domingo, 6 de octubre de 2019

¿Por qué existe el sufrimiento? - un estudio bíblico - parte I

La Biblia enseña que la materia y la naturaleza es finita y perecedera (Salmo 90:5, Juan 6:27, Hebreos 8:5). Incluso el oro y la plata “perecen”  y son “corruptibles” a pesar de ser elementos de gran duración (1 Pedro 1:7; 1:18). De hecho se declara que en un futuro muy lejano los elementos materiales que forman los planetas y soles, incluyendo a la Tierra, pasarán: 

"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán" -Mateo 24:35


"Hace mucho tú colocaste los fundamentos de la tierra misma, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos mismos perecerán, pero tú mismo quedarás en pie; e igual que una prenda de vestir todos ellos se gastarán. Igual que ropa los reemplazarás, y ellos terminarán su turno. Pero tú eres el mismo, y tus propios años no se completarán". – Salmos 102:25-27

”Levanten los ojos a los cielos mismos, y miren a la tierra abajo. Porque los mismísimos cielos tienen que dispersarse en fragmentos justamente como humo, y cual prenda de vestir la tierra misma se gastará, y sus habitantes mismos morirán como un sencillo jején. Pero en cuanto a mi salvación, resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y mi propia justicia no será destrozada”. – Isaías 51:6

El mismo apóstol hizo cita de los salmos como una realidad de la permanencia de Dios al declarar:

Y: “Tú en [el] principio, oh Señor, colocaste los fundamentos de la tierra misma, y los cielos son [las] obras de tus manos.  Ellos mismos perecerán, pero tú mismo has de permanecer de continuo; e igual que una prenda de vestir exterior todos ellos envejecerán, y los envolverás igual que una capa, como una prenda de vestir exterior; y serán cambiados, pero tú eres el mismo, y tus años nunca se acabarán”. – Hebreos 1:10-12

La creación es finita por naturaleza; solo Dios es infinito. Y en la misma carta a los Hebreos se declara que las cosas materiales son una “sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:5) y que el fin de Dios es “llevar a la gloria a muchos hijos” (Hebreos 2:10) en la existencia celestial e “incorruptible”  “reservada en los cielos” (1 Pedro 1:4). Lo anterior muestra el destino excelso del hombre, que excede a su cuna transitoria.

El que la creación sea finita e incompleta lo observamos en las transformaciones físicas que ocurren en el universo material. Efectivamente los cielos, los astros y planetas envejecen y son reemplazados, tal como lo vemos en las fusiones de galaxias y explosiones estelares. 

Todo lo anterior provoca que existan algunas “lagunas” en el espacio y el tiempo, y puedan ocurrir “sucesos imprevistos”.

“Regresé para ver, bajo el sol, que los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” – Eclesiastés 9:11

Notamos que dos factores en el universo finito afectan la materia y causan los accidentes sin que éstos sean provocados por Dios: el paso del tiempo y el suceso imprevisto (suceso impredecible).

Todos son lo mismo en lo que tienen todos. Un mismo suceso resultante hay para el justo y el inicuo, el bueno y el limpio y el inmundo, y el que sacrifica y el que no sacrifica. El bueno es lo mismo que el pecador; el que jura es lo mismo que cualquiera que ha temido un firme juramento. Esto es lo calamitoso en todo cuanto se ha hecho bajo el sol, que, porque hay un mismo suceso resultante para todos”. – Eclesiastés 9:2,3


“Porque tampoco conoce el hombre su tiempo. Justamente como peces que se cogen en una red dañina, y como pájaros que se cogen en una trampa, así son cogidos en lazo los hijos de los hombres en un tiempo calamitoso, cuando este cae sobre ellos de repente”. – Eclesiastés 9:12

Afortunadamente no ocurren accidentes a cada instante ya que existe una estabilidad general en la creación, pero a veces lo que es inevitable ocurre en la naturaleza, dada su condición temporal y cambiante de la misma (donde se provocan algunas "lagunas" o "burbujas" breves en la misma). De esta forma, las catástrofes naturales golpean miles de vidas, o los accidentes sorprenden a las personas que están en el lugar y momentos equivocados.

Notamos que la primera causa del sufrimiento son los accidentes y desastres de la naturaleza que nos sorprenden de imprevisto o aparecen como asuntos inevitables. Sin embargo, estos de ninguna forma son causados por Dios:

“Al estar bajo prueba, que nadie diga: “Dios me somete a prueba”. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie” – Santiago 1:13

Jesucristo cuando habló del derrumbe de la torre de Siloam nos habló de los accidentes como sucesos que afectan a malvados y buenos. En aquella ocasión perecieron dieciocho personas. Sin embargo, Jesús dejó claro que su muerte no se debió al castigo divino, sino a que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado (Lucas 13:1-5). Meditar en este hecho puede ayudarte a ver las tragedias desde la justa perspectiva.