Leonard Woolley entre 1922 y 1934 dirigió las excavaciones en la antigua ciudad sumeria de Ur, patrocinados por el Museo Británico y la Universidad de Pennsylvania y cuyos descubrimientos de la evidencia geológica de una gran inundación que habría arrasado la cuenca mesopotámica en época protohistórica revolucionó las interpretaciones sobre la historia del diluvio de las tradiciones literarias sumeria y semita.
En uno de sus libros, Excavations at Ur, Sir Leonard Woolley relata que, en 1929, cuando los trabajos en el Cementerio Real de Ur estaban tocando a su fin, los trabajadores hicieron un pequeño pozo en un montículo cercano, cavando a través de una masa de cerámica rota y de cascotes de ladrillo. Casi un metro más abajo, llegaron a un nivel de barro endurecido, algo que, habitualmente, marca el punto donde una civilización ha comenzado. Pero, ¿es que milenios de vida urbana sólo habían dejado un metro de estratos arqueológicos? Sir Leonard les pidió a los trabajadores que cavaran todavía más. Entonces profundizaron otro metro y, luego, metro y medio más. Seguían sacando «suelo virgen» -barro sin rastros de habitación humana. Pero, después de cavar a través de casi tres metros y medio de cieno y barro seco, los trabajadores llegaron a un estrato en el que empezaron ya a encontrarse trozos de cerámica verde e instrumentos de sílex. ¡Una civilización más antigua había sido enterrada bajo tres metros y medio de bario! Sir Leonard se metió en el hoyo de un salto y examinó la excavación. Llamó a sus ayudantes, en busca de opiniones. Nadie tenía una teoría plausible. Después, la esposa de Sir Leonard dijo casi por casualidad: «¡Pero, si está claro, es el Diluvio!».
Sin embargo, otras delegaciones arqueológicas en Mesopotamia analizaron más evidencia. El estrato de barro donde no había rastros de habitación indicaba, efectivamente, una inundación. Pero, mientras los depósitos de Ur y al-’Ubaid sugerían la inundación entre el 3500 y el 4000 a.C, un depósito similar descubierto posteriormente en Kis se estimó que se había formado en los alrededores del 2800 a.C. La misma fecha (2800 a.C.) se estimó para unos estratos de barro encontrados en Erek y en Shuruppak, la ciudad del Noé sumerio. En Nínive, los excavadores encontraron, a una profundidad de 18 metros, nada menos que trece estratos alternos de barro y arena ribereña, datados entre el 4000 y el 3000 a.C. Por tanto, la mayoría de los estudiosos creen que lo que Woolley encontró fueron los rastros de varias inundaciones locales, algo frecuente en Mesopotamia, donde las ocasionales lluvias torrenciales y las crecidas de los dos grandes ríos y sus frecuentes cambios de curso causan tales estragos. En cuanto a los diferentes estratos de barro, los expertos han llegado a la conclusión de que no pertenecen a una gran calamidad, sino a múltiples diluvios.
El primer ecologista y climatólogo
La historia de Noé no debe centrarse en el castigo de un Dios, sino más bien en las características valerosas de Noé. Este hombre nos habla de que no hay ninguna misión imposible, pese a que parezca una locura para muchos.
(874.7) 78:7.2 Durante miles de años tras la sumersión del primer Edén, continuaron elevándose las montañas a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo y las del noroeste y noreste de Mesopotamia. Cerca de 5000 a. de J.C. se aceleró considerablemente esta elevación de las tierras altas, lo cual, juntamente con mayores nevadas en las cordilleras del norte, produjo cada primavera inundaciones inauditas por todo el valle del Eufrates. Estas inundaciones primaverales fueron empeorándose cada vez más de tal modo que, a la larga, los habitantes de las regiones fluviales se vieron obligados a irse a vivir en las tierras altas del este. Durante casi mil años decenas de ciudades quedaron prácticamente abandonadas debido a estos vastos diluvios.
Es en medio de este cambio climático en donde aparece el ejemplo inspirador de Noé:
(875.2) 78:7.5 Pero Noé en efecto vivió; era un viñador de Aram, un poblado ribereño cerca de Erec. Llevaba cada año un registro escrito de los días de las crecientes del río. Fue objeto de gran escarnio porque subía y bajaba el valle del río propugnando que se construyeran de madera todas las casas a manera de barcos, y que se subieran a bordo todas las noches los animales domésticos al aproximarse la estación de inundaciones. Iba a los asentamientos ribereños vecinos cada año y les advertía que en tantos días vendrían las inundaciones. Finalmente llegó un año en que las inundaciones fueron aumentadas considerablemente por precipitaciones pluviales insólitas de modo que la crecida repentina aniquiló la aldea entera; sólo se salvaron Noé y su familia inmediata en su casa flotante.
Notamos como Noé es un granjero viñador que vivía cerca de Erec. El era un estudioso del clima y llevaba un registro que le permitió anticiparse a la catástrofe climática que se avecinaba. Pese a la gran burla de sus vecinos, él los anima a construir arcas alertándoles de las inundaciones por llegar. Llega un momento en que dicha advertencia se materializó y los grandes ríos se desbordaron y aniquilaron a dichos poblados. Noé se salvó junto a su familia, y sus animales domésticos.
La clave de Noé está en que es un héroe que lucha por salvar a los suyos e incluso a los animales. Realiza algo heroico y demencial: construir una casa-barco. El nos enseña que crear algo que vaya en contra de todo un sistema es una clave para transformar el mundo de forma heroica. El es el protocientífico y el protoecologista de los hombres actuales.
Noé era descendiente de los noditas y adanitas. Estas razas darían origen al pueblo Sumerio. La historia de Noé impactó profundamente en los pueblos circundantes y en la conciencia del naciente pueblo sumerio. Pese a que Noé usó un método científico, una persona que podía obtener conocimientos del futuro era considerada por esas gentes y en esa época alguien con una vinculación divina. Noé solo podía obtener esa información de los dioses. Y el amor de Noé por sus animales también lo elevó a la imagen de un ser vinculado a la creación, un preservador de la vida. Y Noé fue vindicado.
Estos elementos llevaron a que los Sumerios crearan una historia épica vestida de poesía, una historia en dónde a Noé se le sacralizó e inmortalizó: La Epopeya de Gilgamesh.
Grabado sumerio. Se observa el símbolo de aguas y en el centro un arca con un hombre, posiblemente Noé. |
¡Echa abajo la casa, construye un barco!
¡Renuncia a las posesiones, salva tu vida!
¡Abjura de tus pertenencias, salva tu alma!
Lleva a bordo la simiente de todas las cosas vivas;
el barco que has de construir- sus dimensiones se habrán de medir.
La tormenta duró seis días y seis noches, y luego dice que: "Al llegar el séptimo día, la tormenta del sur que trajo el diluvio empezó a amainar en su ataque que había reñido como un ejército. El mar se aquietó, se apaciguó la tempestad y cesó el diluvio. Observé el tiempo: la calma se había restablecido, pero toda la humanidad se había convertido en lodo".
Después que la nave se asentó sobre el monte Nizir, Utnapistim soltó una paloma que regresó al barco cuando no pudo hallar dónde posarse. Tras la paloma envió una golondrina que también regresó. Luego soltó un cuervo, y cuando este no volvió, supo que el agua había bajado. Entonces Utnapistim dejó salir a los animales y ofreció un sacrificio.
Es muy significativo el significado de Utnapistim:
El doctor Joseph Pagan, de la UCLA ha traducido el nombre así:
El nombre se compondría de dos elementos, Ut y Naphishtim. Hasta ahora, no se ha podido encontrar una explicación satisfactoria para el primer elemento, aunque en otras inscripciones se presenta como un sumeriograma cuneiforme que se leería UD.ZI, siendo ZI la representación sumeria para "vida". El segundo elemento es del babilónico antiguo acadio. En el caso nominativo sería naphishtum y significa "aliento" y por extención "vida", derivado de la palabra consonántica NPSH (infinitivo naphashu) "que respira". En el caso genitivo este segundo elemento sería un compuesto: "de la vida". También hay una ortografía alternativa del nombre como Ú-ta-na-ish-tim en la antigua versión babilónica de la tablilla X(Fragmento Meissner). La omisión del signo phi puede ser un error del escriba, de lo contrario el nombre significaría "El que funda la vida" o "El reposo (Na) de los hombres (Ishtim)".
Utnapishtim claramente es Noé. Y las similitudes entre ambos relatos lo confirma. Los sumerios crearon una narración épica de Noé.
Posteriormente los judíos al momento del exilio en Babilonia escucharon mucho sobre la historia del "descanso de los hombres". Seguramente todavía quedaban rastros de los antiguos diluvios en las riberas del Éufrates. Restos de animales y ciudades daban testimonio de las aguas diluviales. De hecho, Noé vivió cerca de Erec, y los Babilonios consideraban a Erec la residencia de Gilgamesh. Los habitantes de Erec se hallaban entre los pueblos que el emperador asirio Asnapar trasladó a Samaria. (Esd 4:9, 10.)
Los sacerdotes hebreos al realizar su relato de la creación se toparon con la historia inspiradora de Noé y la tradujeron al hebreo realizando algunos cambios. La adaptaron al monoteísmo e incluyeron el detalle de los animales puros e impuros, entre otras cosas.
(875.4) 78:7.7 Los restos de esta civilización, que figura entre las más antiguas, se encuentran en estas regiones de Mesopotamia y al noreste y noroeste de ellas. Pero vestigios aún más vetustos de los días de Dalamatia existen bajo las aguas del Golfo Pérsico, y el primer Edén yace sumergido bajo el extremo oriental del Mar Mediterráneo.
En el futuro posiblemente ocurran nuevas inundaciones catastróficas. Quizás ciudades costeras desaparezcan de la Tierra. Y la vida inspiradora de Noé volverá como un recordatorio para poder enfrentar las adversidades de la naturaleza con un espíritu heroico, lleno de compasión, cooperación y sabiduría.