viernes, 15 de junio de 2018

Entendiendo nuestra naturaleza animal

La mayoría de los problemas humanos (o practicamente todos) son consecuencia de la naturaleza animal que tenemos en nuestro interior. Muchas veces hemos oído decir popularmente que el "ser humano es el único animal que mata a los de su propia especie", lo cual es absolutamente falso. De hecho, hay otras especies más brutales con sus semejantes que el mismo ser humano, y en este tema las analizaremos. Comprender nuestra naturaleza es esencial para aceptarla y luego transformarla.

La creación animal muchas veces es idealizada por las organizaciones religiosas e incluso los grupos animalistas, y por lo tanto,  se tiende a suprimir y a no mostrar la evidencia que la naturaleza es imperfecta, cruel y brutal. 

Los Documentos son el único Paper en la Tierra que explica la realidad de las cosas tal cual son y que perfectamente armonizan con la realidad. Nos dicen que la naturaleza en el orden material es imperfecta y no es un reflejo certero del carácter y personalidad de Dios. Es un error buscar las cualidades de Dios en la naturaleza, porque la misma no solo muestra simetría y belleza en muchos de sus atributos (lo cual es cierto producto de los Portadores de la Vida), sino que también la naturaleza es cruel, está incompleta, expresa violencia y destructividad. Basta ver las erupciones volcánicas y las muertes que traen (no solo en humanos), sino en los mismos ecosistemas que son devastados. Esta disonancia rara vez es abordada por las religiones. Y tampoco la naturaleza debe adorarse como lo hacen los panteístas, ya que la misma es un fenómeno evolutivo aún en curso y ajuste.

Dado que el medio ambiente aún se encuentra en ajuste, calibración con inclemencias climáticas y eventos tectónicos, los animales han sido provistos de ciertos mecanismos para sobreponerse a éstos eventos. La territoraliedad, el instinto de preservar la especie ante todo (apareamiento), y la autodefensa junto al temor son algunos elementos que fueron dados a los animales para protegerse en este planeta aún en transformación. Y por sí mismos (ya que no son autómatas) los animales han desarrollado algunos mecanismos adicionales degradados o avanzados derivados. Algunos han creado sociedades colaborativas o también han caído en las guerras y homicidos, tal como veremos en esta entrada.

De hecho, el animal más asesino contra su propia especie y prójimo no es el hombre. 

En primer lugar podemos comentar que hay registros de guerras y batallas entre miembros de algunas especies. Las hormigas pueden acabar guerreando literalmente entre ellas, con hormigueros vecinos, en encarnizadas luchas, cuando su territorio está en peligro.

Con respecto a los mamíferos, la revista Nature señala una investigación hacia 1.000 especies de mamíferos y analizaron unos 4 millones de muertes (entre miembros de una misma especie) documentadas en cerca de 3.000 estudios publicados en los últimos años. 


Así, descubrieron que los caballos salvajes, las gacelas, venados y ardillas terrestres están entre los 50 mamíferos más violentos; y que las chinchillas se matan entre ellas con más frecuencia que los tigres o los osos. Por supuesto, estos homicidios animales no aparecen en la prensa y no son percibidos por los humanos que viven encapsulados en su "mundo".

El estudio de la Universidad de Edimburgo reveló que las suricatas son el animal más violento y asesino de la Tierra (más que el hombre). Aunque son extremadamente sociales y a veces encantadoras, no tienen reparos en matarse entre ellas. Incluso las suricatas dominantes controlan la reproducción en su grupo a través de la violencia, prohibiendo a otras hembras que se reproduzcan, matando a sus crías a fin de asegurar suficientes recursos para las crías de parejas alfa.

Después de las suricatas entre los más asesinos tenemos al cercopiteco de cola roja -un primate oriundo de África central-, el mono azul y un par de especies de lémures.

Mientras estos animales más graciosos y pequeños pueden llegar hasta el 20% de asesinatos dentro de su especie, las marmotas y felinos son mucho más calmados (un 10% de muertes), seguidos por los simios y primates: por ejemplo un 5% para el gorila oriental y  un 2% para el hombre.

De hecho, se constató que en nuestros peores tiempos, los humanos hemos demostrado ser más asesinos de lo que somos ahora. Según el estudio, las poblaciones de humanos que vivieron hace unos 3.000 a 500 años eran entre un 30% y un 15% más violentos de lo que somos ahora. 

Así que pese a los crímenes brutales que día a día impactan a la sociedad, estos son cometidos por una minoría que milenariamente va en reducción. Antes eramos más brutales y asesinos. Era algo legítimo y aceptable en la cultura humana. Ahora la sensibilidad de rechazo a la violencia es mayor, lo cual demuestra que ésta es un fenómeno cada vez más rechazado. 

La sensación de que la criminalidad está aumentando es falaz y es realmente engañosa, porque no es que estemos plagados de homicidas, sino que más bien, éstos pocos asesinos causan más impacto noticioso y social en una sociedad que es realmente más sensible. Este es el diagnóstico verdadero, que es explotado negativamente por grupos de propaganda ideológica que no hacen a la gente pensar, sino que les conviene crear la sensación de pánico social.

En el estudio vemos que junto a las suricatas algunos lemures son realmente violentos y asesinos. Esto concuerda con los Documentos de Urantia, que revelan que nuestro origen ancestral no está en los simios modernos sino en los antiguos lemures. De hecho, los simios modernos son producto de un árbol genético que se desvió en otra dirección desde el antepasado común de los lemures. Esto explica que los simios tengan un 5% de violencia y nosotros un 2%, mientras que las suricatas y lemures lleguen al 20%.

Entre los años 70 se registró por primera vez un fenómeno que cada cierto tiempo había ocurrido pero no había registro.  Se trató de la "Guerra de los 4 años", el conflicto bélico que dividió a una comunidad de chimpancés en Gombe y desató una ola de asesinatos y violencia nunca registrada. De hecho la revista científica American Journal of Physical Anthropology  narró ésta historia de "poder, ambición y celos" que originó esta sangrienta guerra. De hecho, un tercio de las muertes de chimpancés en Gombe fueron perpetradas por los propios chimpancés. 

Fueron cuatro años de documentar saqueos, golpizas y asesinatos entre las fracciones Kasakela y Kahama, ubicados al norte y sur del parque respectivamente. La guerra, según recogió la BBC, "solo hizo que los chimpancés se parecieran todavía más a nosotros de lo que se pensaba". Hasta el día de hoy hay Documentales y vídeos que muestran como estos simios se organizan para matarse entre ellos o a otros simios que penetran sus fronteras.



Los animales tienden a ser sociales entre ellos, pero las muertes entre animales de una misma especie (incluso guerras) es más común de lo que imaginamos. De hecho, un estudio encontró que más de un 40% de los mamíferos se matan entre sí, los herbívoros inclusive. Los mismos perros son un ejemplo claro de agresión territorial.  Esto sin hablar de otras especies como aves y reptiles. Personalmente he visto como un pequeño gorrión maltrataba cruelmente a otro.

Lo anterior tiene grandes implicancias para nosotros. Sorprendentemente la Biblia como libro religioso SI habla de la "naturaleza animal" del ser humano. Los judíos antiguos sabían que Adán era el primer hombre en sentido pleno (no cronológico), y ciertos rabinos no negaban que algunos hijos de adán se aparearon con humanos de naturaleza más animal "las hijas de los hombres" y la raza humana se degradó. 

Entender todo lo escrito en esta entrada nos hace ver que no somos la peor especie del planeta tal como algunos han indicado. De hecho, somos lo mejor que la naturaleza ha producido, y el destino del Hombre es cada vez más luminoso y benéfico. El problema es que no apreciamos dicho logro humano, un logro que nos llevará a la Edad de Luz y Vida.

Cuando veamos crímenes que conmocionan a la sociedad podemos empatizar con el dolor de las víctimas y repudiar esos males. Pero en ese ejercicio precisamente estamos evolucionando a una Humanidad más sensible y ética. La prensa puede transmitir una imagen apocalíptica de la Sociedad, pero esa no es la verdad.

Por otra parte, tomemos conciencia de nuestra naturaleza animal. El temor y miedo que es una herencia animal, ayuda a la sana supervivencia física. Nos advierte del peligro y logra una normal autodefensa vital. Pero el Temor y Miedo lo hemos trasladado a la esfera psicológica y espiritual. Y aquí éste no tiene fundamento ni peso para los Hijos de Dios, los cuales no deberían temer ante un futuro incierto. Superemos nuestra naturaleza animal con la Fe de que somos más que animales. Somos Hijos de Dios, seres con potencial Divino. El Miedo ya no debe existir para los Hijos de Dios. Tenemos a un Padre que nos Cubre.

Jesús sabía que el Hombre era bueno. El potencial de Adán no se ha perdido de la Humanidad. Debemos rescatarlo. Tratemos de exaltar lo bueno, mientras vamos dejando nuestra naturaleza animal que nos sirvió para la supervivencia en épocas remotas. Hoy hemos de vestirnos de una naturaleza espiritual, aquella donada en la sangre adánica, en el Ajustador residente y en el Espíritu de la Verdad derramado sobre toda carne.