"revelar a su Hijo con relación a mí, para que yo declarara las
buenas nuevas acerca de él a las naciones, no me puse a conferenciar
inmediatamente con carne y sangre" - ver. 16
Cómo hemos visto, las
Buenas Nuevas tienen que ver con declarar al Hijo de Dios y su mensaje a las
naciones. Tal como confirmaremos con la carta de Juan, es hablar de la revelación de Jesús venido en la carne. Si los mismos misioneros como Pablo o incluso el mismo ángel que
visitó a Cornelio comenzaban a declarar otras buenas nuevas (como las ideas gnósticas), claramente se transformaba en una desviación
del mensaje de Jesús.
No olvidemos que el libro de Apocalipsis
casi fue vetado del canon por algunos hombres* en siglos posteriores porque
entre las muchas y múltiples razones, es una visión en la que Juan habla con muchos ángeles, y no faltó el
que razonó que las palabras de Pablo impedían apariciones futuras de ángeles.
Pero si esto fuese así, el Apocalipsis estaría maldito. Pero cómo hemos visto,
el punto no es que exista una imposibilidad de Revelaciones futuras de ángeles
con información cósmica y teológica, o profética. El punto es si dichos
mensajes (sean de hombres o ángeles) suprimen la verdad original que trajo
Cristo Jesús y la manifestación en su persona hecha carne.
* Nota: “La admisión de
este texto en el canon bíblico del Nuevo Testamento no fue nada fácil, la
polémica entre los Padres de la Iglesia respecto a la canonicidad del
Apocalipsis duró varios siglos”.-Wikipedia.
El mismo apóstol Juan presentó una clave
segura para que estemos tranquilos en torno a la exploración de nuevas
revelaciones:
“Adquieren conocimiento de [que] la expresión
inspirada procede de Dios por esto: Toda
expresión inspirada que confiesa que
Jesucristo ha venido en carne se origina de Dios” – 1 Juan 4:2
Al contrario de esto, los anticristos o revelaciones que no vienen de Dios son aquellas que niegan a Jesús venido en la carne, en “la semejanza del
hombre mortal”.
Algunos libros Apócrifos del movimiento Gnóstico del Siglo I negaban a Jesús venido en la carne, creían que él era una especie de “manifestación aparente”, una entidad “eterica” como si fuese un “holograma”.
Algunos libros Apócrifos del movimiento Gnóstico del Siglo I negaban a Jesús venido en la carne, creían que él era una especie de “manifestación aparente”, una entidad “eterica” como si fuese un “holograma”.
Los Documentos de Urantia difieren
notablemente de los Escritos Gnósticos ya que reafirman que Jesús ciertamente
vivió su autoortgamiento humano como un hombre en la carne al igual que todos
nosotros. Jesús ciertamente tenía una existencia prehumana como Hijo de Dios,
pero su vida como humano fue igual a la nuestra, experimentando todas las
etapas de un ser humano, desde su niñez, adultez, y muerte.
(1425.3) 129:4.4 El Hijo
del Hombre experimentó la entera gama de las emociones humanas que van desde la
alegría más espléndida hasta la pena más profunda. Fue un niño alegre y un ser
de raro buen humor; asímismo fue un «varón de dolores, experimentado en
quebranto». En un sentido espiritual, vivió su vida mortal de abajo hacia
arriba, del principio al fin.
(1425.4) 129:4.5 Ha vivido
la vida humana desde los comienzos del yo físico, intelectual y espiritual,
pasando por la infancia, la adolescencia, la juventud y la edad adulta,
llegando hasta la experiencia humana de la muerte. Así pues experimentó la
plena vida del hombre mortal.
Estas declaraciones de los
mismos Documentos de Urantia nos muestran que Jesús efectivamente fue un hombre
mortal, y que posteriormente reveló el secreto para la felicidad verdadera al
encontrar al Padre Celestial. De esta forma, Jesús se transforma en un “sumo
sacerdote” compasivo que entiende nuestro punto de vista, tal como lo declara
Pablo.
Los Documentos son fascinantes cuando nos describen esos conmovedores años de la experiencia humana de Jesús de Nazaret en su aldea natal.
Así que los Documentos de
Urantia, están lejos de las ideas gnósticas que fueron prevenidas en el
cristianismo original. Esta es una de aquellas razones que invitan al análisis
de los mismos.