70:8.1
(792.5) La desigualdad mental y física de los seres humanos garantiza la
aparición de clases sociales. Los únicos mundos sin estratos sociales son los
más primitivos y los más avanzados. Una civilización en ciernes aún no ha
comenzado la diferenciación de los niveles sociales, mientras que un mundo
establecido en luz y vida ha borrado en gran parte estas divisiones de la
humanidad, que tan propias son de todas las etapas evolutivas intermedias.
Así que es una utopía socialista intentar eliminar las "clases sociales". Mientras la Humanidad aún esté en etapas transitorias intermedias, éstos estratos siempre existirán. No obstante, más que suprimir las "clases sociales" como pregonan algunos comunistas, la clave está en el concepto de "movilidad social", que las personas que lo deseen y que se esfuercen puedan salir de la pobreza y avanzar:
70:8.13 (793.5) Es
indispensable para una sociedad evolutiva que las clases sociales sean
flexibles y cambiantes; pero cuando las clases se convierten en castas, cuando
se petrifican los niveles sociales, el mejoramiento de la estabilidad social se
consigue mediante el menoscabo de la iniciativa personal. La casta social
resuelve el problema de integrarse uno en la industria, pero también reduce
tajantemente el desarrollo del individuo e impide casi completamente la
cooperación social.
Sobre los derechos humanos se nos dice:
70:9.1 (793.11) La
naturaleza no le confiere al hombre derechos, sino vida, y un mundo en donde
vivirla. La naturaleza no confiere ni siquiera el derecho de vivir, tal como se
puede deducir si consideramos lo que probablemente le sucedería a un hombre
inerme si éste se enfrentara con un tigre hambriento en el bosque primitivo. La
seguridad es el don primordial que la sociedad otorga al hombre.
Lo anterior es totalmente cierto y se fundamenta en las realidades de la existencia y no en las premisas filosóficas del hombre. Un ser humano desnudo en un bosque no puede clamar a la naturaleza por la vulneración de sus derechos, éstos son meramente una creación social humana. Y es interesante que por ésta misma razón el primer derecho humano social inventado y aplicado desde la antiguedad sea la "seguridad". De ahí la importancia que el Estado proteja a sus ciudadanos aunque eso paradojalmente implique anular los derechos sociales posteriores de otros individuos.
70:9.13 (794.8) Cuando los
derechos son tan antiguos que se les desconoce su origen, se les suele
denominar derechos naturales. Pero los derechos humanos, en realidad, no son
naturales; son enteramente sociales. Son relativos y cambian constantemente,
pues no son más que las reglas del juego —adaptaciones reconocidas de las
relaciones que rigen los fenómenos de competencia humana, las cuales van
siempre cambiando.
70:9.14 (794.9) Lo que se
puede considerar como correcto en una edad, puede no considerarse como tal en
otra. La supervivencia de grandes cantidades de personas anormales y
degeneradas no depende de que tengan el derecho natural de estorbar la
civilización del siglo veinte, sino porque, sencillamente, así lo decreta la
sociedad de la edad, las costumbres establecidas.
Sobre la justicia se nos dice:
70:10.1 (794.13) La
justicia natural es una teoría elaborada por el hombre; no es una realidad. En
la naturaleza, la justicia es puramente teórica, totalmente ficticia. La
naturaleza no ofrece más que una clase de justicia —la conformidad inevitable
de los resultados a las causas.
70:10.2 (794.14) La
justicia, como la concibió el hombre, significa reivindicar los derechos y, por
tanto, es cuestión de evolución progresiva.
Lo anterior concuerda plenamente con éste comentario de W. Dyer:
"La justicia no existe.
Nunca ha existido y jamás existirá. Simplemente el mundo no ha sido organizado
de esa manera.
Los gorriones comen
gusanos. Eso no es justo para los gusanos. Las arañas comen moscas, lo que no
es justo para las moscas. Los cuguares matan coyotes. Los coyotes matan
tejones. Los tejones matan ratones. Los ratones matan insectos. Los insectos...
No tienes más que observar la naturaleza para darte cuenta de que no hay
justicia en este mundo. Los tornados, las inundaciones, los maremotos, las
sequías, todas esas cosas son injustas.
Este asunto de la justicia
es un concepto mitológico. El mundo y la gente que vive en él son injustos
todos los días. Tú puedes escoger ser feliz o ser desgraciado, pero esta
elección nada tiene que ver con la falta de justicia que veas a tu alrededor.
Éste no es un punto de
vista amargado de la humanidad y del mundo sino que más bien un informe
realista sobre lo que es el mundo. La justicia es un mero concepto casi
imposible de aplicar, en especial, en lo que se refiere a tus propias opciones
de realización y felicidad personales. Pero muchos de nosotros tendemos a
exigir que la justicia y equidad sea parte inherente de sus relaciones con los
demás. "No es justo." "Tú no tienes derecho a hacer eso si yo no
puedo hacerlo", y "¿Te haría yo una cosa así a ti?".
Éstas son las frases que
usamos. Queremos justicia y usamos su carencia como justificación para la
infelicidad. La exigencia de justicia no es un comportamiento neurótico. Sólo
se convierte en zona errónea cuando te castigas a ti mismo con una emoción
negativa al no poder ver la justicia que exiges. En este caso el comportamiento
autofrustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede
generar esa realidad sin justicia". - Tus zonas erróneas.
Las declaraciones anteriores de los Documentos son tan radicalmente opuestas al clamor popular que hacemos bien en reflexionar sobre ellas.
Los políticos y el sistema actual prometen asuntos que son imposibles de cumplir. Lamentablemente la mayoría de la población no está lista para leer este diagnóstico realista de los asuntos, y prefiere seguir creyendo en mitos.