Comprender la clasificación a un nivel cósmico de la existencia humana nos permite adentrarnos en descubrir la razón individual de nuestra existencia, en ampliar nuestra perspectiva, y por ende, enfrentar las luchas de la vida con otros aires.
En primer lugar al hacer éste análisis debo advertir que se realiza sin ningún ánimo emocional o sentimental. Aunque nuestros sentimientos humanos son dignos y valiosos, éstos no quitan un ápice a la realidad cósmica de la cual es nuestro real estado como seres humanos en la clasificación cósmica.
Los reveladores no son tan directos al explicar ésta cuestión porque respetan nuestra sensibilidad emocional. Solo en algunas partes se explica que nuestra vida es un estado embrionario transitorio en una perspectiva cósmica. Pero aunque no usen otras expresiones más directas, los Documentos nos presentan el programa ascendente de tal manera que nos revelan claramente el tipo de seres a los que pertenecemos: seres transicionales ascendentes.
No es casualidad que los Portadores de la Vida establecieran un esquema de seres vivientes al interior de nuestro planeta como un microcosmos que es un reflejo en miniatura y más burdo de lo que sucede en gran escala o macrocosmos. Estudiarlo nos permite entender nuestro propio programa a gran escala.
En nuestro planeta existen varios ecosistemas. ¿Qué es un ecosistema? Es un sistema biológico constituido por una comunidad de organismos vivos y el medio físico donde se relacionan. Se trata de una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat. En la Tierra hay varios ecosistemas: Hay ecosistemas marinos, de agua dulce, bosques, desiertos, etc. Por ejemplo en el ecosistema marino los seres viven en una comunidad aislada del ecosistema terrestre, y así en sentido inverso. Los peces de las profundidades no tiene mayor conciencia de los animales terrestres, salvo en contadas ocasiones.
¿Es posible que un ser viviente pueda cambiar de ecosistema? Sí. Existe ese esquema de transición en algunas criaturas. Para ésto hemos de examinar los seres llamados larvales y el fenómeno de la metamorfosis.
Las larvas son las fases juveniles de los animales con
desarrollo indirecto (con metamorfosis) y que tienen una anatomía, fisiología y
ecología diferente del adulto. Las larvas
difieren siempre muy significativamente de los adultos, en aspectos como
tamaño, forma externa, e incluso anatomía interna y fisiología (desarrollo de
sus funciones). Las diferencias guardan relación con las diferencias
ecológicas, tanto en cuanto a hábitat como en cuanto a los recursos. En la lengua común las larvas reciben frecuentemente
nombres distintos a los adultos; ese es el lugar que ocupan palabras como oruga
(mariposas adultas), cresa o gusanos (moscas adultas), o renacuajo (ranas y sapos adultas).
Es habitual
que las larvas ocupen un nicho ecológico y residan en un hábitat diferente al
de los adultos. Por ejemplo, las libélulas, los mosquitos o las ranas pasan su
vida adulta en el medio aéreo-terrestre, pero sus larvas son acuáticas. En estos casos es
normal que las larvas presenten branquias y los adultos sistemas aéreos de
intercambio de gases, como los pulmones en los anfibios o el sistema traqueal
en los insectos. Hay una serie de cambios fascinantes tras la metamorfosis, en donde la capacidad de visión, hábitos alimenticios y otras funciones reproductivas, cambian radicalmente. En el proceso de la metamorfosis muchas veces ocurre una muerte celular programada, para el renacer de una nueva criatura con otros sentidos. El antiguo cuerpo se transforma en un capullo que será dejado atrás para el nuevo ser que emerge tras la metamorfosis.
Las orugas con su limitada visión, ya no pueden ver la aparición gloriosa de sus antiguas camaradas orugas transformadas en mariposas cuando éstas dejan su antiguo hábitat. Y así ocurre con todos los seres larvales que existen en la Tierra y que ascienden en su aventura. Parece ser que los Portadores de la Vida nos querían dejar valiosas lecciones para que a su vez comprendiésemos nuestra clasificación. Algún día en el futuro, en las aulas de las escuelas del mañana, se enseñarán estas verdades y se integrará una visión cósmica sobre éstas realidades en la experiencia humana, sobre la vida y la muerte, y la certeza de la nueva vida tras la resurrección.
Es interesante que los embriones contienen muchas similitudes con la metamorfosis larval. Hasta existe una muerte programada en nuestras células cuando somos embriones. Esto nos permite tener los dedos necesarios y las separaciones entre los mismos, entre otros hechos. Los Documentos efectivamente comentan que nuestro estado actual en el cosmos es embrionario, somos seres transicionales en la eternidad.
Somos seres larvales, limitados por nuestro hábitat, por nuestra visión y capacidades en este ecosistema. Al igual que los seres que no pueden vislumbrar otro ecosistema sino que permanecen en el interior de éste durante su vida larval, nosotros no podemos vislumbrar en la carne las realidades moronciales y espirituales con éstos ojos de "oruga". Al acercarnos a la vejez, nuestro cuerpo más lento se vuelve el capullo que presenciará la transformación de la oruga en mariposa, dejado atrás por la resurrección moroncial. De la misma forma como los limitados ojos * de la oruga solo pueden ver a sus compañeras orugas entrar en el capullo y dormir en la muerte aparente, y no tienen la capacidad de vislumbrar la resurrección de la gloriosa mariposa, así también nuestro límite de visión termina cuando vemos a una persona fallecer. Podemos incluso ver como su cuerpo material se desintegra con el tiempo. La vista no nos da para mirar más, de la misma forma como las orugas solo pueden percibir como el capullo ya muerto (y del cual ya emergió la mariposa), permanece ahí en proceso de descomposición.
* Nota: Las orugas no tienen buena vista. En lugar de los ojos
compuestos característicos de los adultos disponen de una serie de seis
pequeños ojos simples, en la parte lateral de la cabeza. Las mariposas ya poseen ojos compuestos, muchos de ellos, los cuales tienen una visión muy superior.
Entender éstos asuntos nos ayuda a tener una correcta perspectiva sobre la vida y la muerte, y comprender que somos seres en estado larval, transicional.
El planeta Tierra es el gran ecosistema en el cual los seres humanos larvales desarrollan su breve etapa embrionaria. Al concluir nuestra aventura en este hábitat, somos llevados a esferas superiores, hábitats más acordes a nuestros nuevos cuerpos.
La próxima entrada analizará otras reflexiones derivadas de tener ésta visión ampliada sobre nuestra clasificación en el cosmos.