martes, 4 de abril de 2017

Cuestiones sobre el Sudario de Turín

Hace unos años me incliné fuertemente a la posibilidad que el Sudario de Turín sea la mortaja verdadera del cuerpo de Jesús. Autores como J.J Benítez también han comentado que el fenómeno de la “desintegración” del cuerpo de Jesús había creado la imagen referida.

Los Documentos de Urantia en ninguna parte dicen que el Sudario de Turín era la sábana que tuvo el cadáver de Cristo. Sin embargo, algunos lectores nos habíamos centrado en estos detalles para hacer una relación:

(2021.1) 189:1.2 Cuando el Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la Tierra durante cerca de treinta y seis años yacía todavía allí en el nicho del sepulcro, intacto y envuelto en la sábana de lino, tal como había sido colocado para su descanso el viernes por la tarde por José y sus compañeros.

(2022.5) 189:2.1 A las tres y diez, mientras el Jesús resucitado fraternizaba con las personalidades morontiales reunidas de los siete mundos de las mansiones de Satania, el jefe de los arcángeles — los ángeles de la resurrección — se acercó a Gabriel y le pidió el cuerpo mortal de Jesús. El jefe de los arcángeles dijo: «No nos está permitido participar en la resurrección morontial de la experiencia de donación de nuestro soberano Miguel; pero quisiéramos que se nos entregaran sus restos mortales para disolverlos inmediatamente. No tenemos la intención de utilizar nuestra técnica de desmaterialización; deseamos simplemente invocar el proceso de la aceleración del tiempo. Ya es suficiente con haber visto al Soberano vivir y morir en Urantia; las huestes celestiales quisieran ahorrarse el recuerdo de soportar el espectáculo de la lenta putrefacción de la forma humana del Creador y Sostenedor de un universo. En nombre de las inteligencias celestiales de todo Nebadon, solicito un mandato que me confiera la custodia del cuerpo mortal de Jesús de Nazaret y que nos autorice a proceder a su disolución inmediata.»

(2023.6) 189:2.7 La tumba de José estaba vacía, no porque el cuerpo de Jesús había sido rehabilitado o resucitado, sino porque las huestes celestiales habían recibido el permiso solicitado para aplicarle una disolución especial y excepcional, una vuelta del «polvo al polvo», sin la intervención del paso del tiempo y sin el funcionamiento de los procesos ordinarios y visibles de la descomposición mortal y la corrupción material.

(2024.1) 189:2.8 Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración elemental que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la Tierra, excepto que, en lo que se refiere al tiempo, este modo natural de disolución fue enormemente acelerado, apresurado hasta tal punto que se volvió casi instantáneo.

El Libro de Urantia no dice directamente que el Sudario de Turín sea realmente la mortaja de Jesús, pero la información que provee concuerda aparentemente con la evidencia científica que arroja la tela.

Las pruebas aparentes indican que la figura es producto de una desintegración del cadáver a nivel nuclear que por defecto provocó una energía que impregnó la imagen en la tela como si fuera una fotografía. Además, la imagen supuestamente es formada por los dos primeros hilos, los cuales parecen haber sido envejecidos y deshidratados en segundos. Esto armoniza plenamente con el L.U que nos habla de una disolución acelerada del cuerpo de Jesús. Los primeros dos hilos de la superficie en contacto con el cuerpo de Jesús habrían padecido el fenómeno que afectó al cadáver. Sin embargo...

Volviendo a analizar la cuestión

Por un lado tenemos información deductiva que nos podría hacer llegar a ciertas conclusiones. Sin embargo, éstas deben someterse a la información más directa y clara sobre el asunto, la cual debe gobernar a lo deductivo, y no al revés.

En realidad, el que la tela fuese causada por un envejecimiento puede ser aún un asunto de debate intenso, y parece más bien una asociación que hace Juan José Benítez (que también conocía L.U) y no necesariamente algo unánime en torno a la “Sábana Santa”. No me centraré en la polémica sobre la autenticidad de la misma,  sino en lo que taxativamente dicen los Documentos.

187:5.8 (2011.4) Cuando estos soldados llegaron al Gólgota hicieron lo que se les había ordenado con los dos ladrones, pero encontraron que Jesús ya estaba muerto, y se sorprendieron. Sin embargo, para asegurarse de su muerte, uno de los soldados le metió la lanza en el costado izquierdo.

Sin embargo, la Sábana de Turín representa a un hombre con una herida en el costado derecho. 

A diferencia del arte, lo que declara Urantia tiene respaldo técnico. Los soldados romanos, cuando iban al combate, iban protegidos en su parte izquierda con un escudo grande, que tenía la función de proteger el lado del corazón. Por ello, eran entrenados para provocar una herida mortal en la parte izquierda de su adversario. Cuando el soldado se encuentra frente a Cristo, si éste era diestro (lo más normal) tendría su escudo en el brazo izquierdo y la lanza en la derecha, por lo que lo lógico es que le clavara la lanza en el lado izquierdo, por la posición que ocupa y por poner en práctica lo aprendido durante los entrenamientos.

Pero el factor más determinante sobre este asunto es lo siguiente:

120:3.7 (1330.2) «6. Para que no contribuyas innecesariamente a la creación de sistemas subsiguientes estereotipados de creencias religiosas en Urantia o a la formación de otros tipos poco progresivos de lealtades religiosas, te aconsejamos además que no dejes documentos escritos de tu paso por el planeta. No escribas en materiales permanentes; pide encarecidamente a tus asociados que no hagan imágenes ni retratos de ti. Asegúrate antes de tu partida de que no quede nada potencialmente idólatra de tu paso por la tierra.

"pide encarecidamente a tus asociados que no hagan imágenes ni retratos de ti"

Notamos que en las advertencias antes de la encarnación de Miguel se le advierte de no dejar imágenes y retratos de él. Sobre todo antes de partir de la tierra, él tenía que asegurarse de lo anterior.

Jesús mismo tras recobrar su “memoria” celestial quemó para el desconcierto familiar, todos los artefactos personales que pudiesen volverse potencialmente idólatras.

Aunque la imagen  en la sábana haya sido un “accidente” o "efecto secundario" que se les haya escapado a los ángeles al desintegrar el cuerpo, los seres intermedios habrían hecho lo posible para cumplir la encomienda hacia Jesús, haciendo desaparecer posteriormente la misma.

Estas declaraciones directas sobre las “imágenes” de Jesús deberían gobernar las declaraciones que podrían ser usadas para deducir asuntos que no están declarados en los mismos.

La Sábana Santa no sería entonces la Sábana que envolvió a Jesús.