Uno de los problemas iniciales que a menudo crea un conflicto en la mente de los lectores del Libro de Urantia con antecedentes cristianos y bíblicos es la diferencia de narrativa en los así llamados "milagros".
Los evangelios narran una gran cantidad de milagros. El Libro de Urantia, en cambio, reduce su porcentaje y además enfoca otros a verlos desde otro prisma. Para algunos sería obra de Satanás intentar mermar la autoridad literal de la Biblia y del poder de Jesús al realizar este filtro de sucesos. Pero, ¿es realmente así?
Antes de seguir es importante tener una mente abierta para entender este tema. Tal como he escrito en numerosas entradas pasadas, la Biblia es una colección de textos con las opiniones y puntos de vista de sus autores. Su inspiración divina estaría en sus palabras de sabiduría espiritual, y no en la narrativa de los sucesos, marcos de circunstancias y perspectivas de los personajes. La Biblia más que ser un libro histórico (o de biografías históricas textuales) o científico, es más bien un Libro Religioso. Punto final.
Los mismos Evangelios entre ellos mismos difieren en la narrativa de muchos de los sucesos de la vida de Jesús. Pero, ¿Mateo tiene una superioridad informativa sobre Marcos o Lucas? ¿Es que Juan le quita autoridad a muchos de los relatos algo contradictorios de los otros Evangelios? Lo anterior nos muestra que No podemos confiar en la visión de un solo Evangelio para construir una biografía de Jesús, sino que es necesario el complemento aceptable de los cuatro. Y aún así, eso No es garantía de que hemos obtenido la totalidad de la Información (Juan 20:30).
Los evangelistas fueron recogiendo información de acuerdo a sus recuerdos personales y entrevistas con testigos que décadas antes habían conocido a Jesús. Mas que una obra biográfica exacta, son una colección de "recuerdos" y "narrativas orales" que circulaban en torno a Jesús de Nazaret (Lucas 1:1-3).
El Libro de Urantia declara ser una Revelación que entrega información completa y taxativa de lo que se perdió y recogió de otra forma. Y esto no ocurre solamente con el tema de los milagros. Hay muchos detalles interesantes que aclara el Libro de Urantia y causa sentido en mucho del material narrado en los Evangelios. Por ejemplo, el relato de la respuesta algo tirante de Jesús a su madre en las bodas de Caná no tiene mayor explicación en los Evangelios. Sin embargo, el Libro de Urantia nos explica realmente el trasfondo de todo lo anterior. Y así con MUCHOS sucesos de la vida de Jesús. Esta narrativa del Libro de Urantia ciertamente ha enriquecido nuestra visión de Jesús y jamás la ha mermado, todo lo contrario. Nuestra admiración por Jesús de Nazaret sale sublimada y fortalecida.
Con los milagros el Libro de Urantia se limita a narrar las cosas tal como fueron. Por ejemplo, en esos casos de posesiones demoníacas en donde los Evangelios narran que el poseído tenía epilepsia, la verdad es que solo tenía epilepsia y los apóstoles no supieron distinguir aquello de una posesión real. Sí, existieron posesiones, pero la cantidad fue inferior a la descrita en los Evangelios. Lo anterior ocurre sencillamente por llenar los huecos de información en la redacción final de los Evangelios. Mientras más pasa el tiempo, esos huecos de información comienzan a ser llenados por las impresiones y entendimiento de los involucrados, sean éstos testigos de a oídas o participantes de primer orden:
Eso ocurre con el llamado "caminar sobre las aguas" de Jesús. Notemos lo que explican los Documentos:
152:4.2 (1703.2) La oscuridad descendió sobre ellos,
porque soplaba un fuerte viento en contra que les impedía avanzar. A medida que
pasaban las horas de oscuridad y duro remar, Pedro, agotado, cayó en un
profundo sueño. Andrés y Santiago lo acarrearon al asiento acojinado en la popa
de la barca. Mientras los demás apóstoles luchaban contra el viento y las olas,
Pedro tuvo un sueño; vio una visión de Jesús que se les acercaba caminando
sobre el mar. Cuando ya parecía el Maestro caminar pasando de largo junto a la
barca, Pedro gritó: «Sálvanos, Maestro, sálvanos». Los que estaban cerca de la
popa de la barca le oyeron decir algunas de estas palabras. Continuó esta
aparición nocturna en la mente de Pedro, y soñó que Jesús decía: «Estad de buen
ánimo; sí, soy yo; no temáis». Fue éste como el bálsamo de Gilead para el alma
atribulada de Pedro; serenó su espíritu preocupado, de modo que (en su sueño)
gritó al Maestro: «Señor, si eres realmente tú, convídame a que camine contigo
sobre las aguas». Y salió Pedro caminando sobre el agua, y las olas
embravecidas lo asustaron, y a punto de hundirse, gritó: «Señor, ¡sálvame!»
Muchos entre los doce oyeron su grito. Entonces Pedro soñó que Jesús venía a
rescatarlo y, dándole la mano, lo aferraba y lo levantaba, diciendo: «Oh, tú
con tan poca fe, ¿por qué dudaste?».
152:4.3 (1703.3) En relación con la última parte de su
sueño, Pedro en realidad se levantó del asiento sobre el que dormía y salió de
la barca al agua. Y despertó de su sueño cuando Andrés, Santiago y Juan
corrieron a sacarlo del mar.
152:4.4 (1703.4) Para Pedro, esta experiencia fue
siempre real. Creía sinceramente que Jesús había venido durante la noche.
Convenció sólo parcialmente a Juan Marcos, lo cual explica por qué Marcos dejó
de mencionar en su narrativa una porción de esta historia. Lucas, el médico, quien
investigó cuidadosamente estos asuntos, concluyó que el episodio fue una visión
de Pedro y por consiguiente se negó a incluir este relato en la preparación de
su narrativa.
Examinemos la información del Libro de Urantia. Nos dice que el "suceso" sí ocurrió, pero en la mente de Pedro, un sueño nítido de Pedro. Los apóstoles sí escucharon los gritos del dormido Pedro, y también estando aún dormido si se metió realmente al agua. Esa parte fue real, y más o menos todos recordaban lo anterior, sacando a un Pedro que se hundía. Lo anterior, más el convencimiento del vehemente Pedro narrando a los redactores posteriores fue fundamental para la creación del suceso en la narrativa. No olvidemos que solo el evangelio de Mateo integra a Pedro en el relato, mientras que los otros lo comentan de forma muy diluida y superficial. Si fuera sido sido un hecho firmemente establecido e impactante con la participación de Pedro, el resto de evangelistas habrían narrado el hecho con la misma fuerza de Mateo.
Sobre Isador, el verdadero autor del Evangelio de Mateo, se nos dice:
121:8.5
(1341.6) No hubo intención de engaño al atribuir el escrito a
Mateo. En aquellos tiempos, ésa era la forma en que los discípulos honraban a
sus maestros.
Reinterpretar algunos hechos, atribuirles ciertos significados o volverlos indistinguibles de las creencias personales, es un fenómeno natural de todas las narrativas de sucesos pasados. No hay intención alguna o negligencia al narrar los hechos. Simplemente perspectiva personal y paso del tiempo.
El mismo apóstol Pablo no fue capaz de explicar si su experiencia en el "tercer cielo" fue algo onírico o real (2 Corintios 12:2). Si Pedro hubiera tenido esa experiencia posiblemente habría dicho con vehemencia que él habría sido arrebatado literalmente en "cuerpo y alma" al tercer cielo.
El mismo apóstol Pablo no fue capaz de explicar si su experiencia en el "tercer cielo" fue algo onírico o real (2 Corintios 12:2). Si Pedro hubiera tenido esa experiencia posiblemente habría dicho con vehemencia que él habría sido arrebatado literalmente en "cuerpo y alma" al tercer cielo.
¿Debería mermar la Fe en Jesús el hecho de que no todos los milagros narrados en los Evangelios fueron realmente milagros? No, porque personas discernidoras (que incluso no han leído el Libro de Urantia) se han dado cuenta que el objetivo principal de Jesús de Nazaret NO era hacer milagros sino predicar el Evangelio del Reino. Jesús no era un milagrero, pese a que realmente hizo milagros extraordinarios. La ausencia y explicación de ALGUNOS de los así llamados milagros no debería afectar nuestra Fe en él.
Amamos y seguimos la vida inspiradora de Jesús No por sus milagros, sino por sus transformadoras enseñanzas.