Ese potencial, esa semilla contenida al interior del hombre, a veces lo notamos en las amplias manifestaciones artísticas y en la confección de la publicidad y el ingenio humano. Pero además en esta etapa (en su cuna terrestre), el hombre aún posee características animales en su ADN, que lo atan al temor paralizante y esclavizante. Entonces su imaginación creativa muchas veces es utilizada para crear también el espejismo de los monstruos que agitan la mente sensible y soñadora del hombre.
El Libro de Urantia dedica varios Documentos (Documentos 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92) a analizar estos aspectos de la mente y las creencias humanas. Y no lo hace para darnos una cátedra de sociología o antropología. En ellos, se encuentra una exposición hacia la verdad, con el objeto de contribuir a la liberación gradual de las mentes humanas, la liberación de los mitos, fetiches y creencias esclavizantes que desvían el potencial creativo del hombre a una creación negativa de su imaginación hacia entes o poderes malignos, que son un espejismo de su propia mente creativa llevada en una dirección asociada al miedo animal.
88:1.1 (967.3) El hombre primitivo siempre quería transformar todo suceso extraordinario en un fetiche; el azar dio, por consiguiente, origen a muchos fetiches. Un hombre está enfermo, sucede algo, y se mejora. Lo mismo ocurre con la reputación de muchos remedios y métodos empíricos de tratar las enfermedades.
88:1.1 (967.3) El hombre primitivo siempre quería transformar todo suceso extraordinario en un fetiche; el azar dio, por consiguiente, origen a muchos fetiches. Un hombre está enfermo, sucede algo, y se mejora. Lo mismo ocurre con la reputación de muchos remedios y métodos empíricos de tratar las enfermedades.
Las enfermedades y epidemias al ser acontecimientos fuera del orden cotidiano fueron asociadas rápidamente a causas sobrenaturales. Los espíritus y dioses traían estos males sobre el pueblo. La mente del hombre primitivo pronto era agitada por ésta creencia en fantasmas. Hoy tenemos nuevos "fantasmas" modernos pero tan esquivos e invisibles como los antiguos: sociedades secretas e illuminatis que traen el mal sobre el hombre.
Este proceso de endiosamiento de ciertos seres humanos como agentes casi sobrenaturales también es atávico:
88:1.10 (968.5) Mucha gente consideraba que los
genios eran personalidades fetiche poseídas por un espíritu sabio. Y estos
seres humanos talentosos aprendieron pronto a usar el engaño y el soborno para
fomentar sus propios intereses egoístas. Un hombre fetiche se consideraba más
que humano. Era divino, aun infalible. Así pues los caciques, reyes,
sacerdotes, profetas y líderes de la iglesia, finalmente tuvieron gran poder y
ejercieron una autoridad sin límites.
Es el hombre el que da el poder a estos individuos mediante crear en su mente a estos agentes dándoles en su imaginación poder sobrenatural irreal. Esto ha ocurrido desde tiempos ancestrales. Hoy se crean en la imaginación colectiva nuevos chamanes y brujos que de pronto salen a afligir a los pueblos. De la misma forma como las brujas salían en sus escobas durante la noche a plagar de males de ojo a las aldeas, así los nuevos brujos plagan a la humanidad con sus pandemias.
88:2.7
(969.5) En los tiempos antiguos la palabra fetiche de la autoridad era una
doctrina que inspiraba temor, el tirano más terrible que esclaviza al hombre.
Un fetiche doctrinal lleva al hombre mortal a traicionarse a sí mismo, cayendo
en las garras de la mojigatería, el fanatismo, la superstición, la intolerancia
y la más atroz de las crueldades bárbaras. El respeto moderno por la sabiduría
y la verdad es tan sólo un escape reciente de la tendencia a fabricar fetiches
hasta los niveles más altos del pensamiento y del razonamiento.
El problema de la creación de éstos nuevos monstruos es que esclavizan la mente humana, la agitan y la llevan a las aguas de fanatismo desastroso, de la superstición moderna.
88:3.4 (970.5) Las insignias de la autoridad sacerdotal y
real fueron finalmente consideradas fetiches, y el fetiche del estado supremo
ha pasado a través de muchas etapas de desarrollo, de los clanes a las tribus,
del señorío feudal a la soberanía, de los tótemes a las banderas. Los reyes
fetiches han gobernado por «derecho divino», y muchas otras formas de gobierno
se han prevalecido.
Hoy los entes que dirigen las naciones, las elites que existen son reales y son oportunistas. al igual que los sacerdotes de antaño que asustaban al pueblo. Es útil quizás para ciertos grupos de poder crear o fabricar imágenes engrandecidas de individuos dotándoles de poderes que realmente no tienen.
El Evangelio del Reino tiene como objeto precisamente liberar al hombre de éstos antiguos temores ancestrales.