jueves, 31 de julio de 2014

Lo que la Biblia enseña: ¿Qué es el Reino de Dios?

Algunos enseñan que el Reino de Dios es un gobierno celestial que va a solucionar todos los problemas humanos mediante una intervención sobrenatural en la Tierra. Otros que es una condición interna del corazón. Y también hay aquellos que han llamado a la Iglesia el Reino de Dios. Pero, ¿qué es el Reino de Dios?

Quiénes apoyan la idea de un mero gobierno con sede en los cielos se centran en pasajes como Daniel 2:44:


"Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos"


Es interesante que los judíos en los días de Jesús esperaban un cumplimiento de éstas palabras. Para ellos el Mesías aparecería como descendiente del rey David y a los gobiernos gentiles opresores como los romanos, este reino los destruiría y se instauraría en Jerusalén la capital del Mesías, extendiéndose sus bendiciones paradisíacas por todo el globo.

Sin embargo, Cristo Jesús afirmó que él no restauraría el trono en Israel (Hechos 1:6,7) ni tampoco aniquilaría a los romanos y gentiles paganos. Es más, cuando Jesús sana a un criado de un centurión romano, afirma para sorpresa de sus paisanos que éstos mismos gentiles se reclinarían a la mesa celestial con "Abrahán, Isaac y Jacob" (Mateo 8:11). Y más aún Jesús no vendría a destruir a los malvados gentiles ¡sino que ordenaría a sus discípulos una predicación de salvación y conversión para éstos ! (Mateo 28:19,20; Hechos 10). Ciertamente Cornelio y miles de los despreciables y condenados gentiles recibieron las buenas nuevas cuando les fueron predicadas. El cristianismo finalmente tuvo más cabida en la tierras gentiles que en su propia cuna de Israel.

Debido a que Jesús no cumplió las expectativas de un Reino destruyendo naciones y castigando a los infieles en sus días, muchos se desencantaron del Rabí de Galilea (Juan 6:14,15, 66).

Ahora bien, transferir solamente la sede del reinado de Cristo desde Jerusalén a los cielos, con una destrucción de los malvados, equivale a mantener y resucitar el mismo concepto judío, salvo con la diferencia que ahora la sede es el cielo y no Israel, y que el pueblo elegido son los cristianos y no los judíos, y que los castigados son la gente incrédula como equivalente de los gentiles antiguos. Esta nueva versión e interpretación tan básica está destinada a decepcionar a todas las generaciones de cristianos modernos, tal como ha ocurrido por más de un siglo, desde finales del siglo XIX hasta principios del XXI (Véase Lucas 21:9; Mateo 24:23-27; 2 Tes.2:1,2).


Por otra parte, el Reino de Dios tampoco puede reducirse y declarar estar  simplemente en el corazón humano, ya que éste es traicionero e imperfecto (Jeremías 17:9). Y la Iglesia no es el Reino de Dios, puesto que la Congregación está compuesta por un colectivo de varias personas, algunas de las cuales pueden abandonar el camino de la vida, mientras que entrar en el Reino nos lleva a un destino más allá de la muerte el cual plenamente es manifestado en el cielo (1 Corintios 15:50).


En realidad, desde cierta perspectiva el Reino de Dios sí recoge algunos elementos de las tres creencias anteriores, pero que se presentan en un todo como una manifestación completa y total. Por lo tanto, el Reino no puede ser reducido y simplificado a ninguna de las tres explicaciones, ya que en la realidad es una totalidad con esas manifestaciones, pero en un sentido superlativo. Esto es comparable a un hombre que siendo una misma persona, en un día actúa o se expresa como padre, empleado, hijo y esposo.


No podemos depender solamente de Daniel 2:44 y otros textos afines para explicar el Reino. Aquello sería semejante a analizar una casa solamente mediante concentrarnos en sus cimientos. En realidad, los cimientos de las Escrituras Hebreas son ampliados por la Revelación que se hace en los Evangelios y las cartas apostólicas en torno a los propósitos de Dios:


"pero ahora se ha hecho claramente patente mediante la manifestación de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que ha abolido la muerte, pero ha arrojado luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas" - 2 Timoteo 1:10

"Porque no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él. Por eso también mediante él [se dice] el “Amén” a Dios, para gloria por medio de nosotros" - 2 Corintios 1:20


Solamente cuando analizamos el ministerio de Jesús y su mensaje, podemos entender que es realmente el Reino de Dios. 



El Reino y el mensaje de Jesús

La Biblia indica que Jesús anunció el Reino de Dios (Mateo 4:17, 23). Pero es necesario ahondar en que consistía su predicación para comprender dicha anunciación:


"Otra ilustración les propuso, diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; la cual es, de hecho, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la más grande de todas las legumbres, y se hace un árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hallan albergue entre sus ramas”.- Mateo 13: 31-32


En estos versículos así como los que hablan de la parábola Red Barredera se nos muestra un desarrollo o expansión de este Reino, un continuo proceso global que dura varios siglos.

El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió; y por el gozo que tiene, va y vende cuantas cosas tiene, y compra aquel campo". - Mateo 13:44

”Otra vez: el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes. Al hallar una perla de gran valor, se fue y prontamente vendió todas las cosas que tenía, y la compró". - Mateo 13: 45,46

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A la par que hay un continuo crecimiento global del reino, aquí notamos que éste involucra un factor personal. Se dice que ese reino es "semejante" a un hombre que hace tal o cual acción. Se habla de una motivación íntima que involucra a este Reino.

Cuando estudiamos en profundidad los Evangelios notamos un hecho notable. Sabemos que Jesús habla "del Reino de los Cielos" en su predicación. Sin embargo, cuando se nos relatan detalles de lo que incluía dicha predicación de ese Reino, notamos que más que hablar de un concepto dominante sobre una gobernación, Cristo hablaba de un nuevo Concepto sobre Dios, presentándolo como Padre y a los hombres como hermanos. Por ejemplo, el Sermón del Monte es dominado por la declaración del Mensaje de la Fraternidad humana y la Paternidad y Confianza en Dios. 

Jesús describió el reino con parábolas y símiles (Mt 13); con imágenes como vida, gloria, gozo y luz. Pablo, en Rom 14: 17, presenta una descripción que es lo más cercano a una definición: "porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo".

El Maestro aclaró que el reino del cielo debe comenzar con el concepto dual de la verdad de la paternidad de Dios y el hecho correlacionado de la hermandad de los hombres, y debe centrarse en esto. La aceptación de esta enseñanza, aclaró Jesús, liberaría al hombre de su larga esclavitud de miedo animal y al mismo tiempo enriquecería el vivir humano con dones de una nueva vida de libertad espiritual.

Jesús desea conducir a los hombres a aquella intimidad con él que él mismo experimentaba en su propia relación con Dios, a quien él llamaba Padre. Esto se expresa de manera más explícita en la oración de Jesús. Aquí Jesús autorizó a sus discípulos a seguirle dirigiéndose a Dios como Abba. Al hacerlo así, les permite participar en su propia comunión con Dios. Solamente aquellos que puedan decir este Abba con una disposición de niños serán capaces de entrar en el reino de Dios. En Jesús, el Padre quiso hacer que la alianza fuera verdadera y quedara finalmente establecida. Esto es lo que Jesús concibió que es el reino de Dios que iba a venir por medio de él al mundo: el amor incondicional de Dios, que no conoce límites cuando viene a cumplir la antigua promesa de salvación para toda persona y para la creación entera. Puesto que Jesús mismo es la oferta definitiva de Dios a nosotros, puede decirse que la realidad viva de la filiación con Dios y la hermandad entre los hombres es el reino de Dios presente en el mundo.

En otras palabras, el Concepto de la gobernación de Dios es mucho más elevada que la básica imagen de un monarca (imagen primitiva humana) sentado en un trono. La expresión "Reino" es en realidad un intento por transmitir en lenguaje humano una realidad mayor y más sublime.

Jesús deseaba transmitir la idea de reino, rey y súbditos como el concepto de familia celestial, Padre celestial, e hijos liberados de Dios ocupados en el servicio gozoso y voluntario de sus semejantes y en la adoración sublime e inteligente de Dios el Padre.
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El "Reino de los Cielos" es una Dominación espiritual basada en el Amor, una Gobernación o Área Familiar de acción del Padre que impregna a todo el Universo. Por ejemplo, el Reino de Inglaterra no solo involucra la Sede de esa gobernación, sino el territorio y zona de dominio en donde viven los súbditos que por estar en ese territorio, ya están en ese Reino. 
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Jesús nunca se cansó de decirles a los apóstoles que el reino del cielo era su experiencia personal en la comprensión de las cualidades más altas de la vida espiritual; que esas realidades de la experiencia espiritual se traducen progresivamente en niveles nuevos y más altos de certeza divina y grandeza eterna. Por esa razón la ilustración de la Perla del gran precio parte con el "Reino de los Cielos es semejante a un hombre..."
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Pero no olvidemos que Jesús quería enfatizar la verdadera naturaleza de ese "Reino": Una familia universal. Y esta familia se expande progresivamente como el grano de mostaza.
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Jesús enseñó que, por la fe, el creyente entra ahora al reino. En los varios discursos enseñó que dos cosas son esenciales para ingresar al reino por la fe: 
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La fe, la sinceridad. Venir como un niñito, para recibir el don de la filiación como un regalo; someterse a hacer, con Fe, la voluntad del Padre, y con una genuina y plena confianza en la sabiduría del Padre; entrar al reino, libre de prejuicios y preconceptos; tener la mente abierta y dispuesta a aprender como un niño pequeño. “Verdaderamente les digo: A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos" - Mateo 18:3   


El hambre de la verdad. La sed de rectitud, un cambio de la actitud mental, la adquisición de la motivación para ser como Dios y para encontrar a Dios. "Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos"- Mateo 5:3 

La predicación correcta de las Buenas Nuevas del Reino tiene que incluir necesariamente la realidad de la filiación con Dios y la fraternidad humana. Entonces se proclamará plenamente y correctamente que «el reino de Dios está cerca». 

Es necesario que ocurra un renacimiento de las enseñanzas verdaderas de Jesús, una redeclaración de sus dichos. Pronto, la paja y el polvo serán sacados de los verdaderos ideales que predicó Jesús. Muchos seres humanos comprometidos con el renacer de la verdad bíblica serán los precursores del redescubrimiento de éstas enseñanzas sublimes y sencillas del Hijo de Dios.

El Reino de Dios es un gobierno Celestial muy diferente a las ideas humanas y primitivas sobre lo que es gobernar. Basta con que miremos la creación y su amoroso sistema para comprender la naturaleza de la gobernación de Dios. Cristo quiso transmitir la idea de una Paternidad universal fraternal que controla y sostiene en amor delicado y cuidadoso todas las cosas creadas, incluso nuestra vida. 


Las enseñanzas de Jesús fueron confudidas con la idea de una gobernación política judía. Actualmente las múltiples iglesias también han distorsionado algunas de sus enseñanzas enfocándose solo en una especie de gobernación seglar celestial distante. Muchas veces se intentan ver los asuntos desde la óptica humana distorsionada. 

Nunca olvidemos que los monarcas y reyes son subproductos inferiores y posteriores a la rebelión de Edén. No era el propósito de Dios que el hombre se alzara como gobernante sobre su prójimo. Creer entonces que el arreglo celestial superior y anterior al hombre es una copia o imitación de un arreglo de hechura humana demuestra gran miopía cósmica. Es el hombre el que está hecho a la imagen de Dios y no Dios hecho a la imagen del hombre. El Reino es una comparación, no una realidad edificada a la imagen humana.

La expresión "Reino" utilizada por Jesús no debe simplificarse a un concepto humano tan básico como una simple monarquía. Jesús utilizó esa frase como una analogía para describir la expansión de la influencia del amor de Dios sobre la humanidad. Los judíos esperaban un reino material y Cristo usó esa misma frase para introducir la idea de un Reino espiritual y una fraternidad basada en el amor. De esa forma, Jesús les ayudaría con sabiduría  a erradicar sus ideas equivocadas al mostrarles que es lo que era y no era realmente el Reino de Dios. Y los escritos apostólicos muestran que las comunidades cristianas entendieron ese concepto familiar. Rom 14: 17: "porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo". Colosenses 1:13: "Él nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su amor".

La predicación de las buenas noticias del Reino tiene que incluir necesariamente el corazón de lo que es ese Reino: Se debe hablar de la filiación con Dios, de sentir y descubrir la Paternidad de Dios en toda su amplitud y de experimentar que todos los hombres son Hijos de Dios. El mensaje debe consistir en mostrar estos asuntos en una dimensión real y práctica para la vida de cada persona. Se trata de ayudar al gran descubrimiento personal. 

 Entonces la expansión espiritual de este Reino en la Tierra transformará al mundo:


 "Les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado". - Mateo 13:33


Esta expansión del Reino tiene como objeto llenar la Tierra del conocimiento de Dios, transformando a la humanidad, en un mundo gobernado por un Dios de amor:


"No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar" - Isaías 11:9.



         Comprendiendo

Notamos que la frase aludida que Jesús predicaba "el reino" involucra lo que contenían sus enseñanzas:


- Un nuevo concepto sobre Dios y la relación con el individuo. Lo notamos en el sermón del Monte y en varios diálogos en los evangelios, reforzando la palabra "Padre", además de su sublime oración en Juan 17.


- En sus enseñanzas dice que el "reino es semejante a...", y declara que crece y se expande en el mundo como un grano de mostaza y como la levadura que esconde una mujer. Y tiene características personales como alguien que encuentra un tesoro, una perla valiosa, que hay que ser como niño para entrar en el, etc.


Al respecto, la famosa frase de buscar el reino en Mateo 6:33 solo puede vivirse entendiendo que el reino es una experiencia personal de descubrimiento e ingreso en él:


 ”Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de [Dios], y todas estas [otras] cosas les serán añadidas"


¿Cómo podría buscarse el reino de Dios si este meramente es un gobierno celestial inaccesible para el hombre? ¿Cómo puedo buscar algo que ya está establecido en los cielos?


Evidentemente debilitamos las palabras de Jesús al separar el reino de la experiencia personal y viviente del hombre. Toda explicación rocambolesca para salvar la claridad y sencillez de lo expresado por el Maestro es inverosímil. 


Y Jesús vuelve a reforzar que el asunto del Reino involucra algo personal al declarar que es imprescindible "Nacer otra vez" para entrar en el Reino:


"Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" - Juan 3:5.


Pero se nos declara que el Reino ya era una realidad presente en sus días:


"Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres, y los que se adelantan con ardor se asen de él" - Mateo 11:12


"Pero cuando los fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino de Dios, les contestó y dijo: “El reino de Dios no viene de modo que sea llamativamente observable,  ni dirán: ‘¡Miren acá!’, o, ‘¡Allá!’. Porque, ¡miren!, el reino de Dios está en medio de ustedes”. - Lucas 17:20,21


Cristo aclara que el reino no es un suceso espectacular llamativo que vendría en un futuro lejano. Explica que ahí mismo ya estaba en medio de ellos, o "entre ellos" (entos humon), lo cual significa también "a su alcance". La clave de Jesús es que el reino ya era una realidad presente y al alcance del hombre en sus días. Jamás mintió al decir cuando empezó su predicación que "el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 4:17).


"En verdad os digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros" - Mateo 21:31.


"Él nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su amor" - Colosenses 1:13



Conclusión

Al estudiar los textos que aluden al reino, notamos que Jesús explicó que el Reino de Dios era esa experiencia de filiación espiritual con Dios (la perla de gran valor que hallamos y nos produce gozo) en dónde voluntariamente decidimos "hacer su voluntad" lo cual equivale a entronizarlo simbólicamente en nuestro corazón, cuando dejamos que Dios gobierne nuestra vida. Cuando "nacemos otra vez" entramos en este Reino, en ésta área de dominación amorosa de Dios que se expande en la Tierra mediante el Espíritu de Dios que mora en nosotros y nos introduce al reino. Nosotros, como embajadores de ese reino, producimos cualidades y atraemos a que otros hombres se dejen gobernar por el Padre Celestial. Entonces estamos predicando el Reino de Dios. 

Con el tiempo, las personas renacidas como Hijos de Dios conscientes expandirán el reino por toda la tierra, y éste crecerá desde un grano de mostaza pequeño hasta un árbol inmenso. Y es como la levadura escondida que transformará la masa de la humanidad. Y este es el segundo aspecto, el llamado social o expansivo de la gobernación de Dios en la humanidad, aquel que en lenguaje pictórico y profético es el poder de Dios manifestándose en la Tierra.

La Sede del Reino de Dios ciertamente está en los cielos, y entramos en ella finalmente cuando tras nuestro servicio fiel en la Tierra, ingresamos en las moradas eternas del reino de Dios. Esta es la parte plena y literal del ingreso en el reino celestial.

En cierta forma, cuando Jesús predicó "el reino de los cielos se ha acercado" estaba diciendo que Dios condescendía a "bajar" a la humanidad mediante el mensaje de su Hijo y la dominación del Espíritu sobre los hombres, para conducirlos al Padre.

¿Cómo es posible que muchos reduzcan el reino a un mero gobierno que solucionará los problemas humanos, como si fuera la promesa de una campaña electoral para ofrecer bienes, soluciones y servicios?

Es cierto que el Reino solucionará los problemas, pero solo aquellos que nazcan otra vez son los que serán los instrumentos de Dios para los cambios mundiales, mediante una humanidad renacida.


Hay un precio para entrar en ese Reino. Un precio de transformación personal y rendición a la gobernación de Dios en la vida de uno, para luego transformar el entorno.


No puede despreciarse la fuerza y el poder espiritual del auténtico mensaje de Jesús. La proclamación de su evangelio del Reino es en realidad la proclamación de victoria de su mensaje sobre una humanidad, que al igual que los gentiles, griegos y romanos que habían sido condenados por los judíos, necesitan en realidad la rehabilitación eterna.


Es cierto que la Sede del gobierno celestial de Dios está en los cielos, pero esa gobernación no actúa como un ejecutivo distante o un presidente. Más bien, el Reino se ramifica desde el cielo a nosotros cuando dejamos que su voluntad rija nuestra vida y en una vida de servicio invitamos a otros a entrar en ese Reino. Notemos como la oración de Jesús conecta al Reino con La voluntad de Dios (Mateo 6:10).

Finalmente seremos llevados a la sede de esa gobernación en la resurrección. Y a nivel mundial el Reino de Dios en el futuro se habrá expandido a tal nivel que toda la humanidad será parte de ese Reino, y la oración "Venga tu Reino, Hágase tu Voluntad" se habrá completado. Mientras tanto, cada vez que pedimos por ese Reino, estamos rogando para que esa realidad se siga expandiendo en la Tierra.

Nota final: No debe confundirse la Parausía o Segunda Venida de Cristo con el Reino de Dios. 


Preguntas: ¿Qué es el Reino de Dios? ¿Cómo entramos en el Reino en el área personal? ¿Ha empezado esa búsqueda del Reino? ¿Cómo actuará el Reino como una realidad multiplicada y expandida en el mundo?

martes, 29 de julio de 2014

Nuevo repaso de los temas publicados

Estamos en la recta final de los capítulos de "Lo que la Biblia enseña". Con una abundante cantidad de pruebas bíblicas se han tocado éstos temas:

1 - La verdad sobre Dios
2-  La relación de Dios con nosotros
3-  La misión de Jesús de Nazaret
4-  ¿Qué es la vida eterna?
5-  ¿Qué nos sucede al morir?

6-  ¿Cuál es el propósito para la Tierra?
7- ¿Cuál es el propósito de nuestra vida?
8- ¿Por qué existe el sufrimiento?
9- ¿Hay alguna religión verdadera?


Queda por publicar:

10- ¿Qué es el Reino de Dios?
11- ¿Qué significado tienen las profecías?
12- ¿Estamos en una época especial?


Al respecto sorprende que los lectores que bramaban por un nuevo acercamiento a la índole bíblica guarden silencio. Quizás lo que más les choca es que hemos analizado de forma explícita las verdades bíblicas y hemos comprobado como aquellas cuadran con los Documentos de Urantia. 

Notarán que al final de cada capítulo hay una serie de preguntas. Estas no tienen como objeto un repaso de las frases del escrito previo, sino más bien apunta a la esencia, a la comprensión general que se obtiene tras la lectura del capítulo. Esta forma de aprendizaje es más efectiva porque apela a las propias conclusiones que obtiene la persona al leer, y no a generar preguntas y respuestas textuales sin un mínimo de reflexión interna. Estos capítulos finalmente serán publicados en un enlace lateral como un libro que podrá ser descargado gratuitamente.

sábado, 26 de julio de 2014

Lo que la Biblia enseña: ¿Hay alguna religión verdadera?

La respuesta es SI. Jesús señaló a esa religión cuando enseñó a la mujer de Sicar:

“Jesús le dijo: “Créeme, mujer: La hora viene cuando ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre.

La hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren.  Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”. – Juan 4:21, 23-24

Los samaritanos y los judíos tenían una religión formal. Creían que necesitaban ir a determinado lugar de reunión para adorar al Padre. El Monte Guerizim y el Templo de Jerusalén eran lugares para los cónclaves y asambleas. Pero Jesús aclara que no es un lugar en común, una marca o logotipo, un nombre nominal o distintivo que provoque una agrupación virtual la clave. Más bien enseña que la religión verdadera es una experiencia personal viviente en dónde se experimenta al Padre en espíritu y en verdad.

Jesús enseñó que conocer al Padre a nivel individual representa esa adoración (Juan 17:3). Y también "nacer otra vez" en sentido espiritual (Juan 3:5-7). Sin embargo, esa "religión del espíritu" provoca frutos espirituales en la persona que posee el Espíritu de Dios operando en él:

 "El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe,  apacibilidad, autodominio. Contra tales cosas no hay ley". - Gálatas 

Estas cualidades son expresadas hacia las demás personas, hacia el entorno. Jesús dijo sobre el amor, la cual es la principal cualidad como fruto del espíritu:

"En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí" - Juan 13:35

El amor y no una marca, nombre distintivo o cierta actividad rutinaria religiosa externa nos hace adoradores verdaderos. La nación de Israel de los labios para afuera afirmaba tener una condición sacra o especial. Pero Jesús enseñó los principios rectores:

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí.  En vano siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas” – Mateo 15:8,9

No se puede representar a Dios meramente por símbolos externos, túnicas especiales, logotipos o nombres distintivos, o frases y palabras que aparenten nombrar a Dios como un grupo especial, y a la vez tener el corazón alejado del amor a Dios y al semejante.

Por lo tanto, como individuos demostramos tener una religión personal verdadera en nuestro trato hacia el prójimo. De forma evidente, el amor y el resto de los frutos espirituales rinden un servicio al semejante, y posiblemente algunas personas compartan el interés común por nuestras metas de servicio, lo que nos transforma en parte de un organismo o cuerpo espiritual más amplio (1 Corintios 12:12). Este provoca que pueda existir un grupo de creyentes que crea un colectivo social tal como ocurría en las congregaciones e iglesias cristianas del siglo I (Apocalipsis 1:4). 

Sin embargo, la religión verdadera siempre mantendrá una experiencia individual de progreso y frutos personales a pesar de compartir una relación comunitaria o colectiva. Pablo lo explica:

 "Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él" - 1 Corintios 12:27.

Pero que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona.  Porque cada uno llevará su propia carga de responsabilidad” – Gálatas 6:4,5.

Notamos, por lo tanto, que la religión verdadera es una aventura personal de crecimiento y exploración espiritual que nos acerca al Padre Celestial en una relación viva mediante su Hijo. Y por otra parte, los creyentes individuales pueden agruparse con miembros afines a esa búsqueda para que “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mat. 18:20).

El término "religión verdadera" no puede aplicarse a un colectivo grupal masivo de millones de personas, ya que posiblemente exista un crecimiento espiritual desigual en los miembros, y muchos realmente no practiquen y vivan esa religión a la que alegan estar afiliados. La religión verdadera no puede reducirse a una marca, un categoría nominal, o un logotipo de Internet.

Si a un hombre le parece que es adorador formal # , y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre es vana.  La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre es esta: cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo”. – Santiago 1:26, 27

# “adorador formal” significa “religioso”.

Cómo notamos una persona puede autodenominarse un religioso formal, y no obstante, aún en su iglesia, no estar practicando la religión verdadera al desatender aspectos relacionados con la transformación interior y el amor al prójimo. Jesús mismo dijo que no el que le dice "Señor, Señor" realmente hace la voluntad amorosa del Padre (Mateo 7:21). No importa la formalidad exterior, o el uso de emblemas, nombres y símbolos.

Entonces observamos que la religión verdadera actúa de ésta forma:

-Produce una transformación en el creyente individual en su personalidad interior, y lo une al Creador y a su Hijo, manifestando al prójimo una experiencia de amor.

-De forma secundaria, logra que éstas personas renacidas decidan tener una agrupación común donde haya dos o tres (Mateo 18:20). Incluso las personas pueden formar parte de un cuerpo espiritual aunque estén físicamente separados o esparcidos (Santiago 1:1; Filipenses 1:27; 1 Corintios 5:3). Puede observarse como un individuo que no estaba físicamente con Jesús y los apóstoles, y no obstante,  hacia la obra de Dios (Lucas 9:49,50). 

- Estas agrupaciones ya sean físicamente reunidas, o esparcidas y separadas físicamente, forman una congregación o iglesia, pero no una religión verdadera, ya que una verdadera religión actúa en la experiencia del individuo que la practica. 

- Una iglesia o congregación entonces contiene a personas (individuos) que practican la religión verdadera en sus vidas, otros no la practican, otros a medias, otros lo intentan, etc.

- Por lo tanto, No puede llamarse "religión verdadera" a ninguna agrupación o congregación de personas. Esto es debido a que hay apreciaciones desiguales en torno a lo espiritual, e incluso existe la cizaña mezclada con el trigo.

Es debido a que muchas religiones, organizaciones o agrupaciones nominales se llaman a sí mismas "religión verdadera" que ocurre a menudo una decepción religiosa al ver las faltas de los miembros o la poca espiritualidad en algunos de ellos. No ocurrirían estos tropiezos si se separaran los conceptos de lo que es "religión verdadera" practicada por el individuo,  y el participar de una comunidad colectiva de creyentes.

Jesús ciertamente dijo que existiría trigo junto a la cizaña, y que por lo tanto, todas las religiones nominales tienen a seguidores verdaderos ocultos como trigo (Mateo 13:24-30; 36-43) en medio de la mala hierba (cristianos de imitación). Y son los ángeles, no el mismo trigo, el que haría la separación en el fin de los tiempos.

Salirse o no de una congregación religiosa es una cuestión personal. Pero en cualquier caso, siempre existirán personas que deben ser ayudadas. Y precisamente cuando los sistemas humanos externos se desmoronen, el trigo y la mala hierba se harán evidentes con más claridad, puesto que aquellas personas renacidas brillarán por sus obras magníficas (Mateo 13:43 compárese con Mateo 5:14-16).
Usted puede realizar un trabajo interno esté donde esté. Y en su Iglesia puede hacer el bien. Recuerde que la uniformidad doctrinal no es sinónimo de unidad espiritual. Los cristianos del siglo I tenían diferentes interpretaciones en torno a la Ley (Hechos 21:20,21; Romanos 14:5,6) Lo importante es que más allá de las diferencias nominales todos acepten a Jesús y que dejen guiarse por su mensaje (1 Corintios 3:1-9).

Por lo tanto, lo más importante que cada uno de nosotros debe hacer independiente del ambiente externo religioso en el que viva, es buscar al Padre Celestial, Nacer otra vez, amar al prójimo y producir los frutos espirituales. El Espíritu entonces gradualmente conducirá de forma equilibrada a la verdad a la persona que se deje guiar por él:

"Mas el ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho" - Juan 14:26

"Y tus propios oídos oirán una palabra detrás de ti que diga: “Este es el camino. Anden en él”, en caso de que ustedes se fueran a la derecha o en caso de que se fueran a la izquierda" - Isaías 30:21.

Esta unidad espiritual en que varias personas en el mundo dejan guiarse por el Espíritu es una prueba de su poder que sobrepasa toda nacionalidad, raza y credo nominal.


Preguntas del capítulo: ¿Cuál es la religión verdadera? ¿Por qué debemos diferenciar lo que es "religión verdadera" de "grupo religioso"? ¿Deben pensar exactamente igual todos los creyentes? ¿Cómo el Espíritu puede lograr la auténtica unidad y conducir hacia la verdad? ¿Qué hará usted para expandir la religión verdadera en su área de acción?


lunes, 21 de julio de 2014

Lo que la Biblia enseña: ¿Por qué existe el sufrimiento?

La Biblia enseña que la materia y la naturaleza es finita y perecedera (Salmo 90:5, Juan 6:27, Hebreos 8:5). Incluso el oro y la plata “perecen”  y son “corruptibles” a pesar de ser elementos de gran duración (1 Pedro 1:7; 1:18). De hecho se declara que en un futuro muy lejano los elementos materiales que forman los planetas y soles, incluyendo a la Tierra, pasarán (Mateo 24:35):

Explosión de Supernova
"Hace mucho tú colocaste los fundamentos de la tierra misma, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos mismos perecerán, pero tú mismo quedarás en pie; e igual que una prenda de vestir todos ellos se gastarán. Igual que ropa los reemplazarás, y ellos terminarán su turno. Pero tú eres el mismo, y tus propios años no se completarán". – Salmos 102:25-27

”Levanten los ojos a los cielos mismos, y miren a la tierra abajo. Porque los mismísimos cielos tienen que dispersarse en fragmentos justamente como humo, y cual prenda de vestir la tierra misma se gastará, y sus habitantes mismos morirán como un sencillo jején. Pero en cuanto a mi salvación, resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y mi propia justicia no será destrozada”. – Isaías 51:6

El mismo apóstol hizo cita de los salmos como una realidad de la permanencia de Dios al declarar:

Y: “Tú en [el] principio, oh Señor, colocaste los fundamentos de la tierra misma, y los cielos son [las] obras de tus manos.  Ellos mismos perecerán, pero tú mismo has de permanecer de continuo; e igual que una prenda de vestir exterior todos ellos envejecerán, y los envolverás igual que una capa, como una prenda de vestir exterior; y serán cambiados, pero tú eres el mismo, y tus años nunca se acabarán”. – Hebreos 1:10-12

La creación es finita por naturaleza; solo Dios es infinito. Y en la misma carta a los Hebreos se declara que las cosas materiales son una “sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:5) y que el fin de Dios es “llevar a la gloria a muchos hijos” (Hebreos 2:10) en la existencia celestial e “incorruptible”  “reservada en los cielos” (1 Pedro 1:4).

El que la creación sea finita e incompleta lo observamos en las transformaciones físicas que ocurren en el universo material. Efectivamente los cielos, los astros y planetas envejecen y son reemplazados, tal como lo vemos en las fusiones de galaxias y explosiones estelares. 

Todo lo anterior provoca que existan algunas “lagunas” en el espacio y el tiempo, y puedan ocurrir “sucesos imprevistos”.

“Regresé para ver, bajo el sol, que los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” – Eclesiastés 9:11

Notamos que dos factores en el universo finito afectan la materia y causan los accidentes sin que éstos sean provocados por Dios: el paso del tiempo y el suceso imprevisto (suceso impredecible).

Todos son lo mismo en lo que tienen todos. Un mismo suceso resultante hay para el justo y el inicuo, el bueno y el limpio y el inmundo, y el que sacrifica y el que no sacrifica. El bueno es lo mismo que el pecador; el que jura es lo mismo que cualquiera que ha temido un firme juramento. Esto es lo calamitoso en todo cuanto se ha hecho bajo el sol, que, porque hay un mismo suceso resultante para todos”. – Eclesiastés 9:2,3

“Porque tampoco conoce el hombre su tiempo. Justamente como peces que se cogen en una red dañina, y como pájaros que se cogen en una trampa, así son cogidos en lazo los hijos de los hombres en un tiempo calamitoso, cuando este cae sobre ellos de repente”. – Eclesiastés 9:12

Afortunadamente no ocurren accidentes a cada instante ya que existe una estabilidad general en la creación, pero a veces lo que es inevitable ocurre en la naturaleza, dada su condición temporal y cambiante de la misma (donde se provocan algunas "lagunas" o "burbujas" breves en la misma). De esta forma, las catástrofes naturales golpean miles de vidas, o los accidentes sorprenden a las personas que están en el lugar y momentos equivocados.

Notamos que la primera causa del sufrimiento son los accidentes y desastres de la naturaleza que nos sorprenden de imprevisto o aparecen como asuntos inevitables. Sin embargo, estos de ninguna forma son causados por Dios:

“Al estar bajo prueba, que nadie diga: “Dios me somete a prueba”. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie” – Santiago 1:13

Jesucristo cuando habló del derrumbe de la torre de Siloam nos habló de los accidentes como sucesos que afectan a malvados y buenos. En aquella ocasión perecieron dieciocho personas. Sin embargo, Jesús dejó claro que su muerte no se debió al castigo divino, sino a que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado (Lucas 13:1-5). Meditar en este hecho puede ayudarte a ver las tragedias desde la justa perspectiva.

Pero hay otra causa del sufrimiento y que surge de las mismas criaturas inteligentes. El Padre Universal generosamente ha dotado a sus hijos celestiales y humanos con la libertad de elección (libre albedrío). Este regalo contiene el potencial para que las personas puedan escoger bien o escoger mal. En la misma carta de Santiago que citamos en relación a que Dios no causa el sufrimiento se nos dice sobre este asunto:

“Más bien, cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte” – Santiago 1:14,15

La Biblia declara que uno de los seres espirituales se rebeló contra Dios y arrastró a otros ángeles en su rebelión (Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:11-19; Apocalipsis 12:3,4). Esta criatura espiritual conocida como el Diablo logro que Adán y Eva también le siguiesen en su revuelta contra Dios, los cuales provocaron que la humanidad se viera más expuesta a la muerte con un gran sufrimiento. También las enfermedades comenzaron a asolar a la humanidad.

Muchos seres humanos con sus actitudes egoístas y autodestructivas han aumentado el sufrimiento mediante guerras, delincuencia, saqueo, y muchos problemas sociales como las familias rotas y desorden moral. Incluso un solo malvado puede causar gran destrucción aunque existan muchos buenos:

 “La sabiduría es mejor que los útiles de pelear, y simplemente un solo pecador puede destruir mucho bien” – Eclesiastés 9:18.

Cómo notamos, las personas se han causado sufrimiento a sí mismas y a los demás mediante el utilizar de forma equivocada el don del Libre Albedrío. Por lo tanto, tampoco en los problemas humanos Dios es el causante del sufrimiento.

En ocasiones los dos aspectos que causan el sufrimiento se conjugan y se mezclan, lo que aumenta mayormente el dolor. Por ejemplo, tras un desastre natural, la mala administración y los abusos de los mismos seres humanos agrava el sufrimiento y lo prolonga de forma innecesaria. Esto particularmente ocurre en nuestro mundo. Por ejemplo, en África las condiciones adversas de las sequías son agravadas por la guerra civil, lo cual causa más muertes prematuras y hambrunas de niños e inocentes.

Ahora bien, la Biblia nos muestra como podemos enfrentar el sufrimiento y cual debe ser nuestra actitud ante éstas circunstancias. 

“En este hecho ustedes están regocijándose en gran manera, aunque ahora, por un poco de tiempo, si tiene que ser, han sido contristados por diversas pruebas, a fin de que la cualidad probada de su fe, de mucho más valor que el oro que perece a pesar de ser probado por fuego, sea hallada causa de alabanza y gloria y honra al tiempo de la revelación de Jesucristo”. – 1 Pedro 1:6,7

Cuando el sufrimiento es experimentado puede endurecer para el mal a una persona (creando odio, agresión y venganza), o puede generar en ella las mejores cualidades humanas posibles (paciencia, compasión, altruismo y bondad). Se le llama un refinador que somete al fuego la fe, que es más valiosa que el mismo oro. Esta actitud hacia el sufrimiento la experimentó hasta Cristo mismo:

“Mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús. Por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” – Hebreos 12:2

“Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas,  puesto que ustedes saben que esta cualidad probada de su fe obra aguante.  Pero que el aguante tenga completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin tener deficiencia en nada”. – Santiago 1:2,3

La Biblia reitera muchas veces que el sufrimiento es una especie de refinador en nosotros, nos vuelve más humanos, misericordiosos, compasivos, nos hace fuertes, y puede sacar lo mejor de nosotros en medio de la adversidad. Es como cuando el oro es purificado en un horno, la escoria que lo rodea se desprende y éste brilla con fulgor (Isaías 48:10,11; Deut. 8:2).

“Entonces, al ir pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento.  Y sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?”.  Jesús contestó: “Ni este hombre pecó, ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso. Tenemos que obrar las obras del que me envió mientras es de día; la noche viene cuando nadie puede trabajar.  Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo”.  Después de decir estas cosas, escupió en la tierra e hizo barro con la saliva, y puso su barro sobre los ojos [del hombre]  y le dijo: “Ve a lavarte en el estanque de Siloam” (que se traduce ‘Enviado’). Y él se fue, pues, y se lavó, y volvió viendo”. – Juan 9:1-7

Notamos que el hombre ciego padecía su sufrimiento no debido a un pecado heredado ni a una maldición divina. Más bien, la existencia de su sufrimiento era “para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso”. En otras palabras, el sufrimiento es una oportunidad para manifestar el poder de Dios en proporción de acuerdo a nosotros. En el caso de ese hombre, significó una manifestación del poder del Cristo. En nuestro caso en muchas ocasiones, tiene que ver con hacer brillar nuestras mejores cualidades, algunas de las cuales son casi heroicas ante la adversidad. En medio de la mayor oscuridad, podemos hacer brillar nuestra más grande luz. Somos “luz del mundo” mientras estamos en este mundo que tiene la potencialidad de la oscuridad, el error y el sufrimiento.  Por ejemplo, sobre su “espina en la carne”, Pablo dijo:

Tocante a esto, tres veces supliqué al Señor que esta se apartara de mí;  y, con todo, él realmente me dijo: “Mi bondad inmerecida es suficiente para ti; porque [mi] poder está perfeccionándose en la debilidad”. Por eso muy gustosamente prefiero jactarme respecto de mis debilidades, para que el poder del Cristo permanezca como tienda sobre mí. Por lo tanto me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y dificultades, por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy poderoso”. – 2 Corintios 12:8-10

Notamos que en el caso de Pablo, la dificultad que le causaba sufrimiento no se retira milagrosamente, sino que el poder de Dios “se perfecciona en la debilidad”. Esto hace que la grandeza de Dios more en lo más humilde, en lo más frágil y débil,  y nos proporcione aguante, gozo y fuerza en situaciones en las cuales muchas veces desfalleceríamos. Esto nos enseña que Dios no nos quita los problemas, pero nos cubre y ayuda perseverar ante ellos de forma titánica y heroica.

Sin embargo, tenemos este tesoro en vasos de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros.  Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida;  se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye.  Siempre aguantamos por todas partes en nuestro cuerpo el tratamiento mortífero que se dio a Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestro cuerpo. Porque a nosotros los que vivimos se nos está poniendo siempre cara a cara con la muerte por causa de Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestra carne mortal”. – 2 Corintios 4:7-11

El mismo gozo, tranquilidad y entereza que tuvo Jesús al enfrentarse al sufrimiento, es otorgado a los Hijos de Dios, y es mediante esta manifestación de poder como el sufrimiento será derrotado en el mundo (Romanos 8: 18-22). Entonces se cumplen en nosotros las palabras del Maestro en torno al sufrimiento y la felicidad (Mateo 5:4,10-12). Cuando asumimos el sufrimiento de esta vida temporal con ésta actitud de gozo y entereza, podemos contagiar al mundo y sanarlo de sus heridas, siendo luz del mundo y orientando a las personas a tener una perspectiva equilibrada del dolor porque “los sufrimientos de la época presente no son de ninguna importancia en comparación con la gloria que va a ser revelada en nosotros” (Romanos 8:18).

También sabemos que la rebelión del Diablo planteó algunas cuestiones ante el universo que serán contestadas finalmente cuando la rebelión termine. Por ejemplo, la integridad humana por amor a Dios (Job 1:7-11). En estos miles de años muchos hombres y mujeres fieles han demostrado su lealtad a Dios (Hebreos 11). Así que en el futuro, las personas tendrán evidencia clara que un curso de rebelión contra Dios puede traer más desastre y que los malvados desaparecerán con el paso del tiempo como la hierba verde (Salmos 37:1,2).



  Preguntas del capítulo: ¿Por qué existen los accidentes y desastres naturales? ¿Como podemos "brillar" en medio del dolor y sufrimiento? ¿Cómo piensa utilizar este conocimiento para enfrentar los problemas y adversidades?


sábado, 19 de julio de 2014

Lo que la Biblia enseña: ¿Cual es el propósito de nuestra vida?

Tal como analizamos en un capítulo anterior, la Biblia nos enseña que Dios nos ha dado un propósito a cada uno de nosotros:

 “Antes de estar formándote en el vientre, te conocí; y antes que procedieras a salir de la matriz, te santifiqué. Profeta a las naciones te hice” – Jeremías 1:5

La Biblia nos dice que “somos residentes temporales” (1 Pedro 1:1) en este mundo. Y a todos se nos ha dado un don para que lo desarrollemos en beneficio del prójimo y para que la voluntad de Dios se realice en la Tierra.

"Y a uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, a cada uno según su propia habilidad" – Mateo 25:15

“Y dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros,  con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo,  hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, a un hombre hecho, a la medida de estatura que pertenece a la plenitud del Cristo” – Efesios 4:11-13

La voluntad de Dios es que los hombres puedan conocerle como un Padre Celestial, y que se amen como hermanos (1 Timoteo 2:4; Mateo 22:37-40). De esta forma se hace la Voluntad de Dios en la Tierra, y el mundo se convertirá en un lugar maravilloso (Mateo 6:10; Isaías 11:9).

Todas las cosas creadas tienen un propósito en relación a beneficiar a otra vida. El Sol derrama su luz, las plantas y los animales emiten un elemento de vida que ayuda siempre a alguna otra vida. El amor y la felicidad se manifiestan mediante la bondad y la generosidad (Hechos 20:35). Sin embargo, primero debemos apreciarnos sanamente a nosotros mismos, debemos estar concientes del Amor del Padre por nosotros y lo valiosos que somos para Dios (1 Juan 3:20; Isaías 49:15).

Luego debemos ayudar a que otros conozcan ese amor celestial. El propósito de nuestra vida es que en esta breve estadía en la Tierra podamos multiplicar los dones y talentos que hemos recibido y que seamos la luz del mundo mientras estamos aquí (Juan 9:5; Mateo 5:16). De esta forma somos una expresión del mismo Dios en la Tierra que promueve la verdad, belleza y bondad, y que revela al Padre Celestial y la hermandad entre los hombres (1 Corintios 3:9). "Háganse imitadores de Dios, como hijos amados, y sigan andando en amor" (Efe. 5:1, 2). Debemos ser una manifestación viviente del mismo amor de Dios.

La Biblia enseña que Dios aun está en su proceso para finalizar su obra creativa. El está operando mediante la obra de sus manos (sus Hijos Concientes de él) hasta alcanzar su estado final glorioso de su Propósito (Juan 5:17). En nuestro interior tenemos un tesoro que puede ser derramado a favor de otras personas:

“Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros.” – 2 Corintios 4:7

“A cualquiera que beba del agua que yo le daré de ningún modo le dará sed jamás, sino que el agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que brotará para impartir vida eterna” – Juan 4:14

Podemos ser una fuente para impartir vida eterna en cada esfera de acción humana. Cada faceta y actividad de nuestra existencia la podemos volver sagrada mediante consagrarla concientemente a la voluntad de Dios e impartir el amor al prójimo mediante interesarnos en ellos como personas, hacer algo práctico desde una sonrisa o algo más apropiado, y si es posible, hablarles del Padre Universal y la hermandad entre los hombres. Así, mediante nuestras acciones y ejemplo, y a veces mediante nuestras palabras, podemos cumplir éstas palabras:
 
”Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen. Ustedes son la luz del mundo. No se puede esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña.  No se enciende una lámpara y se pone debajo de la cesta de medir, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” – Mateo 13-16

La sal en los tiempos bíblicos era usada para preservar y purificar los alimentos. Somos la sal del mundo cuando mediante nuestras acciones promovemos la bondad y la verdad. Y somos la luz del mundo cuando los hombres al observar nuestros actos consagrados a la voluntad de Dios, reciben un ejemplo iluminador para que ellos transiten por nuestros pasos de luz. Somos como un hombre que en la oscuridad lleva un farol para iluminar a los que vienen tras nosotros. De esta forma transformamos el mundo y contribuimos a que en nuestra breve estadía en la Tierra, los talentos otorgados por el Maestro produzcan frutos.

“Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.”—1 Cor. 10:31.

Notamos que cada acción de nuestra vida la debemos agradecer a Dios, consagrar y bendecir.  Cuando disfrutas de una comida y das las gracias en tu corazón por los elementos de la Tierra que consumes, ya estás santificando tu vida.

Y estas acciones santificadas pueden ser la plataforma para proclamar las buenas nuevas en cada área de nuestra vida, y ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Lo podemos hacer al trabajar y realizar cualquier actividad cotidiana:

"Esposas, estén en sujeción a [sus] esposos, como es decoroso en [el] Señor. Esposos, sigan amando a [sus] esposas y no se encolericen amargamente con ellas. Hijos, sean obedientes a [sus] padres en todo, porque esto es muy agradable en [el] Señor.  Padres, no estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen.  Esclavos (trabajadores), sean obedientes en todo a los que son [sus] amos en sentido carnal, no con actos de servir al ojo, como quienes procuran agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, con temor de Jehová.  Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres,  porque ustedes saben que es de Jehová de quien recibirán el debido galardón de la herencia. Sirvan como esclavos al Amo, Cristo”. – Colosenses 3:18-24

Notamos como podemos bendecir nuestro trabajo al enfocarlo como un servicio a Dios y al prójimo. Y esta actitud diferente nos hará resaltar como lumbreras y provocará que más personas quieran imitar nuestra vida inspiradora. De igual forma al ser ejemplos en el hogar, seamos esposos, padres o hijos.

“Por causa del Señor sujétense a toda creación humana: sea a un rey como quien es superior,  o a gobernadores como quienes son enviados por él” – 1 Pedro 2:13,14

“Por lo tanto exhorto, ante todo, a que se hagan ruegos, oraciones, intercesiones, ofrendas de gracias, respecto a hombres de toda clase, respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto; a fin de que sigamos llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad”.  – 1 Timoteo 2:1,2

Notamos como positivamente podemos hacer oraciones y realizar actos de gratitud a quiénes están en puestos de responsabilidad pública, de esa forma los motivaremos a que sean mejores instrumentos de Dios, “siervos públicos” como declara Romanos 13:6. De esta forma, contribuimos a que nuestra sal purificadora también les ayude a depurar y mejorar su servicio público.

Como vemos, no hay “momentos especiales” ni más sagrados que otros. Como dice Hechos 17:28 “Porque en él tenemos vida y nos movemos y existimos”.

 Puedes dar sentido a tu vida al sentirte una persona sumamente valiosa y única para Dios, con un propósito especial. Luego puedes utilizar tus propios dones y talentos en cada acción de la vida, sea ésta difícil, compleja o más fácil como un desafío para hacer la voluntad de Dios, y ayudar a otras personas, partiendo por tu entorno inmediato, ahora mismo.

 Aprende a concentrarte y absorberte en cada acción en este momento presente, sin caer en las preocupaciones del día siguiente (Mateo 6:34). De esta forma el VIVIR adquiere sentido. Estamos para VIVIR esta breve etapa en la tierra enfrentando con la ayuda de nuestro Padre cada desafío, disfrutar de las pequeñas-grandes cosas, y para contagiar con nuestra Fe y seguridad a otras personas, para sumar fuerzas y que la voluntad de Dios se manifieste en la Tierra a través de nuestra persona.

Cuando hayamos completado nuestra capacitación de forma consciente y alegre en esta vida, cuando vivimos la vida con este conocimiento y terminamos nuestra misión, es como si recibiésemos una “corona” (Santiago 1:12; 1 Corintios 9:24-26). Esta “guirnalda” representa haber vivido una vida plena, llena de significado y servicio feliz en la Tierra, inspirada en la vida humana de Jesús, quién corrió esa carrera por la vida (Hebreos 12:1,2).

Ya que somos “residentes temporales” debemos “acumular tesoros en los cielos”, los cuales están ajenos al paso del tiempo y la descomposición, ya que esta creación es una sombra de la verdadera realidad (Mateo 6:19,20; Hebreos 9:24).

Literalmente podremos hacer uso de los  “tesoros en los cielos”  (que son acciones espirituales y de bondad acumulados en la vida diaria y que ya hemos estudiado en este capítulo) cuando en los cielos, en los “lugares de habitación eternos” (Lucas 16:9), esas cualidades adquiridas en la Tierra y depositadas en los Cielos, serán nuestra herencia que llevaremos por toda la eternidad en las moradas celestiales. La vida tiene un sentido maravilloso y magnífico. 

Al concluir nuestra jornada en esta primera vida se nos dirá:

“¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo” – Mateo 25:23

Podemos ser una fuente de bendición para el mundo y en la eternidad se nos encargarán nuevas asignaciones fascinantes en la inmensa creación del Universo del Padre Celestial, la herencia para sus Hijos (Col 1:12; 1Pe 1:4, 5). Seremos nombrados "sobre muchas cosas" y estaremos en el gozo de nuestro Señor.

 “Ojo no ha visto, ni oído ha oído, ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman” - 1 Corintios 2:9

Preguntas del capítulo: ¿Cómo se relaciona el propósito de nuestra vida con el propósito de Dios? ¿Cómo debemos vivir nuestra vida en la Tierra? ¿Cómo podemos llenar de significado nuestras actividades cotidianas?