Cómo estudiamos, al buscar
con sinceridad el reino, este puede ser encontrado. Jesús se refirió al reino
como un “tesoro escondido”.
”El reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió; y
por el gozo que tiene, va y vende cuantas cosas tiene, y compra aquel campo”. –
Mateo 13:44
Notamos que el reino “es
semejante a un tesoro escondido”. No se está hablando sobre la verdad de ese
reino, sino del mismo reino. Estas
son claves entregadas por Jesús, una especie de definición dada como
ilustración para comprender que es
realmente el reino de Dios.
Notamos nuevamente que el
reino es una experiencia de
descubrimiento personal. Es como un tesoro escondido que descubrimos. ¿Por
qué el hombre de la ilustración esconde nuevamente el tesoro? Notamos que no lo revela públicamente
porque se encuentra en el proceso de adquirir el campo en el cual se encuentra
este tesoro.
Cuando alguien descubre al
reino de Dios en su interior es algo maravilloso que toca el alma. Pero comprende que no puede hacer público este
descubrimiento, porque el mundo, la gente que te rodea no te entendería de
buenas a primeras.
Es algo tan valioso y preciado que sabes que otros quizás lo
despreciarían al no entender la magnitud del tesoro. Es una experiencia íntima y sumamente personal. Es un proceso secreto en el corazón
y mente humana. ¿Cómo puedes explicarle a tus semejantes aún inmaduros que has
contactado al mismo Padre Universal? A la vez un gozo arde en tu interior, pero
entiendes que por un tiempo esta filiación debe ser guardada en secreto, es
algo privado entre tú y el Hacedor. Esto sería similar a volver a
esconder el tesoro. Lo haces mientras vendes todo cuanto tienes, te deshaces de
tus apegos emocionales e inmadurez, para comprar plenamente el campo de tu
corazón, el cual al principio está dividido.
Puede que para algunos, ésto no sea fácil y rápido. Cubrir un tesoro y "vender tus cosas" puede tomar tiempo. Nuestro corazón y alma
debe ser adquirida en un proceso en que nos deshacemos de aquello que interfiere
en volver a ver el tesoro. Y requiere determinación interior y fe, para “soltar
amarras”. Esto es de una gran profundidad. Los Documentos nos arrojan luz:
195:9.6 (2083.2) Los
hombres y mujeres modernos e inteligentes evaden la religión de Jesús, porque
temen lo que les hará a ellos —y con ellos. Todos estos temores son bien
fundados. La religión de Jesús en efecto domina y transforma a sus creyentes,
exigiendo que los hombres dediquen la vida a buscar el conocimiento de la
voluntad del Padre en el cielo y que las energías del vivir se consagren al
servicio altruista de la hermandad del hombre.
195:9.7 (2083.3) Los
hombres y mujeres egoístas francamente no quieren pagar este precio, ni
siquiera para conseguir el tesoro espiritual más grande que se haya ofrecido
jamás al hombre mortal. Sólo cuando el hombre se haya desilusionado
suficientemente de las congojas y desencantos que acompañan a la búsqueda necia
y engañosa del egoísmo, y haya posteriormente descubierto la esterilidad de la
religión formalizada, estará dispuesto a volverse de todo corazón hacia el evangelio
del reino, la religión de Jesús el Nazareno.
He aquí que muchos hombres
y mujeres están en esa etapa de romance sin compromiso interior de consagración.
Yo se que muchos lectores han sentido el fogonazo interior de encontrar el
tesoro, ya lo han visto. Ahora están en el proceso de pagar el precio para
adquirir ese campo. Y este proceso intentas esquivarlo por temor, lo evades y
pospones. Debes soltar amarras a muchas creencias preconcebidas y falsas
esperanzas. Debes comprender que tendrás que derramarte en servicio amoroso
conectado a cada instante con tu Ajustador. Debes dejar que tu voluntad sea la del Padre en cada momento. Uno debe
morir interiormente para “nacer otra vez”. Pero cuando abrazamos de lleno la
voluntad del Padre, cuando ya compramos el campo, al poseer ese tesoro, todo
cambia y nos transformamos, para luego transformar al mundo.