domingo, 25 de junio de 2017

Conclusiones en torno al "Dios" bélico de Israel

Este tema es importante. Jesús mismo vino a la Tierra para aclarar y arrojar luz sobre el verdadero concepto de Dios. Lamentablemente las ideas anteriores sobre Dios han permanecido en la mente de muchas personas también dando al Padre cualidades vengativas y agresivas. Esto mismo ha servido para perpetuar el abuso eclesial en nombre del Padre.

4:5.3 (60.2) El pueblo de Urantia sigue padeciendo la influencia de los conceptos primitivos de Dios. Los dioses desencadenados en la tormenta; que hacen temblar la tierra en su cólera, y destruyen a los hombres en su ira; que manifiestan su descontento con carestías e inundaciones —éstos son los dioses de la religión primitiva; no son los Dioses que viven y rigen los universos. Estos conceptos son una reliquia de los tiempos en que los hombres suponían que el universo estaba sujeto a los caprichos y al dominio de estos dioses imaginarios.

Hemos comprobado con la propia evidencia interna de la Biblia estas declaraciones relativas a los castigos divinos y destrucciones de “Dios”. Por ejemplo, ya sabemos que en el pasado acontecieron varios desastres naturales (al igual que hoy y siempre), y éstos quedaron registrados como hechos pasmosos achacados a los dioses. Posteriormente los hebreos recogieron estos eventos y fueron revestidos como destrucciones divinas traídas por el Dios monoteísta Yahvé.

El diluvio, Sodoma y Gomorra, las plagas del éxodo, etc; fueron eventos naturales recogidos por el sacerdocio en el destierro, y transformados en acciones divinas y épicas. En este sitio hemos analizado estos casos y otros,  y hemos hallado las inconsistencias internas que contradicen incluso el concepto del Dios hebreo al tomar el conjunto de los pasajes bíblicos. Ningún “dios” ni “extraterrestre” estuvo envuelto en estos desastres naturales.

Ahora bien, ¿qué podemos decir de las llamadas “guerras santas” en dónde Jehová supuestamente ordenó exterminar poblaciones enteras? Algunos han declarado que este Yahvé es un ser malvado extraterrestre que ordenó éstos actos. Pero lo cierto es que la verdad es más simple y dado nuestro condicionamiento mental se nos puede hacer difícil comprender esta verdad.

Yahvé y su consorte Aserá
Recordemos que antes del destierro los hebreos no tenían una identidad nacional aún formada tal como pensamos hoy. Ellos estaban compuestos por un conjunto de pueblos nómades y otros que tenían una pluralidad de dioses. Yahvé competía entre estos dioses por la supremacía mediante sus profetas, pero para otros segmentos de la población Yahvé simplemente era uno más. Hasta estaba “casado” con otra deidad llamada Aserá. El pueblo simplemente estaba entregado a ese tumulto espiritual y la vertiente iniciada por Moisés trataba de abrirse paso. Los profetas trataban de sacarlos de ese estado de sincretismo y conducirlos al verdadero Yahvé.

Cuando los escritores posteriores redactaron que Israel había sido infiel y se había alejado, realmente era verdad, salvo con el hecho de que nunca la nación había mantenido una fidelidad total, una verdadera integridad religiosa. Por lo tanto, técnicamente no habían sido infieles, sino que siempre en menor o mayor grado habían estado en ese estado. Las evidencias arqueológicas y bíblicas del uso de “piedras de la suerte”, “terafim”, “postes sagrados” y nombres con componentes de dioses cananeos como las terminaciones “baal” lo demuestran. Solo en la época del exilio y bajo la reorganización de Esdras aquello cambió.

Pues bien, en ese estado se realizaron muchas acciones bélicas de conquista y matanza propias de los pueblos de esas épocas. Por ejemplo, el rey Saúl claramente compartía a Yahvé con otras deidades tal como Mical su hija tenía terafim o dioses domésticos. Saúl hasta se atrevía a consultar a espiritistas y llamaba a sus hijos con terminaciones de "baal". Y Saúl era por sí mismo un guerrero drástico y aplicaría tácticas terribles de guerra propias de los hombres bélicos de esas regiones.

Examinemos un caso. Saúl ataca al pueblo de Amaleq y su brutalidad hizo que matasen hasta “mujeres, niños como a lactantes” de forma sin compasión, pero sin embargo tomó posesión de los bienes de los amalequitas. A los sacerdotes de los días de Esdras esta acción tan drástica y cruel que quedó en los anales, tuvo que tener un respaldo y hubo que atribuirla a una Orden de Dios, tal como atribuyeron los desastres del Génesis y Éxodo a acciones divinas. Y la crónica entonces quedó así:

“Entonces Samuel dijo a Saúl: “Jehová me envió para ungirte por rey sobre su pueblo Israel, y ahora escucha la voz de las palabras de Jehová. Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: ‘Tengo que llamar a cuentas lo que Amaleq hizo a Israel cuando se puso contra él en el camino, al venir subiendo de Egipto.  Ahora ve, y tienes que derribar a Amaleq y darlo por entero a la destrucción con todo cuanto tiene, y no debes tenerle compasión, y tienes que darles muerte, tanto a hombre como a mujer, a niño como a lactante, a toro como a oveja, a camello como a asno’”. (1 de Samuel 15:1-3)

Para “encajar” en la historia divina esto se arguyó a una venganza pendiente de Dios, ya que el pueblo de Amaleq se había opuesto a Israel cuando los israelitas salieron de Egipto aproximadamente 300 años antes. Pero, ¿qué culpa tenían unos niños de lo que hicieron sus ancestros tres siglos antes? Si esta es la lógica de Jehová, entonces Irán (antigua Persia) debería masacrar a Macedonia, por la conquista de Alejandro Magno, los franceses, polacos e Ingleses deberían ahora vengarse de los Alemanes por lo que el ejército de Hitler les hizo, o los pueblos latinoamericanos deberían atacar España en venganza por la colonización, y así sucesivamente. Sin embargo, así quedó en la explicación de los Escribas y Sacerdotes liderados por Esdras que redactaron la crónica final. Pero la verdad es que NO hubo ninguna orden de Dios, a Saúl simplemente se le pasó la mano al matar a la gente y tomó el botín material para sí mismo.

Y esto es interesante porque en otros pasajes bíblicos las “vírgenes y los niños” sin son tomados como botín por "ordenes de Dios", mientras que en otros tantos casos los mismos son muertos por esas mismas "ordenes de Dios". Hay casos bíblicos en las dos situaciones, lo cual demuestra que no había un criterio "divino" para éstos casos, sino que los hechos ocurren según la batalla y los mismos reyes o jueces de turno deciden o no el exterminio de los niños y mujeres, pero en ningún caso Dios tiene algo que ver, tal como actualmente El no toma partido por las guerras. Qué los hombres le atribuyan a Dios la victoria de EEUU sobre Irak y lo escriban en los anales de la Historia futura es otra cuestión.

Podemos reforzar esto nuevamente con las expresiones de los profetas que hasta cierto punto se desmarcan de la teología sacerdotal implantada por los redactores de la línea editorial de Esdras en el exilio y posterior a éste (en una entrada anterior se mostró que Jeremías protesta que Jehová nunca dio una orden sobre la expiación al momento del Éxodo). Por ejemplo, Ezequiel declara la “norma” divina sobre juzgar y aniquilar a Alguien:

“El alma que peca... ella misma morirá. Un hijo mismo no llevará nada debido al error del padre, y un padre mismo no llevará nada debido al error del hijo. Sobre sí mismo la misma justicia del justo llegará a estar, y sobre sí mismo la misma iniquidad del inicuo llegará a estar”. – Ezequiel 18:20

Aquí notamos un claro mensaje de Jehová entorno a que un hijo no puede cargar con el error de su padre, lo cual entra en contra de la misma orden de Jehová sobre los hijos de los Amalequitas entregados a la muerte. Estas contradicciones divinas han intentado ser explicadas por teólogos, organizaciones religiosas, etc. Pero lo cierto es que no había ningún criterio definido para matar a los niños en algunos casos y en otros dejarlos como botín. Estos ejemplos muestran que simplemente fueron acciones humanas, y que es una Injusticia culpar al Padre Celestial por estos actos. También es inverosímil inventar que Yahvé era una deidad extraterrestre maligna, etc; porque simplemente aquello no soluciona las lagunas y contradicciones que hemos analizado.

Los sacerdotes tras el exilio se obsesionaron con reescribir la historia de su pueblo, explicar los desastres naturales, los hechos crueles y aparentemente vergonzosos llamándoles órdenes divinas, desobediencia a las mismas, etc. Todo con dejar ejemplos de advertencias para la nueva nación post exilio, para crear cohesión en el pueblo restaurado y dejar claro que las supuestas conductas infieles habían traído la ruina a Israel.

Lo anterior lamentablemente ha tenido impacto, y hasta cierto punto ha estorbado la influencia más amorosa que los Evangelios podrían haber ejercido sobre la Iglesia y gobiernos. Puesto que la Biblia no hace ningún comentario ni da ninguna explicación teológica a esos hechos, los eruditos de la Edad Media encontraron justificación para las Cruzadas, Guerras Papales, etc. Hasta el día de hoy varios grupos usan la Biblia para justificas invasiones, bombardeos, etc. Hay quiénes creerán que es culpa de quiénes interpretan la Biblia, pero lo cierto es que los asuntos están allí, y un libro con esas características presenta esas dificultades y se presta para los abusos.

La fuerza de las Eras ha obligado a los hombres a evolucionar. Hoy aborrecemos la violencia en nombre de Dios. Sin embargo, persisten sentimientos de "justicia divina", "celos" y "venganza" en nombre de Dios. Se habla de un "futuro ajuste de cuentas", un "día del juicio", etc. También es cierto que el "pueblo" tiende imitar al "Dios" que adora. Los mismos griegos eran bohemios y pecadores como sus dioses. Hoy hay religiosos que a pesar de hablar del "Dios de amor", tratan de "equilibrarlo" con el "Dios justiciero", "castigador", "celoso", etc. No es de extrañar que en su compartimiento cotidiano o con sus compañeros de creencias los religiosos sean celosos, propensos a hacer justicia por sí mismos, vengativos y con sentimientos de ira escondida en religiosidad.

Si queremos avanzar realmente en la Espiritualidad Verdadera, debemos "purgar" esos conceptos nefastos de Dios en nuestras mentes y corazón. De esa forma, la verdad, belleza y bondad serán experimentadas en un grado más elevado, en relación al verdadero concepto de Dios que estamos descubriendo, y eso será mostrado de forma viviente hacia nuestro prójimo.