viernes, 22 de febrero de 2019

Eslabones y consideraciones morales

Los Documentos señalan que no "hay eslabones perdidos". No obstante, la ciencia actual ha hablado de las "formas transicionales". Lo cierto es que hay criaturas con similitudes morfológicas aparentes que han servido para suponer que pueda existir una evolución lenta y gradual entre diferentes especies. Sin embargo, las llamadas formas transicionales no representan en sí mismas una prueba empírica y concreta de una evolución gradual y lenta, sino todo lo contrario. Manifiestan una aparición intermedia más o menos "brusca" y repentina entre dos especies. Esa es precisamente la prueba empírica y real que en el fondo ha demostrado la razón de los Documentos.

Notemos la imagen lateral. En ella se muestran las formas transicionales que terminan en una ballena. Aparentemente a simple vista podríamos tener la impresión que es una prueba para la evolución clásica, aquella que nos intenta vender la idea de una evolución gradual y lenta. Sin embargo, cuando la examinamos en el detalle, notaremos grandes diferencias entre cada aparente forma transicional. Lo hechos y pruebas más bien demuestran los saltos relativamente grandes entre especies. Y esta es la prueba del registro fósil en sí misma. Así que efectivamente "no hay eslabones perdidos" que transmitan la idea de una evolución gradual y lenta. En cambio, las formas transicionales sí prueban precisamente los cambios relativamente bruscos entre especies.

Por otra parte, ¿demuestra una actitud cruel de los Portadores de la Vida ejecutar semejante sistema?

Cuando planteamos la pregunta anterior con los lentes de un hombre moderno que ya tiene ganada una comodidad contemporánea, cometemos algunos errores conceptuales. Aún el hombre de estratos bajos que vivía hace unos 3000 años, tenía una vida cruel y ruda, con expectativas de vida muy limitadas. Y eso que biológicamente ese hombre era igual al hombre moderno. Así que el concepto de "evolución" física no tiene nada que ver con el fondo de esto.

Los animales viven en su esfera de dignidad relativa y proporcional a su existencia. Sería absurdo pretender que un pájaro se dignifique al habitar en un nido de oro, ya que la misma ave no tiene esas consideraciones mentales puramente humanas y artificiales. 

La aparición de las especies es proporcional a la época terrestre y geológica planetaria y cada vida individual es lo suficientemente corta para no verse afectada por un juicio de valor sobre el mismo punto. Los dinosaurios existieron en una época con grandes terremotos y gases complejos,y su fisonomía era proporcional a su era. Aún hasta Andon y Fonta tuvieron una dignidad proporcional a su época respectiva, de la misma forma como hace 100 años las personas no tenían las comodidades del hombre moderno y vivían con rudeza, pero con una dignidad relativa.

La Tierra aún está en camino de completar su formación y ajuste planetario. La rudeza geológica implica un grado de fuerza opuesta de sus criaturas para sobrevivir en este ambiente planetario. Un hombre moderno tampoco sobreviviría desnudo en la naturaleza por algunos días. El deseo de colocar al hombre en etapas aún tempranas de la formación terrestre es porque la vida se encadena y ninguna forma de vida es independiente de la otra. Lo que el hombre colectivamente ha cosechado es el fruto de todo el trabajo conjunto de la humanidad por épocas. Así la humanidad colectivamente ayuda a terminar la construcción de este mundo. Pero este juicio no debería preocupar a las vidas individuales humanas que son cortas y una gota en la corriente del tiempo.

Si el hombre hubiese sido colocado en una época geológica más estable y con una aparición súbita en la Tierra, éste no podría subsistir apropiadamente en la Tierra. Las mismas plantas que consume el hombre demuestran su asociación vital ancestral. El hombre tendría que vivir con escafandra y como un extraño en este mundo. Sería como un astronauta que intenta vivir en otro mundo. Y eso precisamente ocurriría. Si un hombre de nuestro mundo se fuese a habitar un planeta biológico distante pero algo parecido a la Tierra, no sería tan simple como ponerse a habitar en él, como sugieren algunas películas. Tendría varias dificultades de adaptación, problemas gravitacionales e incluso de dieta y respiración. Su química y ADN no sería inmediatamente compatible con el ADN extraterreste, así que incluso tendría problemas al ingerir plantas. La película AVATAR se acerca algo a este concepto correcto. Los gases y gravedad, aún la flora de Pandora no era igual a la Terreste, y los humanos no compatibilizaban con la misma.

La adaptación es producto de la herencia de la vida y asociación previa de todos los seres vivientes. Es parte de ese encadenamiento de siglos bajo un plan sabio y de gran alcance. Es así como puedes comer una lechuga sin problemas. Somos todos parientes.