“Hay muchas maneras de
considerar el pecado; pero desde el punto de vista filosófico del universo, el
pecado es la actitud de una personalidad que deliberadamente resiste la
realidad cósmica. Se puede considerar el error como un concepto
erróneo o una deformación de la realidad. La maldad es una realización
parcial de las realidades del universo o una falta de adaptación a ellas.
Pero el pecado es una resistencia intencional a la realidad divina —el
optar conscientemente oponerse al progreso espiritual— en tanto que la
iniquidad consiste en desafiar abierta y persistentemente la realidad
reconocida y supone tal grado de desintegración de la personalidad que raya en
la locura cósmica.” (754.5) 67:1.4
El destino para estos pecadores impenitentes es la disolución de la personalidad y la no resurrección. Esta identidad no entra en la dinámica de la verdadera realidad cósmica.
El destino para estos pecadores impenitentes es la disolución de la personalidad y la no resurrección. Esta identidad no entra en la dinámica de la verdadera realidad cósmica.
Pero Dios no necesita un garrote para arreglar su creación. Estos individuos simplemente no resucitarán. De la misma forma como los genocidas nazis alemanes que mataron a millones no recibieron una descarga de un rayo divino, así los inicuos como "la hierba verde dejarán de ser".
El Padre Universal es tan sabio que ha diseñado mecanismos tan perfectos que no necesita "intervenir" externamente en la naturaleza o en los hechos del mundo físico para penalizar asuntos que son originados en el mundo interior del hombre, en su alma.