Cuando analizamos desde una perspectiva amplia los Documentos de Urantia, comprendemos la razón de porque nos hablan de las razas proto humanas, de los andonitas, de las razas de color, del posterior fracaso edénico, de las migraciones anditas, de Melquisedek y sus religiones derivadas, y de cómo una cuarta parte centrada en Jesús de Nazaret, de alguna forma, enlaza y da sentido a todo lo anterior. Si, las primeras partes de libro no están entregadas así como así para deleitarnos en antropología e Historia, para luego pasar por capricho a una avenida puramente diferente, la religiosa, que sería la vida de Micael en Urantia.
Está claro que el largo camino del Hombre que parte con Andón y Fonta, sería mejorado con la adición de la genética de los Hijos Materiales: Adan y Eva con su prole adanita. De esta forma se completaría nuestro programa genético y biológico, el cual nos daría una naturaleza más sensible a una guía más directa del Ajustador, y así posteriormente, recibir nuevas revelaciones, bajo la guía de otros Hijos del Paraíso.
Al fallar Adan y Eva, no se pudo completar la actualización de nuestra programación genética. Eso ha incidido bastante en nuestra desarmonía mental, física y espiritual. Nuestros pensamientos están en guerra constante en nuestro interior, tenemos cuerpos que tienden a enfermarse debido a su mestizaje prematuro, etc. Todo lo anterior agrava el problema de Urantia, y explica el motivo de porque a la propia Humanidad le cuesta tanto salir de los aprietos en los cuales se mete.
Posiblemente dentro de las razas actuales, las llamadas “nórdicas”, cuentan con porcentaje residual un tanto mayor que el resto del mundo de genética andita. Pero aún así, por miles de años, los pueblos escandinavos tuvieron un atraso considerable como civilización. Aunque es injusto llamarles así, fueron considerados como “bárbaros” por otros pueblos. Mucho antes que estos nórdicos, el pueblo egipcio, griego, inca, y otros de la India, que tenían una menor genética adanita, lograron mucho más. ¿Porque? Por lo qué denominamos enseñanzas espirituales y guía cultural.
El Libro de Urantia nos enseña que los pueblos azules deterioraron grandemente el desarrollo espiritual y cultural de los adanitas. Esto hizo que al casarse con los azules, las prácticas espirituales adanitas decayeran, llegando incluso al nivel de los cultos a los fantasmas con fetiches, y puesto que su número era inferior al azul, la renovación de nuevos maestros espirituales no llegó lo suficientemente a tiempo, para evitar ese declive. Así, los pueblos nórdicos, parecieron entrar en una especie de bucle o burbuja casi eterna que les impidió un avance civilizatorio.
Solo cuando los misioneros cristianos ingresaron a la Europa Nórdica, comenzó un rápido despertar cultural y religioso, que logró el despertar del potencial dormido de los pueblos nórdicos, para convertirlos en pocos siglos, en lo que actualmente son. Sus banderas, todas con una cruz, son un recuerdo de cómo el cristianismo, pese a todas sus imperfecciones, representó el ingreso de una religión más avanzada, que trajo dentro de él, las semillas de la Cuarta Revelación en la persona de Jesús. A pesar de que los países nórdicos actualmente están experimentando un enfriamiento con relación a la religión formal, ellos son producto de la suma de una buena herencia más el agregado de los aspectos civilizatorios que trae una religión tan dinámica como el cristianismo.
Hoy, Ruanda demuestra como un país con poca genética adanita, está siguiendo los pasos que involucran la guía y las enseñanzas culturales adecuadas. Así, en algunas décadas, ya han dejado el hambre y las guerras etnicas que causaron un genocidio horrible en el país, y hoy los ruandeses prosperan con una situación nacional mejorada. Esto demuestra que la genética no es imprescindible para nuestra elección final como Hijos de Dios. Es cierto, nos es más difícil con un soporte cerebral y corporal no terminado, pero las enseñanzas espirituales son las que nos pueden salvar, y completar finalmente nuestra programación.
Fue por esa razón que Jesús de Nazaret decidió nacer como hombre en un mundo en que ya los adanitas y Anditas prácticamente no existían. Las razas estaban ya mestizadas, y solo perduraban a través de los romanos, algunos de los antiguos logros culturales de los griegos. El Maestro no viene a mejorar nuestra genética, sino a trabajar en el contrapeso que nos puede salvar: El desarrollo de la espiritualidad para intentar ahora desde nosotros mismos, desde nuestro interior, y con esfuerzo, el contacto con nuestro Ajustador. Antes en los cuerpos adanitas, los Ajustadores podían fluir más fácilmente a las mentes humanas, pero aún era necesaria e imprescindible, la guía y enseñanzas adecuadas.
Si logramos ejercitar día a día el contacto con el Ajustador del Pensamiento, este logrará gradualmente armonizar nuestro interior, y producirá una transformación muy significativa. Avanzaremos en nuestro círculo interno mental, y la guía de los Serafines se incrementará. Y existe la posibilidad, de qué tal vez estas personas nacidas del espíritu, logren influir en la genética futura, ya sea mediante un correcto uso de la ciencia, o a través de sus mismos descendientes. Tal vez lo que se llama epigenética es posible, y a través de nuestra evolución interior, influyamos en la evolución exterior de la Humanidad. El Libro de Urantia insinúa que a través de estas vías, tanto interna como científica (usada de forma adecuada), podemos rescatar los potenciales dormidos en nuestro interior, y activar esos genes adanitas que aun poseemos.
Pero todo esto ha sido únicamente posible Gracias a nuestro admirado Jesús. Sus enseñanzas no solo tienen el potencial de lograr una transformación en la sociedad humana, sino de completar finalmente nuestra evolución como Humanidad.