Solo
para mentes maduras. En más de una ocasión me pregunté porque la nación de
Israel tenía ciertos elementos indicados directamente por Dios, que en realidad parecían
verdaderos adminículos casi paganos.
Por
ejemplo, se nos habla de las misteriosas piedras Urim y Tumim, que eran muy
similares a las runas de otros pueblos. De las ocasiones que se registran en
las Escrituras en las que se consultó a Jehová por medio del Urim y el Tumim,
parece deducirse que la pregunta estaba formulada de tal manera que bastaba un
“sí” o un “no” como respuesta, o, a lo más, una respuesta muy breve y directa.
Esto me parece una especie de Quija
casi “prehistórica”. Las piedras se arrojaban, y si coincidían las dos caras
blancas boca arriba, significaba “sí”; si las dos eran negras, “no”, y si una
era negra y otra blanca, no había respuesta. Varios comentaristas bíblicos
creen que el Urim y el Tumim eran “suertes sagradas”.
Y
esto de “echar suertes” era una costumbre frecuente indicada por el propio Dios
de Israel. En la Biblia la costumbre de echar suertes se menciona con relación a la
selección de los machos cabríos para Jehová y para Azazel en el Día de
Expiación. Se echaron suertes para determinar el orden en que rendirían
servicio en el templo las 24 divisiones sacerdotales. El secretario de los
levitas escribió los nombres de los cabezas de las casas paternas, y mediante
las suertes se iban seleccionando los nombres de acuerdo a un orden
establecido. También se asignó de esta manera a los levitas que rendirían servicio
en el templo como cantores, porteros, tesoreros, etc. Después de regresar del exilio, se echaron
suertes respecto al suministro de leña para el servicio del templo, así como
para designar quién se trasladaría a Jerusalén.
El
Dios de Israel mandó que la división de la Tierra Prometida entre las doce
tribus se llevase a cabo por sorteo. (Nú 26:55, 56.) El libro de Josué
contiene una consideración detallada de la división, y la palabra “suerte(s)”
aparece más de veinte veces en los capítulos 14–21. Se echaron suertes delante
de Jehová junto a la tienda de reunión, en Siló, y bajo la supervisión de Josué
y del sumo sacerdote Eleazar. Las
ciudades levitas también se seleccionaron por sorteo. Hasta la Obra Perspicacia
admite que “Jehová hizo caer la suerte de manera que encajase con su profecía
previa sobre la ubicación general de las tribus. (Gé 49.)”.
¿Caer
suerte? ¿Por qué el Dios Verdadero si ya tenía profetas u hombres de visiones
como conductos tendría que recurrir al supuesto azar para indicar sus propósitos
en asuntos tan importantes? ¿Acaso no es condenado el Azar como un asunto
negativo? Hasta los apóstoles persisten en esa costumbre tradicional de todo oriente en relación al azar y la
suerte. ¿No le parece sorprendente que una aparente religión revelada tuviese aún
anclado esos conceptos de supuesta manifestación Divina? Las piedras videntes, las runas y este tipo de elementos de consulta es idéntico en muchas culturas llamadas paganas.
(967.4)
88:1.2 Los primeros fetiches fueron pedregullos con marcas peculiares, y desde
entonces el hombre ha buscado las «piedras sagradas»; un hilo de cuentas fue
antiguamente un hilo de piedras sagradas, una serie de amuletos.
Otro
caso interesante es el asunto del Arca de la Alianza y los Querubines. Los
israelitas no fueron los primeros en establecer el prototipo de los ángeles y
seres alados. Los sumerios, egipcios y asirios ya tenían con mucha anterioridad imágenes casi idénticas
a los querubines.
(969.3)
88:2.5 Moisés, al agregar el segundo mandamiento al antiguo código moral de
Dalamatia, hizo un esfuerzo para controlar la adoración de los fetiches entre
los hebreos. Indicó cuidadosamente que no se debían hacer imágenes que pudieran
ser consagradas como fetiches. Lo expresó claramente: «No te harás imagen, ni
ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra ni
en las aguas de la tierra». Aunque este mandamiento retrasó mucho el arte entre
los judíos, también disminuyó la adoración a los fetiches. Pero Moisés era
demasiado sabio como para intentar desplazar en forma repentina a los antiguos
fetiches, por consiguiente, consintió en colocar ciertas reliquias junto a la ley
en el altar combinado de guerra y santuario religioso que fue el arca.
Una
lectura cuidadosa de las Escrituras que la humanidad considera sagradas, nos
revela que es improbable que el mismo y excelso Dios supremo hubiese mantenido tanto
contrasentido al permitir algunos restos de paganismo infiltrados en su sistema
religioso.
Más bien nos damos cuenta que ese sistema religioso llamado religión
hebrea fue un sincretismo del genial Moisés quién elaboró muchos de los
contenidos atribuidos a Dios, con el fin de hacer una transición a un concepto
mejor. Pero esto es la prueba de la religión
evolutiva y con algunos tintes de revelación.
Con
las épocas posteriores la Humanidad aún no se libera de algunos de éstos
elementos, millones persisten en ellos, creyendo en el azar o en las reliquias
sagradas. Nosotros tratemos de dejar atrás todos estos elementos primitivos e infantiles de
las eras fetichistas de la humanidad. Nuestra meta es la religión revelada
interior que nos une al Padre viviente, y no a intermediarios, portavoces, sean
éstos hombres, piedras místicas o artefactos sagrados.