Hace pocos días se dio
la noticia mundial que al menos unas 60.000 nuevas estructuras de edificios
mayas habían sido descubiertas en la espesa selva de Guatemala. Una tecnología
láser que penetra por la espesura del bosque y llega a la piedra (similar a un scanner)
dio la sorpresa que la cultura maya tenía asentamientos humanos más grandes de
lo que se imaginaba. Lo anterior me recordó ésta cita:
64:7.5 (727.2) Al abandonar a Asia los
sobrevivientes de linaje relativamente pura de la raza roja, había once tribus,
y sumaban un poco más de siete mil hombres, mujeres y niños. Estas tribus
fueron acompañadas por tres grupos
reducidos de descendencia mestiza, siendo el más grande de los cuales una
combinación de las razas anaranjada y azul. Estos tres grupos nunca
llegaron a fraternizar plenamente con el hombre rojo y al poco tiempo se trasladaron hacia el sur hasta México y
América Central, donde se juntaron más adelante con un grupo pequeño
mezclado de amarillos y rojos. Todos estos pueblos cruzaron entre sí y fundaron
una raza nueva y amalgamada que era mucho menos belicosa que los hombres rojos
de sangre pura. En cinco mil años esta
raza amalgamada se subdividió en tres grupos, estableciendo así las respectivas
civilizaciones de México, Centroamérica y Sudamérica. La rama sudamericana
sí recibió una pizca de la sangre de Adán.
Es interesante que los
hombres naranja fueran de tamaño gigante, y los azules eran uno de los
antepasados de los nórdicos modernos. Una poderosa mezcla entre ambas razas,
posteriormente unida a amarillos y rojos dio origen a las civilizaciones
conocidas como los Aztecas, Mayas e Incas. Estos últimos recibieron un
reforzamiento de los viajeros anditas que llegaron a la costa del Perú, vía
ruta de Isla de Pascua.
Ahora bien, es interesante
que los Documentos no mencionan la palabra “Maya” como una denominación para
una de esas civilizaciones de Centroamérica. Pues bien, mi sorpresa fue grande
cuando tras investigar este asunto me topé con el hecho concreto que la
expresión “Maya” es una designación posterior que fue otorgada por los
descubridores y linguistas occidentales, siglos después del colapso de la misma
civilización.
En otras palabras, los mayas nunca se llamaron asi mismos “mayas”,
sino que al parecer eran una serie de pueblos que fueron aglutinados y
cohesionados bajo ciertas dinastías. Algo similar con la expresión “americanos” que intenta designar
al grupo completo de personas que viven aquí, pero que no obstante, tienen
orígenes étnicos diferentes.
Y he hablado bien de “colapso”
porque es un misterio que una Civilización de unos 20 millones de personas en
su esplendor abandonara de súbito o relativamente en poco tiempo sus grandes
metrópolis y megalópolis, para que éstas fueran cubiertas por la selva.
Todo indica que las
guerras intestinas, la decadencia religiosa y moral (sumida para ésas épocas en sacrificios humanos)
en cultos paganos, y un feroz cambio climático junto a una prolongada sequía
provocaron la masa crítica que hizo colapsar a esa civilización. Y nos
preguntamos si la Historia como un ciclo se repetirá con nuestra civilización
global. Parece que igualmente quedarán ruinas de la nuestra en un futuro
repentino, y los habitantes de las modernas urbes, las abandonarán.