No hay nada más peligroso para la civilización y la hermandad entre los hombres que la defensa a ultranza de creer que se tiene la Verdad absoluta, y uno es parte del pueblo elegido. Cuando un sistema de creencias e ideologías cree que su visión del mundo es la única verdad, el mundo está condenado a guerras, división y sufrimiento. La razón es que por vía pacífica o forzosa, sutil o engañosa, intentará imponerla.
Algunos se preguntan: ¿Cómo es posible que una tierra bendecida con profetas y maestros que hablaron de Amor y Paz esté sumida durante tantos siglos en un baño de sangre?
Palestina recibió a Melquisedek, Abrahán, Moisés, Jesús de Nazaret, y también las enseñanzas de Mahoma. Ninguna de estas creencias traídas por estos líderes son destructivas. Sin embargo, ¿porque persiste el odio religioso, racial y nacionalista de forma más enquistado que algunos pueblos que ya dejaron esas prácticas?
Es cierto que las ideas de los derechos de los grupos y los problemas étnicos son un factor. Incluso la autodeterminación para formar un estado político. La mayoría de los países en el siglo XIX y XX enfrentaron esos conflictos y lograron superarlos. Hasta Estados Unidos padeció en el siglo XIX una guerra civil por razones sociopolíticas y comerciales. Sin embargo, NINGUNA región del Planeta ha seguido tan empecinada en el conflicto como lo es actualmente la zona de Israel y Palestina. ¿Por que?
La única causa motor y matriz de toda esta desgracia radica lamentablemente en la cuestión ideológica, en la creencia de la verdad absoluta y revelada, en la creencia en un ficticio pueblo elegido. Ocurre en la Religión que propugna que son los únicos escogidos y todos los demás están mal… La religión expresada de esa forma es la fuente de la destrucción de familias, amistades, relaciones humanas y sociales, del ostracismo y separación, y finalmente en los casos en que las leyes y estados políticos lo permiten, de la muerte y destrucción.
Cuando un grupo cree que tiene la verdad y presume ser el pueblo elegido, TODO otro pueblo, todo otro grupo, nación, familia, e individuo, queda inmediatamente fuera de la ecuación. Se vuelve una especie de “enemigo”, “mundano”, “infiel”, “hereje”, “apóstata”, etc. Y es tremendamente peligroso, porque al imaginar poseer la verdad, el resto inmediatamente pasa a ser digno de un nivel inferior de consideración, incluso merecedor de la destrucción, ya sea por los medios humanos que esa religión considera legítimos, o una hipotética destrucción sobrenatural de Dios, que es trasladar esa misma resolución sangrienta, a la manos sobrenaturales futuras en un Día del Juicio o Armagedón.
Las organizaciones religiosas, políticas e ideológicas que prediquen que son el “pueblo elegido” deberían ser prohibidas, no por su contenido religioso positivo, sino por el peligro que representan en estorbar el salto en este nivel de evolución del mundo. Y las razones están en que los hombres civilizados no pueden permitir que exista cualquier elemento que potencialmente horade a la misma civilización, sea sutil o directo, bajo el amparo de cualquier creencia.
Las religiones que se creen el pueblo elegido son potencialmente destructivas, y son el estancamiento para que la Humanidad avance. Puede parecer una decisión drástica que atenta contra la libertad religiosa, pero es al contrario. La libertad religiosa, como todas las libertades, no atenta contra las otras libertades, incluso en el plano de las ideas. Si una religión que alega por su libertad religiosa, debe también mostrar consideración, respeto, y no inculcar elementos de repudio velados o escondidos hacia otros pensamientos religiosos.
Las religiones deben convivir en paz, no solo físicamente, sino también en sus postulados e ideas. Hoy las legislaciones de muchos países prohíben los sacrificios humanos rituales que practicaban las religiones antiguas. Nadie, en pro de la libertad religiosa, insistiría en el derecho de hacer sacrificios humanos actualmente. Y aunque de hecho, una religión, ya haya superado esa etapa física de destrucción, si su ideología teórica se basa en acumular un sentimiento de destrucción hacia el prójimo, sean llamados, infieles o el mundo de Satanás, no puede tener cabida para construir un mundo mejor. Porque son las ideas las que potencialmente son las destructivas, y estas buscarán cualquier forma de manifestación, más sutil, como incluso ocurre con las sectas destructivas.
Tal como las ideologías políticas que solo traen ruina, ya que tienen también una compulsión psicológica religiosa e imposición de verdad revelada bajo unos iluminados, así mismo es necesario que las naciones civilizadas tomen en serio a los grupos que constantemente están hablando de destrucción de los impíos, de aniquilar a los infieles y de toda forma de odio disfrazado de bondad y buenas razones.
Y también esto nos da una lección a quienes abrazamos la Quinta Revelación. Debemos evitar dejar una sedimentación religiosa que con los siglos se endurezca, se vuelva barro y fósil, y que en las edades futuras sea utilizada con fines divisorios y ultra sectarios.