El árbol, el fruto y la serpiente
Leamos el relato
fundamental de éste análisis:
“Pero la serpiente era
astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la
cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto
de los árboles del huerto podemos comer; pero del
fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,
ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No
moriréis; sino que sabe Dios que el día
que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal. Y vio la mujer que el
árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable
para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su
marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos;
entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron coberturas para los lomos.” –
Génesis 3:1-7
Como estudiamos en la
entrada pasada aquí también hay alegoría
simbólica y hasta poética. Ya vimos que se declare que “la serpiente era
astuta, más que todos los animales del campo” no tiene ningún fundamento real si hablamos de un animal literal. Ahora
nos centraremos en aquellos elementos en negrita que destaqué arriba:
“El árbol del huerto”, “el
fruto del árbol”, “el árbol era bueno para comer, y que era agradable (o
deseable) a los ojos”, el “árbol era codiciable” y “conocieron que estaban
desnudos”.
Para desentrañar lo que
esconden estas expresiones iremos a un libro también incluido en ese primitivo canon
bíblico, en aquellos mismos tiempos en que se redactaba el Génesis por los
sacerdotes en el exilio. Esta es la pista clave. Veamos como el Cantar de los
Cantares que contiene mucha poesía declara lo siguiente. Notad bien:
Como el
manzano entre los árboles del huerto,
Así es mi
amado entre los jóvenes;
Bajo la sombra del
deseado me senté,
Y su fruto fue dulce a mi paladar. – Cantar de los Cantares 2:3
Notamos la similitud del lenguaje empleado en el Génesis. El Cantar es conocido por los antiguos judíos como un libro casi erótico que era prohibido para los jóvenes judíos. De manera muy poética y casi simbólica se describe al amado como una fruta, un manzano entre los árboles del huerto o jardín. Algo que causa agrado, placer y deseo. El fruto, claramente un encuentro íntimo, es dulce al paladar.
De hecho, aunque el
Génesis no menciona que el fruto fuera una manzana, popularmente se extendió
que ese había sido, y para algunos, una variante indicaría que posiblemente del
pasaje del Cantar citado, se extrajo esa idea. Y esto tendría sentido, ya que en
cuanto a fechas de composición, ambos estarían cerca uno del otro.
Así que el árbol con el
fruto prohibido que es comido, sería
ciertamente un encuentro sexual entre Eva y otra persona, y luego Adán
cometería la misma falta. El hecho que en otras partes de la Biblia se
simbolice a individuos con árboles refuerza esa idea.
Ahora bien, notamos que
tras cometer la falta, ambos “conocieron
que estaban desnudos”, lo cual es un detalle muy importante que refuerza lo
anterior. Veamos como la “desnudez” por éstos redactores está relacionada con
las relaciones sexuales:
“No descubrirás la desnudez del
hermano de tu padre. No te acostarás con la mujer del hermano de tu
padre. Se trata de la mujer del hermano de tu padre.” – Levítico 18: 14
Así, en los versículos del 7 al 20
de éste capítulo 18 se dan una serie de prohibiciones contra “descubrir la desnudez” de parientes
evitando prácticas incestuosas e inmorales. Las traducciones modernas han
declarado claramente que “descubrir la desnudez” es una referencia a las “relaciones
sexuales” y así lo entendía la literatura judía. Una forma similar es “destapar
los pies”, que también se refiere a lo mismo.
Así que Adán y
Eva cuando “conocieron
que estaban desnudos” no es en relación a la intimidad natural que ellos tenían
como pareja, sino que despertaron brutalmente al hecho de que habían incurrido
en una práctica “adultera” hacia sus consortes, con otras personas ajenas a su
matrimonio.
Como iremos comprobando en una posterior entrada, los redactores y escribas necesitaban borrar de los registros principalmente éstas dos situaciones:
-
Que
existían humanos antes de Adán y Eva.
-
Que
Adán y Eva habían intimado con ellos.
Lo
judíos en el exilio necesitaban destacar que ellos eran el pueblo elegido,
proveniente del linaje directo de los “hijos de Dios”, los “primeros padres de
la humanidad”. Así se destacaba el carácter aristocrático de la raza judía. Era
chocante presentar las crónicas de que los padres adánicos habían participado
en mestizajes con otras tribus y pueblos, incluso preexistentes. Puesto que se
quería consolidar la imagen de la nación de Israel como pueblo elegido era
impresentable lo anterior, además de que reforzaba que los israelitas debían
evitar casarse con gentes de otros pueblos.
Así
se borraron los registros directos, de éstas crónicas que sin duda circularon y
los sucesos narrados en el Génesis 3:1-7 especialmente fueron disfrazados con simbología y poesía alegórica casi como si fuese una fábula. Intencionadamente se
reemplazó a las personas del jardín con las cuales Adán y Eva se involucraron,
bajo el término “árbol, fruto y desnudez”. Y como ya hemos visto, éste disfraz
era algo común en la narrativa y poesía judía.
Con
respecto a la “serpiente” también ocurre lo mismo. Como iremos viendo, la
serpiente era un personaje en esta escena y cuestión. No, no era el Demonio,
tal como han teorizado las religiones modernas (pese a que el mismo Génesis no
declara realmente que era el diablo), aunque si el maligno estuvo detrás de los
planes de la serpiente, no era en sí mismo la serpiente. Esta era una persona
que fue reemplazada por la serpiente para disfrazar el hecho de habían otras
personas en el jardín.
Y
esta persona era sabia, más que todos los animales del jardín, o sea, más que
todas las otras personas que habitaban dicho lugar. Esto indica que tenía
cierto liderazgo sobre ellos.
Es
interesante que el mismo libro del Génesis compara a una persona con una
serpiente, de hecho era también un líder sobre su tribu:
“Será
Dan serpiente junto al camino, cerasta junto a la senda, que muerde los talones
de los caballos, y hace caer por detrás al cabalgador de ellos.”- Génesis 49:17
También
en la Biblia se declara que una persona que tiene un habla elocuente o
engañadora es como una serpiente:
“Aguzaron su lengua como la serpiente; Veneno de áspid hay debajo de sus labios.”- Salmo 140:3.
Hay varios textos semejantes sobre esto último.
Esto
es interesante porque precisamente la serpiente en el relato del Génesis habla
con Eva, conversa con ella. Es evidente que representa a una persona que
persuadió a la esposa de Adán.
Así
que tenemos más o menos el cuadro claro. Un astuto líder, más hábil que el
resto, convence a Eva en tener un encuentro íntimo con una persona ajena a
Adán, y después ocurriría lo mismo con él. Esto correspondería a mezclar los
planes divinos con los mecanismos erróneos, combinar la ciencia del bien y el
mal en la ejecución de los hechos, con consecuencias desastrosas.
Los
redactores judíos hicieron lo posible por cubrir éstos elementos, disfrazando
un poco el relato.
Sin embargo, de alguna forma, con los años estos asuntos igual se filtraron entre algunos círculos judíos más privados, y ciertos rabinos sabían que habían existido otros hombres antes que Adán, pero no los consideraban plenamente humanos o con "la imagen de Dios". De hecho, en el Génesis 5 (que es otra crónica de la creación añadida a la composición final del Génesis) se hace hincapié en que Adán y su hijo Set son creados a "imagen de Dios", y de allí se establece el linaje judío.
Es así también cómo surgió la leyenda posterior (una distorsión de los hechos) de
Lilith, otra esposa de Adán, y las sospechas de que hubieron infidelidades
maritales de ambos, asuntos que llegaron a oídos de algunos teólogos
medievales, estableciendo las ideas comentadas en la primera entrada de éste
tema.
Ahora
bien, en una entrada final, veremos cómo finalmente todo esto encaja con el
Libro de Urantia.