En relación a la entrada
anterior, profundizaré en el tema de la “personalidad”. El libro de Urantia
está lleno de la expresión “personalidad”; es una palabra que se emplea cientos
de veces en los Documentos, y es uno de los temas más importantes del Libro. Gran
parte de la revelación de El libro de Urantia es una exposición detallada de la
personalidad de Dios. Es en sí mismo un tema amplio, y puede encontrarse en secciones completas del Libro.
Aspirar a intuir el
secreto y misterio de nuestra Personalidad
y Quiénes somos realmente involucra la respuesta a las grandes preguntas de
la existencia.
(112:5.2) Lo que proviene
del Padre es como el Padre, eterno, y esto es igualmente cierto de la
personalidad, que Dios otorga por su propia elección libre, como ocurre con el
Ajustador del Pensamiento, un fragmento real de Dios.
¡Qué Amor más grande! El
te ha diseñado exclusivamente, te ha creado personalmente. Tu Personalidad, tu
Ser Verdadero ha sido Proyectado por el Amor más grande. Y ese Amor del Padre
no ha quedado allí. El te ha otorgado un fragmento de sí mismo, un Socio
maravilloso para ayudar a tu personalidad, el Ajustador del Pensamiento. Esto
nos convierte en Hijos de Dios.
(112:1.1) El Padre
Universal otorga la personalidad a sus criaturas como un don potencialmente
eterno. Tal don divino está destinado a funcionar en numerosos niveles y en
situaciones universales sucesivas que van desde lo finito más bajo a lo
absonito más elevado, aun hasta los límites de lo absoluto.
¿Quién soy realmente?
Nuestro Ser verdadero ha de desplegarse por la Eternidad. El Secreto del Propósito
de tu existencia se extiende en el horizonte. Quién realmente llegarás a ser se
manifestará en la carrera eterna. ¿Puedes intuir Quién realmente eres?
(365.3) 32:5.7 “Hay en la mente de Dios un plan que
involucra a cada criatura de todos sus vastos dominios, y este plan consiste en
un propósito eterno de oportunidades ilimitadas, progreso sin límites, y una
vida sin fin. ¡Y los tesoros infinitos de esa carrera tan inigualable son
vuestros con solo luchar!”
¿Puedes intuir Quién
llegarás a ser en la Eternidad? Comprender esto puede hacer que nos reconcilie
con Dios, que nuestras penas sean lavadas, y puede lograr que amemos más a Dios, puede incrementar de sobremanera el diálogo con
el Padre que nos habita.
(195.2) 16:8.15 “La plena función de dicha dotación de la
personalidad es la comprensión inicial del parentesco con la Deidad. Dicho yo,
morado por un fragmento prepersonal de Dios el Padre, es en efecto y de hecho
un hijo espiritual de Dios. Dicha criatura no sólo revela la capacidad de
recibir el don de la presencia divina sino que también exhibe la respuesta
reactiva al circuito de la gravedad de personalidad del Padre Paradisiaco de
todas las personalidades.”
Cómo Dios de la
Personalidad, podremos descubrir el anhelo de Dios en las personas que nos
rodean. Todos los humanos son el Amor de Dios expresado:
(141.3) 12:9.2 “El Amor es
el secreto de la asociación beneficiosa entre las personalidades.”
(1228.3) 112:2.8 “Se basan
todos los conceptos mortales de la realidad en la suposición de la actualidad
de la personalidad humana; todos los conceptos de las realidades superhumanas
se basan en la experiencia de la personalidad humana con la realidad cósmica de
ciertas entidades espirituales asociadas y personalidades divinas y en la
misma. Todo lo que sea no espiritual en la experiencia humana, a excepción de
la personalidad, es un medio para un fin.
Toda verdadera relación del hombre mortal con otras personas —humanas o
divinas— es un fin en sí mismo. Y dicho compañerismo con la personalidad de
la Deidad es el objetivo eterno de la ascensión universal.”
(1227.6) 112:1.16 La
personalidad no puede trabajar muy bien cuando está aislada. El hombre es de
manera innata una criatura sociable; está dominado por el ardiente deseo de la
pertenencia. Es literalmente cierto que «ningún hombre vive para sí mismo».
(1228.2) 112:2.7 El hecho
universal de Dios volviéndose hombre ha cambiado para siempre todos los
significados y ha alterado todos los valores de la personalidad humana. En el
verdadero sentido de la palabra, el amor implica una estima mutua entre
personalidades completas, ya sean humanas o divinas, o humanas y divinas. Las
partes componentes del yo pueden funcionar de numerosas maneras — pensando,
sintiendo, deseando — pero sólo los atributos coordinados de la personalidad
completa están enfocados hacia una acción inteligente; y todos estos poderes
están asociados con la dotación espiritual de la mente mortal cuando un ser
humano ama sincera y desinteresadamente a otro ser, ya sea humano o divino.
Las citas anteriores son
realmente profundas y a la vez sencillas. Dios en sus creaciones de las
personalidades con las cuales desea tener asociación
amorosa, es lo que le lleva a crear las personalidades. Y nosotros podemos
también amar a Dios en la forma en que amamos y nos relacionamos adecuadamente
con otras personalidades, puesto que esas personalidades son expresiones y
proyecciones de la misma personalidad de Dios.
El amor de pareja, el amor
a los hijos, el amor a los demás hombres y mujeres, todos son expresiones de
ese Amor a las personas, las cuales en el fondo son Dios mismo, una manifestación
de sí mismo en el tiempo y en el espacio. Si comprendiésemos con perspicacia este
asunto, todos nuestros problemas en las relaciones humanas, a veces tan
complicados, se desvanecerían.
Mira a la obra de Dios en cada contacto
humano, en cada persona. Bendice y aprecia a cada ser humano, haz una oración por él. De esta forma tu Amor se sublimará y sentirás como Dios
ama a cada Hijo suyo.
Por esa razón, es
enteramente verdad que si decimos que amamos a Dios, y no amamos el prójimo,
somos mentirosos. Esto es porque Dios también vive en el hombre y le ha
imaginado.
Entender lo anterior constituye la realización de la comprensión de la Paternidad de Dios y la hermandad entre los hombres, el magnífico mensaje de Jesús de Nazaret.
Entender lo anterior constituye la realización de la comprensión de la Paternidad de Dios y la hermandad entre los hombres, el magnífico mensaje de Jesús de Nazaret.