En esta entrada trato de analizar algunas inquietudes de Damarko. Aunque he analizado el tema de los cuerpos al resucitar, comento aquí algunas conclusiones tras analizar por años los Documentos y también cotejarlos con otras fuentes.
El cuerpo moroncial que tendremos tras la muerte es muy similar al cuerpo que tenemos ahora. No representa un cambio brusco, ya que tenemos que vivir un largo proceso de adaptación gradual en la carrera ascendente hasta el Paraíso.
Desde nuestro punto de vista, lo sentiremos muy similar al que tenemos ahora. Es sólido y podemos interactuar con nuestro entorno tal como lo hacemos ahora. Sin embargo, notaremos algunas diferencias:
No tendremos circulación sanguínea, tampoco tendremos que ir al baño ni eliminar el sudor por transpiración. No nos crecerá el pelo de la barba, ni imperfecciones en la piel, etc. Nuestros rasgos faciales se verán refinados, perfeccionados y simétricos. La belleza interior se manifestará en el exterior, y gran parte del interior del alma es lo que formará la estructura moroncial del nuevo cuerpo. Los Documentos enseñan que lo interior es lo verdaderamente real desde la perspectiva cósmica, y eso brota al exterior en la verdadera vida.
Un aspecto más jovial y juvenil se manifestará, sin enfermedades ni limitaciones.
No obstante, seguiremos comiendo, bebiendo y durmiendo. El agua sigue existiendo en los mundos moronciales y seguiremos tomándola. El alimento se reemplazará por un alimento de energía viviente, una especie de planta energética desconocida por nosotros. Sin embargo, no tendremos desechos. Esta será un comida y bebida totalmente absorbida por nuestros nuevos cuerpos.
Ahora bien, es interesante que aunque estos cuerpos gloriosos son sólidos, si los colocásemos junto a los nuestros ahora, éstos cuerpos moronciales no se verían en nuestro mismo plano de existencia. Necesitarían la ayuda de "transformadores" de energía y poder para poder ser visualizados y tocados. La razón es que la materia moroncial, aunque nos parece sólida, NO es la misma que la materia ordinaria que todos conocemos. De hecho, cuando Jesús se apareció tras su resurrección, necesitó la ayuda de estos "transformadores" para hacerse visible. De hecho, desaparecía de la vista una vez manifestada su aparición.