Es muy interesante esta imagen, porque se comprobó que el planeta brilla con gran calor como si fuera un mini sol y además tiene el tamaño de Júpiter. Los investigadores pudieron determinar que es un planeta de gas gigante y que tiene una temperatura de la superficie extremadamente cálida de 1.832 grados Fahrenheit. Otro punto interesante es que usted puede observar verdaderos "chorros" de energía y gas que parecen salir de la misma Estrella y éstos desprendimientos de materia solar, son los que posteriormente se transformarían en planetas. Esta observación de un sistema solar lejano en formación inicial viene a confirmar la Revelación de Urantia en torno a la formación de los planetas y nos recuerda un poco la formación de nuestro mismo sistema solar:
57:5.5 (656.1) A medida que Angona se iba acercando más al sol, en los momentos de máxima expansión durante las pulsaciones solares, se precipitaban al espacio chorros de material gaseoso, a manera de gigantescas lenguas solares. En un principio estas llameantes lenguas de gas invariablemente volvían a caer en el sol; sin embargo, al acercarse Angona cada vez más, la atracción de la gravedad del descomunal visitante se hizo tan fuerte que estas lenguas de gas se desprendían en ciertos puntos.
57:5.7 (656.3) Esta gran columna de gases solares que de este modo se separó del sol posteriormente evolucionó para convertirse en los doce planetas del sistema solar.
57:5.9 (656.5) Los cinco planetas interiores y los cinco exteriores muy pronto se formaron en miniatura a partir de los núcleos que se enfriaban y condensaban en los extremos menos masivos y de forma ahusada de la inmensa protuberancia producida por la gravedad, la cual Angona había acertado en separar del sol; mientras que Saturno y Júpiter se formaron de las porciones centrales más masivas y protuberantes.
57:5.10 (656.6) Júpiter y Saturno, siendo derivados del mismo centro de la enorme columna de gases solares sobrecalentados, contenían tanto material solar altamente recalentado que relucían con luz brillante y emitían enormes volúmenes de calor; fueron en realidad, por un corto plazo tras su formación como cuerpos espaciales separados, soles secundarios. Estos dos, los más grandes de los planetas del sistema solar, hasta la fecha siguen siendo en gran parte gaseosos, no habiendo llegado siquiera a enfriarse aún hasta el punto de la condensación o solidificación totales.