(609.4) Lucifer y Satanás deambularon libremente por el
sistema de Satania hasta que se completó la misión de autootorgamiento de
Micael en Urantia. Estuvieron juntos en vuestro mundo por última vez en el
momento de su ataque combinado contra el Hijo del Hombre.
La cita anterior está en el documento de la Rebelión de
Lucifer. Si nos basamos en la información
textual de la cita, se nos declara que Lucifer visitó Urantia y atacó
con Satanás a Jesús. Este documento fue
presentado por Manovandet Melquisedek.
Sin embargo, en el documento relativo a los años de
transición y el Monte Hermón, narrado por los Seres Intermedios de Urantia, se
declara:
(1493.5) Hacia el final de su estancia en la montaña, Jesús
pidió a su Padre que le permitiera celebrar una conferencia con sus enemigos de
Satania en su calidad de Hijo del Hombre, de Josué ben José. Esta petición le
fue concedida. Durante la última semana en el Monte Hermón, tuvo lugar la gran
tentación, la prueba cósmica. Satanás (representando a Lucifer) y el rebelde
Príncipe Planetario Caligastia, estuvieron presentes con Jesús y se le hicieron
plenamente visibles.
Este documento, narrado desde la perspectiva de los Seres
Intermedios de Urantia, declara que realmente fue Satanás y Caligastia los que
tentaron a Jesús. Satanás representaba a Lucifer, era su emisario o mensajero,
y esto queda confirmado cuando se dice en ese mismo documento:
(1494.1) Ante todas las componendas y expedientes temporales
sugeridas por Lucifer, ante todas esas engañosas propuestas relativas al
autootorgamiento en forma de encarnación, Jesús solamente tenía una respuesta:
«Que se haga la voluntad de mi Padre que está en el Paraíso».
Así que Satanás traía las ideas de Lucifer, y por eso desde
la perspectiva del Melquisedek que narra el documento sobre la rebelión de
Lucifer, se dice que “Lucifer y Satanás estuvieron juntos en vuestro mundo en
su ataque combinado”.
Pero aún así, otros pasajes del Libro nos ayudan a llegar a la conclusión que finalmente tres personajes estuvieron juntos atacando a Micael: Lucifer, Satanás y Caligastia. Sin embargo, solo Caligastia y Satanás lo abordaron directamente.
¿Qué aprendemos de este ejemplo? En primer lugar que el
Libro de Urantia debe leerse sin dogmatizar ciertos párrafos o frases. Para
obtener un cuadro más completo, y aún así relativo, deben leerse los contextos,
otras citas sobre el tema en el Libro, etc. El Libro de Urantia no es una
especie de “tabla de la ley celestial”. No existe tal cosa en el universo. El
Libro de Urantia representa las diversas presentaciones de seres celestiales,
que aún así, en algunas perspectivas y puntos de vistas accesorios, pueden diferir
en sus narrativas. Más no en la esencia y conceptos. Si, insistimos en esto.
Son los conceptos y no las palabras o frases precisas (incluso traducidas) la
cuestión principal. Y esto parece contraintuitivo para nosotros, ya que al
igual que niños pequeños, necesitamos aferrarnos a una tabla de la ley casi
fetiche.
Lejos de restar credibilidad al Libro o suponer un grado de contradicción, lo anterior demuestra verdad. Un hecho real se atestigua mejor, incluso con variaciones de perspectivas de los diversos testigos. A diferencia de un solo relato calcado, copiado y casi fotocopiado literalmente como si eso fuera la evidencia de la verdad.
Por ejemplo, el profesor Antonio Piñero explicó que ese razonamiento es la mejor prueba real de la existencia histórica de Jesús. El que cuatro evangelios, y muchos otros apócrifos, narren sucesos aparentemente contradictorios, y con diferentes perspectivas y puntos de vista, demuestran que efectivamente, por la economía de la información, el personaje histórico en cuestión es real. En cambio, si los cuatro evangelios hubiesen declarado exactamente lo mismo, la cuestión estaría sujeta a la copia de una sola fuente, y un solo testigo, lo cual sorprendentemente aumentaría la posibilidad exponencial de que el personaje fuese inventado y simplemente copiado a varios libros. Es así que Historiadores acreditados han declarado qué hay más posibilidades que Jesús haya sido un personaje real, si, más que él mismo Alejandro Magno o Julio César. La razón está en que estos últimos provienen de menos fuentes de información que atestiguan su existencia, en algunos casos, uno o dos autores. En cambio, Jesucristo es mencionado en decenas de fuentes sean estos evangelios canónicos, apócrifos, epístolas, y por algunos historiadores, etc.
Todo lo anterior también aterriza al Libro de Urantia en
cuanto a declaraciones de ciencia, organización de los universos, y términos,
incluyendo las distancias de los años luz, etc. Mucho de lo expresado en la
Revelación es narrado según la perspectiva de los Reveladores. Es inútil
discutir y fijar parámetros en cuanto a que las mismas declaraciones de los
reveladores deban ser exactas en perfección a la cambiante y evolutiva academia
científica humana. Lo anterior sería semejante a insistir en que la milla estadounidense
deba ser idéntica al metro utilizado en el resto del mundo.
Es bueno de vez en cuando repasar estos apuntes, sobre todo
para los nuevos lectores de los documentos, y para evitar cometer algunos
errores al intentar analizar la Información de los mismos. Lo importante es su
coherencia general, el contexto, los conceptos y el espíritu tras la
información, más que la letra precisa.
Finalmente, los Reveladores nos dejan estos mensajes:
2:7.1 (42.2) Todo conocimiento finito y toda comprensión de la
criatura son relativos. La información y la inteligencia, aunque procedan de
altas fuentes, son tan sólo relativamente completos, localmente precisos, y
personalmente verdaderos.
2:7.2 (42.3) Los hechos físicos son relativamente uniformes,
pero la verdad es un factor viviente y flexible en la filosofía del universo.
Las personalidades en evolución son sólo parcialmente sabias y relativamente
veraces en sus comunicaciones. Pueden estar seguras solamente hasta donde se
extiende su experiencia personal. Aquello que al parecer puede ser
completamente cierto en un lugar, puede ser tan sólo relativamente cierto en
otro segmento de la creación.
2:7.3 (42.4) La verdad divina, la verdad final, es uniforme
y universal, pero la historia de las cosas espirituales, tal como la relatan
numerosos individuos procedentes de distintas esferas, puede variar a veces en
sus detalles debido a esta relatividad en la totalidad del conocimiento y en la
plenitud de la experiencia personal así como en la longevidad y grado de esa
experiencia.