Algunos lectores preguntan sobre el llamado "fin del sistema de cosas". ¿Vendrá realmente? ¿Cómo debe entenderse?
En muchas entradas he intentado explicar este asunto, pero al parecer quizás no me he explicado bien. Trataré simplificar y resumir lo mayormente posible esta cuestión:
No podemos descartar un colapso global ya sea por el cambio climático, alguna catástrofe global o una crisis sociopolítica que lleve a una anarquía y revuelta mundial. La globalización actual favorece los riesgos y posibilidades anteriores. Y es posible que algunas de las imágenes visuales proféticas de algunos escritores bíblicos hayan sido impresiones relacionadas con estos fenómenos.
Véase entrada: Consideración sobre el Juicio Terminal Planetario
http://estudiosdelasescrituras.blogspot.com/2013/05/consideracion-sobre-el-juicio-terminal.html
Cuando Jesús habló de la gran tribulación del siglo I sobre Jerusalén lo hizo porque sabía que una serie de factores (que no fueron provocados por Dios) causaron el colapso repentino del sistema judío y la guerra final con los romanos:
(1913.1) 176:1.2 Jesús hizo una pausa mientras contemplaba la ciudad. El Maestro se percataba de que el rechazo del concepto espiritual del Mesías, la determinación de aferrarse con persistencia y ciegamente a la misión material del libertador esperado, llevaría finalmente a los judíos a un conflicto directo con los poderosos ejércitos romanos, y que esa lucha tan sólo resultaría en la destrucción final y completa de la nación judía. Cuando su pueblo rechazó su autootorgamiento espiritual y se negó a recibir la luz del cielo que tan misericordiosamente brillaba sobre ellos, sellaron así su destino como pueblo independiente con una especial misión espiritual en la tierra. Aun los líderes judíos posteriormente reconocieron que fue esta idea secular del Mesías la que llevó directamente a la turbulencia que finalmente produjo su destrucción.
(1913.2) 176:1.3 Puesto que Jerusalén sería la cuna del primitivo movimiento del evangelio, Jesús no quería que los maestros y predicadores de éste perecieran en la derrota terrible del pueblo judío en conexión con la destrucción de Jerusalén; por eso él dio estas instrucciones a sus seguidores. Mucho le preocupaba a Jesús que algunos de sus discípulos cayeran en las revueltas venideras y perecieran en la caída de Jerusalén.
La gran tribulación del siglo I no fue un castigo de Dios sobre el pueblo judío. Más bien fue una consecuencia causada por ellos mismos al persistir en sus controversias nacionalistas en protesta por el yugo de Roma. La destrucción de Jerusalén en el fondo fue causada por los mismos judíos. Y si ocurriese una gran tribulación global en la actualidad, ésta será un producto del mismo caos generado por la estupidez y egoísmo humano.
(1087.1) 99:1.4 La religión no tiene nuevos deberes que cumplir, pero es urgentemente llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. La religión debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas. La religión ha de actuar como la sal cósmica que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso.
(1086.4) 99:1.1 Las invenciones mecánicas y la diseminación del conocimiento están modificando la civilización; son imperativos ciertos cambios sociales y adaptaciones económicas si se ha de evitar el desastre cultural. Este nuevo orden social que se aproxima no se establecerá complacidamente hasta por un milenio. La raza humana debe reconciliarse con un proceso de cambios, adaptaciones y readaptaciones. La humanidad está en marcha hacia un nuevo destino planetario no revelado.
Véase entrada: Tiempos de desafío. Un mensaje para los lectores.
http://estudiosdelasescrituras.blogspot.com/2013/06/tiempos-de-desafio-un-mensaje-para-los.html
El problema moderno radica en que se necesita con urgencia la necesidad de auténticos maestros espirituales que puedan salinizar las asociaciones humanas. De lo contrario, es posible que se provoque una destrucción de la civilización.
195:8.13 La secularización completa de la ciencia, la educación, la industria y la sociedad puede conducir tan sólo al desastre. Durante el primer tercio del siglo veinte los urantianos mataron a más seres humanos que los que fueron matados durante la entera dispensación cristiana hasta ese momento. Y éste es tan sólo el comienzo de la amarga cosecha del materialismo y el secularismo; destrucciones aún más terribles están por ocurrir.
Las destrucciones cíclicas de guerras y conflictos son ciertamente posibles como cosecha de los sistemas secularistas y materialistas. Pero estos eventos no son castigos de Dios tal como no lo fue la destrucción del 70 E.C. Son eventos destructores de la civilización que han sido causados por los mismos hombres. La posibilidad de una tribulación global no es un fenómeno irreal. Sin embargo, esto no debe asociarse con el Retorno de Miguel, tal como él no retornó en 70 E.C.
Ahora bien, todo colapso de una civilización ya sea local, regional o mundial lleva consigo la reacción de las personas ante las adversidades. Y ante una crisis los hombres sacan lo mejor o peor de ellos, ante el panorama de morir. Esto podría ser un evaluador secundario para la sobrevivencia eterna de la persona si es que debe resucitar o no.
Tenemos claro que puede ocurrir un evento global o localizado ya sea provocado por los hombres y la naturaleza y esto puede servir para evaluar las reacciones morales de los hombres, aunque de ninguna manera es un castigo de Dios. La humanidad volverá a experimentar guerras, desastres naturales y conflictos sociales. Todos éstos son "fines de los sistemas de cosas". Al respecto, notemos como la expresión está en plural:
Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado. - 1 Corintios 10:11
Pablo habla en plural y ciertamente todas las generaciones de cristianos han presenciado el colapso de sucesivas civilizaciones como la Judía, la Romana, la caída de Constantinopla, la Revolución Francesa, las dos Guerras Mundiales, etc.
La idea de que la expresión "sistema de cosas" también es plural es apoyada por este pasaje:
el secreto sagrado que fue escondido de los pasados sistemas de cosas y de las generaciones pasadas. Mas ahora ha sido puesto de manifiesto a sus santos. - Colosenses 1:26
Así que cuando se nos habla del fin del mundo una época o el fin de una era no es para señalarnos el gran fin del mundo, sino la posibilidad de enfrentar varios cambios de eras. Para cada generación esto significaría un fin del mundo. Es un concepto más bien parecido al de Dispensaciones sucesivas o Juicios Terminales de Eras.
La expresión de Mateo 24:3 traducida correctamente traducida como "fin del sistema de cosas" significa literalmente “del orden de cosas”. Pero no hay un solo gran fin, sino sucesivas transformaciones de la humanidad, algunas más caóticas que otras, pero que cada generación asocia con el Regreso de Jesús.
(1916.3) 176:3.3 Cada generación de creyentes debe continuar su obra, en vista del posible retorno del Hijo del Hombre, exactamente como cada creyente lleva hacia adelante su obra de vida en vista de la muerte natural inevitable y siempre amenazante.
Sin embargo, Jesús deseaba que aunque podamos enfrentar eventos desastrosos horribles, no debemos preocuparnos en exceso por los cataclismos terrestres.
(1916.2) 176:3.2 «Tomás, tú tampoco comprendes lo que yo he estado diciendo. ¿Acaso no te he enseñado todo este tiempo que tu relación con el reino es espiritual e individual, que es totalmente un asunto de experiencia personal en el espíritu, mediante la comprensión por la fe de que tú eres un hijo de Dios? ¿Qué más he de decir? La caída de las naciones, la derrota de los imperios, la destrucción de los judíos incrédulos, el fin de una era, aun el fin del mundo, ¿qué tienen que ver todas estas cosas con el que cree en el evangelio y que ha refugiado su vida al amparo del reino eterno? Vosotros que sois conocedores de Dios y creyentes en el evangelio, ya habéis recibido la certeza de la vida eterna. Puesto que vuestras vidas han sido vividas en el espíritu y para el Padre, nada puede ser una preocupación seria para vosotros. Los constructores del reino, los ciudadanos acreditados de los mundos celestiales, no se molestan por los altibajos temporales ni se perturban por los cataclismos terrestres. ¿Qué importancia tiene, para vosotros que creéis en este evangelio del reino, de que caigan las naciones, que termine la era, que todas las cosas visibles se destruyan? en vista de que sabéis que vuestra vida es el don del Hijo, y que está eternamente segura en el Padre. Habiendo vivido la vida temporal por la fe y habiendo rendido los frutos del espíritu en forma de la rectitud que se manifiesta en servicio amoroso para con vuestros semejantes, podéis contemplar con confianza el próximo paso en la carrera eterna, con la misma fe de sobrevivencia que os ha llevado a través de vuestra primera y terrenal aventura en la filiación con Dios.